martes, 20 de septiembre de 2011

11719



Después de mi última entrada del viernes, tenía la certeza de que el fin de semana no sería del todo bueno… pero ahí se presentaba y cerraría dos semanas más de entrenos.

El viernes no fue un buen día y, entre otras cosas, me impidió realizar la sesión que me tocaba… qué cargo de conciencia, aunque “buf son cuestas, no me gustan”, pero “por eso, es un entreno necesario, es fundamental”, en definitiva, eternas divagaciones, siempre cuestiones rondando la cabeza, el sí pero no, el quiero pero no puedo, es o no es… ¿quién da más?

El sábado no se presentaba mucho mejor. Habíamos planeado estar en la carrera de 100 km que transcurre entre Madrid y Segovia que algunos de nuestros amigos y, entre ellos mi tío, corrían ese día. Mis ánimos no estaban precisamente para animar a nadie, no tenía ganas de nada, no me apetecía ir, no tenía claro si entrenar, no tenía fuerzas para ponerme las zapatillas y salir al aire libre… todo era “no”. Pero como dice la canción, “la fuerza del corazón” me empuja y me pide ir allí… hoy no tengo claro si fue una buena decisión, quizás mañana cambie mi percepción.

Nos montamos en el coche decididos a pasar el día con los niños y además preparé la mochila, metí la ropa, las zapatillas, el pulsómetro y me dije “por si acaso”.
 
Llegamos al Puente Medieval que hay entre Colmenar y Manzanares, donde estuvimos con Pedro y Belén, esperando a que llegase nuestro grupo. Debe ser el km 32 y hacía muchísimo calor, no sabíamos cómo les iría. Pasó el primer corredor, después un grupo de otros tres y después ellos. Les vimos bien, a ritmo, contentos, juntos y esperé que fuera una realidad y no un espejismo originado por las altas temperaturas. ¿Y qué será esa fuerza que nos empuja? ¿la del corazón otra vez? Al verles a ellos y a los demás corredores, decidí vestirme, ponerme las zapatillas y me lancé a seguir su estela, con miedo por no perderme (como en el Mago de OZ, pensé "sigue las flechas amarillas"), sin intención de alcanzarles, sólo sufriendo esos mismos caminos, ese mismo calor, esa misma soledad… no hay mejor forma de saber lo que pueden llegar a sentir hasta que no lo vives en tu propia piel y sólo fueron 8 km, por un camino de tierra y piedras, rodeado de tristes árboles, de una vegetación seca y sin vida, con la única compañía de mis pensamientos y mis lágrimas. Es extraño, la mente se apodera de ti y entonces, no notas nada más, no percibes las molestias, si vas bien o mal, si el ritmo es o no el adecuado, no te fijas en el pulso, sólo buscaba las flechas amarillas y pensé que no correría más… “hoy no”.


En la soledad de los 8 km
 
Siguiendo las flechas
















Como a 1 km antes de llegar a Manzanares, me encontré con Kike que disputaba su primer 100, su gran reto, iba pasándolo mal y con ideas de retirarse… me preocupó y sólo acerté a decirle “ánimo campeón… ¡tienes que acabar!”, le pregunté si quería que le acompañase y me pidió que me adelantara para que le preparasen hielo y sal en el siguiente avituallamiento. En Manzanares vi a todos excepto a mi tío ¿?, hablé un poco con ellos y no sé por qué, decidí seguir otros 8 km hasta Matalpino. Así es que acompañé un rato a Emilio, Kike y Julito, intenté animarles, aunque no sé si es lo más acertado o simplemente sólo hay que estar. Alcanzamos a Jose Luis que había salido antes, iba sólo, andando, con mala cara y con calambres, así es que decidí acompañarle. Paramos un poco para que estirase, le ayudé con un pequeño masaje y volvimos a trotar levemente, unos kms, hasta que me dijo que no podía más y decidió que se retiraba. Me dijo que me fuera, que seguro alcanzaba al resto y aunque no me dejó buen sabor de boca dejarle allí, lo intenté. Les vi en lo alto de la cuesta llegando a la plaza del pueblo, no pude decirles más, sólo Kike que me chocó la mano al irse y allí, tomando una cerveza estaba mi tío, “se retira pero está bien” pensé. Nada más lejos de la realidad, para mi sorpresa y mi desconcierto, se levanta y se va, “no me lo puedo creer”, así sin más. Pero sin darme cuenta, me había hecho 16 km. Por cierto, pido disculpas a la gente que creyendo que yo iba en carrera, me animaron como la primera mujer… ¡qué vergüenza!.

