martes, 25 de junio de 2013

Entre col y col... Campeonato de Madrid de veteranos

Pues va a ser que “entre col y col, una lechuga” no es el caso y que lo vamos a dejar en algo así como… entre 800 y 800, ¡allá que van un 400 y un 200!




Se me acumulan las crónicas y las pruebas, pero es que ciertamente, esto de la pista es un “no parar”, si quieres puedes estar compitiendo todas las semanas, en diario, en finde, por la mañana o por la tarde, en cualquier lugar. Pero bueno, no es mi caso… al final lo que he intentado es entrenar todo lo bien que he podido, porque no he tenido mucho tiempo, ni para hacer fuerza, series más adaptadas, técnica, etc. etc. Así es que, de momento es todo lo que ha estado a mi alcance durante este último mes.

He descubierto la pista, he descubierto una distancia que me gusta y en la que podría estar cómoda… ¡aún sufriendo! lo de las posibilidades y las marcas, habrá que dejarlo para otro año, je je je, pero bueno, el 800 es una distancia que me gusta, ¿será porque el 8 siempre ha sido mi número favorito? ¡qué casualidad! Y mientras tanto, por el camino estoy aprendiendo, haciendo cosas que nunca me habría imaginado, sensaciones diferentes, encontrando una madurez mental y descubriéndome a mí misma… increíble lo que te puede aportar el atletismo y todo por casualidad.

Así es que, de esta guisa y en este plan, llego al Campeonato de Madrid de veteranos. Pero para mi sorpresa no iba a disputar el 800, sino que en “plan entrenamiento”, me toca inscribirme a competir un 400 y un 200… ¿no querías té? ¡pero si ni siquiera sé cómo salir de tacos! ¡voy a reventar! Pues ahí estaba, afrontando otra cosa más, una competición de velocidad y es que a lo más que había llegado era a hacer series de este tipo en los entrenamiento, pero competir… eso era harina de otro costal. Y justo la semana de antes, gracias a una súper “máster class exprés” que me dio la profesora de atletismo de mi peque, estaba intentando aprender a salir de tacos, con los chiquillos de velocidad que me quitaron las pegatinas hasta de las… ¡qué manera de correr! Fue un entrenamiento bonito de dos horas en las que me di cuenta de todas mis carencias, pero me lo pasé muy bien… gran escuela de atletismo la de Fuenlabrada.

Llega el día, 16 de junio de 2013 en Majadahonda… allá que me voy con Mario y los niños, un calor de morirse, pero un ambientazo increíble… pruebas por todas partes, peso, longitud, jabalina, velocidad, medio fondo… se respiraba ganas, energía, competitividad y nervios. Como es habitual, me confirmo y después de los saludos correspondientes, unos 40 minutos antes de la primera competición, me pongo a calentar, un trote, movilidad, un poquito de técnica de carrera, lo típico y mientras, la duda “¿salgo de tacos? ¿cómo lo voy a hacer si no tengo ni idea? seguro que me estampo o cualquier cosa”. Dándole vueltas al asunto, me paro a hablar un ratito con el entrenador de las Canguras y me aconseja que si no sé salir bien de tacos que no lo haga, que voy a perder más que a ganar, no voy a saber aprovecharlo y además, en veteranos no es obligatorio… con lo que vi el cielo (gracias por ese y los otros consejos).

Por fin, la hora del 400ml, nos llaman los jueces, una única serie y a la calle 3. Veo a algunas chicas colocarse los tacos, otras van a salir también de pie (menos mal, no soy la única) y se hace el silencio, oigo mi respiración, “a sus puestos”, avanzo hasta la línea, me late más fuerte aún, “listos”, ya no oigo nada más, me concentro, aguanto la respiración mirando al suelo y se oye el disparo. Salgo todo lo rápido que puedo, todo lo que me dan las piernas, sólo puedo pensar, “una vuelta y ya está” y veo a las chicas por delante de mí, tengo que seguirlas, intentar no quedarme atrás, ya voy por el 200 y casi no me he dado cuenta, pienso que me quedan 40’’ a lo sumo, pero noto la fuerza del lactato y casi no puedo avanzar, últimos 100 m, un esfuerzo más y lo tienes, ¡qué dolor!, veo la meta y las primeras chicas que la cruzan, no paro, hasta el final no se para, ahí está por fin y la cruzo, creo que en cuarto lugar.







