viernes, 16 de septiembre de 2011

El abismo

Y de repente se abrió el abismo bajo mis pies.

He empezado esta entrada una y mil veces, he escrito, he borrado, he vuelto a escribir, he vuelto a borrar y lo cierto es que no sé qué camino tomar.

Es posible que así sin más, de la noche a la mañana aparezca una grieta enorme?

Una grieta que da paso a una oscuridad densa que te abraza y te ahoga, de la que no sabes cómo salir. Un pozo en el que no se vislumbra fondo alguno. Una caída al vacío sin posibilidad de salvación, no hay nada donde agarrarse, el golpe será fuerte, no hay nadie… estás sola.

No encuentro palabras, mi cabeza es como una madeja enmarañada de pensamientos, mi estómago se encoje por momentos, el corazón en un puño.

Hoy sólo puedo dejar una canción junto con algunas poesías que he encontrado y que, lógicamente, no son mías.


Y DE PRONTO, EL ABISMO

Era tal vez la noche.
Caminábamos juntos por la orilla
bajo la luz tan clara, tan sin sombra,
del árbol blanco.
Acompañando al agua en su descenso
la luz del árbol de la sal
tiñó de blanco las turbulentas olas
de la tormenta aquella
y se acercó de pronto a los alrededores
de la palabra aislada,
nacida en la penumbra del otoño del mar.
Yo, en silencio, intentaba escucharte,
mas ya no era tu voz
sino la blanca luz la que me hablaba.
 
Espuma herida por la miseria
de los ahogados a causa de la duda,
a pesar de la sangre derramada
abraza el silencio de los fondos
e ilumina el frío de las rocas de las profundidades.
Y en la soledad de la palabra nueva,
rodeada solamente de sí misma
—un atisbo de vida, una esperanza,
un alba pálida, nada y todo, espejo de su espejo—
allí, en el mayor sosiego, recita su poema:
las agónicas ascuas de un profundo silencio.
Entró el silencio a borbotones
inundando los solitarios mares
de palabras no dichas.
Todo sería después quietud:
tu soledad y la mía
naufragando en la soledad nuestra.
Cuando la soledad rondaba,
el silencioso ágape de la melancolía
se adueñaba del mundo.
Un cielo triste,
más abatido aún que éste de hoy,
oscurecía a la sombra
de una insondable nube
y llorábamos juntos a la espera
de la luz desprendida desde el profundo abismo
de los restos inertes de aquel sueño.
Con la desdicha amarga
de aquel que tiene el alma
carcomida por sueños insepultos,
con el ansia calmada,
te sueño en la palabra y en la vida.
Eres nada, eres la nada
Y, apenas impalpable, lo eres todo.
Si he de abandonar todo
será después de haberme acomodado
las enceradas alas y levantar el vuelo
sobre la ciudad triste.
Más allá de la lluvia, sólo será el hastío.
Ni un solo día distinto.
Ni una sola batalla digna de ser contada.
Nacerán goteantes las alucinaciones
bajo una sombra alada cada vez más escasa
y al fin sólo el sol creciendo lentamente.
Inabarcable.
Esta es la guerra de la desesperanza.
Alguien debe morir
antes de que amanezca.
Yo no veré el cadáver
cuando despierte el día.
Cada instante
más lejos la palabra.
Más cerca el fin.
Me lanzaré al abismo
y, desde la impotencia,
tú me verás volar
hacia los más oscuros
rincones del tiempo.
Sé que una blanca luz,
apenas un destello,
alumbrará mi paso a las tinieblas.
¿Es el mismo vacío
que soñábamos juntos?
Todo silencio al fin.
Soledad de las sombras
de la postrera noche.
Silencio y soledad.
Sólo el insomne gallo
esperará el mandato de la aurora,
si es que despierta el alba.
Todo es incierto:
isla, espacio, ciudad
palabra, mente...
¿Es esta incertidumbre,
invasora de todo lo que soy,
quien da sentido a cuanto me rodea?
Sólo soy dueño de la evidencia de lo incierto.
Francisco Suárez Trenor

En mi mente cansada, bullen las ideas cual mar agitada.
En mi corazón dolorido se oye el palpitar lento y cansino,
y en mi alma roza el ala de un ángel suavemente y la acaricia,
para traerme al oído endurecido la noticia
de que me amas locamente, amor mío.
¿Estoy despierta? ¿Estoy dormida o desvarío?
¿Por qué tiembla mi cuerpo? ¿Es la emoción o tengo frio?
Caminaré contigo por la orilla del abismo,
sintiendo en mi corazón tu palpitar y el mío
y le daremos la vuelta a nuestro destino,
lo que es roca y abrojos, será un camino,
que nos llevará lejos, lejos de estos dominios.
¡¡Será la Gloria estar así contigo, amor mío!!

M.C.M.

RUTINA
Maldita costumbre
la que posee
nuestro temperamento:
facilitarnos prontamente
en los momentos más tensos,
de esas palabras
que más hieren,
de otorgarles a nuestros labios
un arsenal de frases
listo para ser usado
y así lastimarnos,
y distanciarnos,
cerrando con ello
todas las puertas,
cortando de esta manera
cada camino.
En cambio
cuando se intenta
reconstruir la armonía
tan lenta y cuidadosamente
como a una torre de naipes,
o cuando simplemente,
se intenta transmitir
la felicidad
que nace de la compañía,
de la unión,
del afecto,
la boca se vuelve
un inmenso desierto
y los silencios abundan
como la misma arena.
Ese absurdo orgullo
mientras más intenta aparentar
ser fuerte,
más nos sigue debilitando
ante esa inevitable
y ruin rutina,
que nos enceguece,
nos anula,
y nos impide apreciar
en todos sus detalles,
ese paraíso,
ese hermoso cielo,
oculto y deslumbrante,
en el que habitualmente
nos encontramos
tu y yo.
Gustavo Tisera


3 comentarios:

Tania dijo...

Hola!
No cuentas lo que te ha sucedido pero espero que veas pronto la luz en el abismo.
Llego a tu blog a través de otro blog y con tu permiso te añado a mi lista y te sigo leyendo.
Venga ánimo!!
bss
Tania

Luma dijo...

No sé lo que te ha podido pasar, pero... conociendote como te conozco puedo intuir algo.
Las líneas que nos separan de la cordura a la locura, de la tristeza a la alegria, de la sensateza a la idiotez y un largo etc, son tan finas que en cualquier momento se pueden romper y precipitarnos al abismo. Pero siempre, siempre que uno quiera en ese oscuro abismo se puede encotrar un saliente de una roca, un trozo de rama.... o una mano amiga, que detenga esa caida. No estas sola. (ya lo sabes). Lo que sucede, es que estamos tan inmersos en nuestras propias miserias, que no queremos ver la cantidad de manos que estan dispuestas a que no caigas más, a que vuelvas a tener ilusión por esos retos que te quedan por alcanzar,y por el mayor de todos.. ......que es la vida misma.
¡Te quiero!

*Pegasus* dijo...

¡Ay, Mari, qué profundo!
Ese abismo te va a dar un puntito de nervios genial para NY.
Además, con tu superdorsal de la suerte y tan buena compañía, la carrera va a ser puro disfrute y gozo.
Tiempo al tiempo. Besus