Desde Manzanares a Matalpino

De ahí, ya en coche y de pomponera, fuimos al siguiente avituallamiento en Cercedilla. Llegaron Emilio, Kike y Julito, que entraron algo abatidos pero salieron distintos, llenos de energía, con fuerzas renovadas y mientras tanto, Clod tardaba, comentarios, tenía ganas de llorar otra vez. Cuando por fin apareció, corrí hacia él, le pregunté, iba mal, dolorido y le pedí que no siguiera, pero no entraba en sus planes retirarse, le pedí que descansará y tan sólo entró 2 minutos en el avituallamiento a coger dos míseros trozos de plátano. Casi sin poder andar, cojeando, se untó de antiinflamatorio y se fue. Sólo él sabe por qué lo hizo, pero aquello hizo que la angustia de todo el día se me duplicara.

Nos fuimos a la meta. Llegaron Kike, Emilio y Julito que tardaron 10h33, pletóricos, felices, lo habían conseguido, ¡sois unos campeones!. Abrazos, besos y felicitaciones dieron paso al desasosiego. Miraba pero no veía, no podía contener las lágrimas, la cabeza me estallaba, demasiada tensión contenida, ¡qué largos se pueden hacer los minutos y qué eternas las horas!, parece que no transcurra el tiempo. Mario pendiente y cuidando a los niños, yo nerviosa para arriba y para abajo en compañía de Charo (gracias a los dos), la presión me podía, sólo quería llorar y pensaba “otra vez no”. Apareció 3h después, casi sin poder andar y abatido, corrí hacia él, le abracé fuerte y me eché a llorar… “no lo vuelvas a hacer”. Y sin poder dar bocado, un momento de relax, nos despedimos de todos y volvimos a Madrid con Claudio.

El domingo parecía que me había arrasado una apisonadora, pero había que entrenar y junto con Mario hice 21 km a un ritmo tranquilo, con sensaciones extrañas, un pulso rarísimo, con el calor del medio día y como resultado, un cansancio considerable y así cierro dos semanas más.

Semana del 05 al 11 de septiembre: 76.6 km, nada particular, más de lo mismo.
Semana del 12 al 18 de septiembre: me he vuelto a superar, me han sido 80 km.

Sigo acumulando kilómetros y sigo restando semanas… ¡quedan 6!. Con el lunes el sol vuelve a salir, empieza un nuevo día, otra semana, más entrenos, más expectativas, nuevas esperanzas, correos en mi buzón “sé algo, busca, busca” y ahí está: dorsal número 11719.


Bien, vale aunque no veo que tenga nada especial, un número como otro cualquiera, no es capicua, no tiene mis números favoritos, es alto… y aunque alguien me dice que él me ha elegido y me dará suerte, pienso “bueno”. Y sin embargo, él lo ve, “es un número precioso Raquel y que nunca olvidarás: 11719, ¿no te dice nada? Día 11 y día 19, nuestros hijos también irán contigo… tú sí que lo sabes hacer”. Se me encoje el corazón, me falta respirar y rompo en un nuevo llanto inconsolable, ¿es que no voy a dejar de llorar nunca?, ¿cómo no he podido verlo? Y yo pensando que era feo y ahí está la lección: “las cosas son cómo las queremos ver”.

El dorsal 11719 siempre será especial, efectivamente no lo olvidaré jamás, porque es mi primer maratón, porque llega justo en el momento, porque ellos (Bruno y Lola) correrán conmigo, porque el 11 y el 19, dos números tan importantes para mí, van acompañados y unidos por el número mágico y místico, el 7.

El número 7 siempre asociado a buenos augurios y relacionado con la buena suerte.
  • En el cielo las estrellas y otros astros errantes: la Luna, el Sol, Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno. Efectivamente, son siete y dieron paso a los días de la semana.
  • En la tradición judeocristiana su dios creó el mundo en siete días.
  • También son siete los pecados capitales(soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza), las virtudes teologales y los sacramentos (bautismo, confirmacion, eucaristia, penitencia, unción de los enfermos, matrimonio y orden sacerdotal).
  • En las culturas y religiones orientales: siete son los chakras que posee el cuerpo humano en el hinduísmo. En el bushido japonés, sus virtudes son también siete.
  • Son siete las notas musicales que cualquier instrumento puede reproducir: do, re, mi, fa, sol, la, si.
  • Newton descubrió que cuando un haz de luz atraviesa un prisma, su espectro se divide en siete colores que da paso al arco iris (rojo, naranja, amarillo, verde, azul, índigo o añil y violeta).
  • El siete también es un número muy recurrente en la superstición. ¿Quién no ha oído nunca que un gato tiene siete vidas?
  • Los siete mares: expresión que se usa al hablar, en general, de todos los mares o de un grupo determinado de mares que varía según la época y los pueblos.
  • En la Biblia es considerado como el número perfecto.
  • Las siete Maravillas del Mundo.
  • Siete somos los familiares que vamos a NY.
Hoy… ¿qué más puedo pedir? Quizás sea verdad y me traiga suerte porque estoy segura de que ese día estará lleno de magia, de color, de música, de estrellas… será una maravilla.