¡Guau! Me tiro al suelo sin fuerzas, tengo la sensación de que lo he dado todo, no sé cuál ha sido mi tiempo porque no llevaba el crono, se acerca Mario a darme la enhorabuena y me dice que he hecho 1:08.52, ¡ni me lo creo! ¡qué subidón! El resto de compis del club me felicitan también y yo flipando… con las mismas, me voy a soltar un poquito, hago unos estiramientos y me siento a esperar mi siguiente prueba que no sé cómo voy a hacerla después de haberme vaciado de esa forma.

Unos 40 minutos después, vuelvo a calentar, sólo un poquito de técnica de carrera y unos progresivos para irme a la curva del 200. Increíble la sensación, otra vez la tensión, los nervios, las chicas colocándose, esta vez corro en la calle 2 y en la primera serie (luego habría otra), de nuevo sin salir de tacos. Ya estamos todas, por segunda vez en el día escucho las palabras “a sus puestos”, de nuevo avanzo hasta la línea de salida, “listos”, sólo veo el tartán y todos mis músculos están en tensión, se oye el disparo y no sé cómo lo hago, pero mirando al suelo salgo todo lo rápido que me dan las piernas, hago la curva y escucho los gritos de ánimos, enfilo la recta del 100, el dolor prácticamente me paraliza, pero veo a la segunda chica tan cerca que decido ir a por ella, imposible, casi sin fuerzas cruzo la meta entrando la tercera.








¡Bestial! La verdad es que no soy capaz de describir el dolor de las piernas, casi bloqueadas y la sensación de haberlo dado todo otra vez, ahora sí que me había vaciado, ahora sí que no me quedaba nada, ahora otra vez… contenta y con un tiempo de 30.98. ¡En mi vida había hecho un 200 a esta velocidad! ¡nunca antes había vivido todas estas emociones y sensaciones en un mismo día! Y yo pensando que no podía flipar más, pues todavía me quedaba algo para eso, je je je. Gracias otra vez a Mario, a mis pequeños y a mis compañeros que me felicitaron y animaron, “¡menuda curva que te has hecho! ¡ha sido la caña!”, ¡jaaaa, cómo mola!.

Con estas palabras, las felicitaciones, los ánimos por seguir avanzando y mejorando, se termina el día… al final, subiendo al pódium por dos veces y según mi categoría:
-          Segunda en el 400ml
-          Primera en el 200ml







Fue un bonito día, un gran día, me lo pasé muy bien con el ambiente, con la gente, mis compañeros, con Mario y los niños, con las pruebas, con mis retos, con mis miedos… y aunque la velocidad no sea lo mío, tengo que decir que me resultó divertida y excitante, nunca se sabe dónde puede estar el sitio de cada uno.


lunes, 24 de junio de 2013

Mi segundo 800

Pues vuelta a la pista, aunque esta vez ya había pasado por aquello de las dos vueltas, fui más pardilla aún por el desconocimiento del nivel de la prueba.

Miércoles 29 de mayo de 2013, XV Trofeo de Fuenlabrada, un meeting con bastante nivel, la verdad, aun estando ahí perdido en Fuenlabrada.




Ya cuando vi en la lista de inscritos las marcas me dije “¡leche! ¿a dónde voy?” y por supuesto, estuve acojonada durante los dos días de antes, dándole vueltas, ¿tenía algún sentido que me presentase a esa prueba? pero en fin, al final la cuestión era probar, hacer de nuevo esa “media” distancia, volver a retar a mi cuerpo contra aquellos 800 m y ver hasta dónde podía llegar.

Hasta el mismo día por la mañana estuve dudando de si hacerla o no, pero al final… ¿quién dijo miedo? ¿miedo a qué? ¿al ridículo? ¿a quedar la última? bueno… ¿y? Tenía que probar si de verdad me vendría abajo con una prueba de estas características, sabía que estaba fuera de lugar, pero quería probarme a mí misma que eso no me importaba, que un fracaso así no me iba a apartar de lo que quería hacer y de lo que pretendo hacer en un futuro, tengo que encontrar la fórmula, mi sitio… me gusta el 800 y quiero ir a por él.

Es evidente que ese día no me iba a servir de mucho, poco podía sacar de provecho con el nivel que había, pero al menos conseguí vencer mis dudas, al menos conseguí vencerme a mí misma, al menos conseguí ser valiente por intentarlo y no dejar de hacerlo.

“Tú a lo tuyo, haz tu carrera”.

Así fue que me presenté en el polideportivo Fermín Cacho de Fuenlabrada por la tarde. Primero mi pequeño corría 500 ml, lo cual me emocionaba mucho porque me encanta verle correr y pensé “¡madre mía! ¡si yo sólo tengo que correr 300 m más!”, este chiquitillo sí que es valiente… porque allí salió, disparado con todo lo que tenía dentro, dando algo más que una vuelta a la pista sin desfallecer, sin parar, hasta que llegó a la meta tan feliz y tan contento, eso sí, más rojo que un tomate. ¡Bien hecho Bruno!





