Dice el dicho “todo lo que empieza, acaba”.
Y es que, nos guste o no, con un resultado o con otro, siempre se llega a un final que nos obliga a hacer un balance del tiempo atrás, de lo ocurrido y en consecuencia, es necesario tomar ciertas decisiones, que aunque aveces no son las que querríamos en ese momento, quizá sean las más acertadas para en un futuro, aunque siempre nos quede la duda, pero… “qui lo ça?”.
Yo hubiera seguido entrenando un poco más, quizá una semana, quizá dos… ¿cuántas más? No lo sé. Se me plantean las dudas “¿no me estaré quedando corta?”, “¿perderé mucho la forma?”, “¿habrá sido suficiente?” y es que no nos damos cuenta, pero entramos en una montaña rusa de sensaciones, unos días estamos arriba y otros abajo, de querer y no poder, de no saber qué hacer, hemos llevado el cuerpo y nuestras fuerzas hasta la extenuación y hasta que llega alguien y te dice “¿no crees que deberías parar?”.
Y te ves en “tu punto de inflexión”. El mío consistió en una visita al fisio donde vi toda la constelación de estrellas habida, por haber y más allá (que sepas que me he acordado mucho de ti). Ya desde el domingo empezaron las molestias algo más fuerte de lo que habían venido siendo las dos últimas semanas, no me podía creer que después de superadas en estos meses, ahora al final, volvieran a asomarse… ¿tiene esto algún sentido?. El lunes ya fue duro, pero el martes… uf! En el último entreno por la mañana el dolor se hizo insoportable, casi no podía dar un paso, subir una “no cuesta” era un auténtico suplicio, “¿subo o no subo?”, los gemelos me ardían, los soleos me gritaban pero la periostitis apareció orgullosa. Si ayer se corroboraban mis sospechas, esta mañana ha sido el golpe definitivo. Creo que mi último entreno, 9 kms en el aire fresco del Juan Carlos I, mientras salía el sol, mis piernas iban a la misma velocidad diciéndome “¡se acabó! Hasta aquí hemos llegado”.
Ha sido una temporada intensa, aunque muchos no lo crean o no lo sepan, he estado trabajando “en la sombra”, poco a poco, incansable, lentamente, sin pausa, silenciosa, sin competiciones… he sufrido, pero también he disfrutado. Ha habido momentos personales muy complicados, que anímicamente me han afectado a la hora de seguir entrenando, pero él ha sabido cómo enfocarlos y los ha dirigido de la mejor forma que podría haber hecho, paciente y cariñosamente (¡gracias maestro!). Con todo ello he disfrutado enormemente, como si hubieran sido paseos por el parque. Me he cargado del aire húmedo en esos días lluviosos de otoño, he notado la mano suave del frío invernal, he salido al medio día con los compañeros que se sorprendían por mi forma inusual, he tenido la posibilidad de rodar en las tardes con mi hermana, he corrido sola en la noche viendo la luna y sobre todo, he aprendido que correr es algo más que un reloj. Ha llegado la primavera y con las flores y la “savia nueva” han llegado los momentos de calidad, las competiciones, los resultados de un trabajo bien hecho, incluso nuevas marcas personales con las que ni contaba. Y con el verano, los entrenos largos con los compis del club para una carrera importante, las carreras de montaña que me han hecho sentir libre y me han mostrado otra forma de correr, aunque también me han resultado dolorosas, pero he conocido nueva gente y he vuelto a creer en mí.
Cuelgo las zapas… cierro por vacaciones, el descanso también es entrenamiento, así pues, aquí acaba mi temporada.
Creo que el balance es ampliamente positivo, por lo sentido, lo vivido, por los resultados. Creo que he hecho un buen trabajo (aunque no soy yo quién tiene que decir esto), no sé si será suficiente o no, no sé si quizá tengo que forzar un poquito más la máquina, no sé si tendría que aguantar una semana más y sin embargo me siento cansada, irascible, agotada… ¿merece la pena seguir debatiéndonos constantemente? Cuando es tu cuerpo el que te habla, creo que al final, tenemos que escucharle y a mí me está gritando. No tengo fuerzas, necesito descansar, desconectar y sobre todo, permitir que el dolor desaparezca porque aún me queda un duro trabajo por delante. Un trabajo que afronto con mucha ilusión, con muchas ganas y con muchas expectativas. Así pues, esto no es una despedida definitiva, sólo un “hasta luego”.
A la vuelta de vacaciones empieza el verdadero reto, la conquista de los sueños y después del paso por la cima de Claveles, cualquier cosa me parecerá posible. Es el final de la temporada... pero aún me queda otro final más que ejecutar: “I’m in to finish, 2011!”.
Espérame, todo esto ha sido por ti, MARATÓN DE NUEVA YORK.