Y llegó mi turno, así es que me fui a calentar, un trote, un poco de técnica de carrera, unos estiramientos y por fin, los últimos progresivos… ¡qué nervios! no sabía si sería calle libre, por calles y yo sin nada de idea al respecto, con lo que me volvieron a surgir las dudas. Mientras tanto, veía a las atletas por allí entrenando, tan seguras de sí mismas, concentradas, alguna con una planta espectacular y pensé “esta tía tiene que correr un huevo”. ¡Ay, qué paquete soy! Que si corría… allí estaba Khadija Rahmouni, campeona de España de 800, mientras yo intentaba probarme haciendo el ridículo y así me pasó.

Por fin nos informan los jueces, una única serie y  por calles, yo por supuesto, ni puñetera idea de lo que me iba a encontrar, por no saber… no sabía ni cuando podía ir a la calle 1, tuve que preguntar en el último momento casi (otro síntoma más de mi ignorancia), así es que… hasta que no pasara los conos azules, nada de nada… ¡ahí clavé el pensamiento en el que sólo había cabida para el color azul! Y para remate, me toca la calle 8, nadie por delante, ninguna referencia y a ver cómo salgo yo de ésta. Así es que con todos mis nervios y mi arsenal de dudas, esperé el disparo de salida… ¡y a correr!




En mi mente sólo estaban los conos azules, así es que empecé a correr casi en su busca sin darme cuenta del ritmo, de si me adelantaban o no (aunque me extrañó que no me pasara nadie) y una vez allí, a la calle 1 que fue cuando ya me encontré con todas las corredoras. No sabía nada de cómo iba, sólo vi a Mario en el 200 gritando “¿pero dónde vas loca?” y entonces comprendí que me había pasado, mi mejor 200 en 32’’ y claro, llegué al 400 en 1’12’’ con lo que, había firmado mi sentencia de muerte… ya notaba las piernas tocadas y las corredoras se iban. En el 500 se retiró la primera chica, más adelante se debieron ir otras dos (no me di cuenta) y cuando iba por el último 200, pensé que me iba a morir, iba la última como era de esperar y entonces se me pasó por la mente retirarme, no podía, ya no me daban las piernas, me estaba resultando un auténtico suplicio y de nuevo, otra de las chicas (con la que había corrido la otra vez), se retiró justo delante de mí a unos 150 m de la meta.

Fue cuando me di cuenta de que aquello no tenía mucho sentido pero a pesar de todo, me dije a mí misma que no iba a abandonar, que eso sería lo último que haría… aunque llegara la última, casi andando porque el ácido láctico me bloqueó las piernas, aunque hiciera el ridículo más espantoso, aunque mis hijos me vieran llegar la última, era mejor eso… demostrarles que no hay que rendirse a pesar de todo, que hay que intentar vencer cualquier adversidad… que eso siempre es preferible a retirarte y bajar los brazos, que hay que luchar hasta el último aliento para sentirnos satisfechos con nosotros mismos, por el esfuerzo y por “haberlo intentado”. Ganar no es lo único en la vida y por supuesto, perder o llegar el último, tampoco es ningún trauma.




¡Qué últimos 100 m más largos! Ni oía, ni veía, parecía que la meta no llegaba nunca pero al final, la pasé… me vencí a mí misma y eso fue suficiente. Eso sí, nada más llegar tuve que echarme al suelo porque la cabeza me estallaba, increíble el esfuerzo, increíble lo que es el cuerpo, increíble la sensación de no poder avanzar nada en 800 m, increíble nuestra capacidad de sufrimiento y sobre todo de superación… increíble carrera e increíbles los abrazos y los besos de mis hijos, saben a gloria y son el mejor premio.

Así sencillamente, me inmolé en este 800, no conseguí mejorar mi primera y única marca, pero viví otra experiencia más. Ya sé lo que es ir en una serie rápida y con nivel, por mucho que quieras hacer tu carrera, el ritmo te lleva, es muy complicado regularte y sobre todo, cuando no tienes nada de experiencia como es mi caso. Pero bueno, algo aprendí de esto… procuraré mirar con más detenimiento la lista de inscritos y en otra ocasión que vea grandes nombres o grandes marcas, mejor me voy a las gradas y disfruto de la carrera desde allí.

Sólo me queda… seguir probando, seguir corriendo, seguir mejorando.