viernes, 16 de septiembre de 2011

El abismo

Y de repente se abrió el abismo bajo mis pies.

He empezado esta entrada una y mil veces, he escrito, he borrado, he vuelto a escribir, he vuelto a borrar y lo cierto es que no sé qué camino tomar.

Es posible que así sin más, de la noche a la mañana aparezca una grieta enorme?

Una grieta que da paso a una oscuridad densa que te abraza y te ahoga, de la que no sabes cómo salir. Un pozo en el que no se vislumbra fondo alguno. Una caída al vacío sin posibilidad de salvación, no hay nada donde agarrarse, el golpe será fuerte, no hay nadie… estás sola.

No encuentro palabras, mi cabeza es como una madeja enmarañada de pensamientos, mi estómago se encoje por momentos, el corazón en un puño.

Hoy sólo puedo dejar una canción junto con algunas poesías que he encontrado y que, lógicamente, no son mías.


Y DE PRONTO, EL ABISMO

Era tal vez la noche.
Caminábamos juntos por la orilla
bajo la luz tan clara, tan sin sombra,
del árbol blanco.
Acompañando al agua en su descenso
la luz del árbol de la sal
tiñó de blanco las turbulentas olas
de la tormenta aquella
y se acercó de pronto a los alrededores
de la palabra aislada,
nacida en la penumbra del otoño del mar.
Yo, en silencio, intentaba escucharte,
mas ya no era tu voz
sino la blanca luz la que me hablaba.
 
Espuma herida por la miseria
de los ahogados a causa de la duda,
a pesar de la sangre derramada
abraza el silencio de los fondos
e ilumina el frío de las rocas de las profundidades.
Y en la soledad de la palabra nueva,
rodeada solamente de sí misma
—un atisbo de vida, una esperanza,
un alba pálida, nada y todo, espejo de su espejo—
allí, en el mayor sosiego, recita su poema:
las agónicas ascuas de un profundo silencio.
Entró el silencio a borbotones
inundando los solitarios mares
de palabras no dichas.
Todo sería después quietud:
tu soledad y la mía
naufragando en la soledad nuestra.
Cuando la soledad rondaba,
el silencioso ágape de la melancolía
se adueñaba del mundo.
Un cielo triste,
más abatido aún que éste de hoy,
oscurecía a la sombra
de una insondable nube
y llorábamos juntos a la espera
de la luz desprendida desde el profundo abismo
de los restos inertes de aquel sueño.
Con la desdicha amarga
de aquel que tiene el alma
carcomida por sueños insepultos,
con el ansia calmada,
te sueño en la palabra y en la vida.
Eres nada, eres la nada
Y, apenas impalpable, lo eres todo.
Si he de abandonar todo
será después de haberme acomodado
las enceradas alas y levantar el vuelo
sobre la ciudad triste.
Más allá de la lluvia, sólo será el hastío.
Ni un solo día distinto.
Ni una sola batalla digna de ser contada.
Nacerán goteantes las alucinaciones
bajo una sombra alada cada vez más escasa
y al fin sólo el sol creciendo lentamente.
Inabarcable.
Esta es la guerra de la desesperanza.
Alguien debe morir
antes de que amanezca.
Yo no veré el cadáver
cuando despierte el día.
Cada instante
más lejos la palabra.
Más cerca el fin.
Me lanzaré al abismo
y, desde la impotencia,
tú me verás volar
hacia los más oscuros
rincones del tiempo.
Sé que una blanca luz,
apenas un destello,
alumbrará mi paso a las tinieblas.
¿Es el mismo vacío
que soñábamos juntos?
Todo silencio al fin.
Soledad de las sombras
de la postrera noche.
Silencio y soledad.
Sólo el insomne gallo
esperará el mandato de la aurora,
si es que despierta el alba.
Todo es incierto:
isla, espacio, ciudad
palabra, mente...
¿Es esta incertidumbre,
invasora de todo lo que soy,
quien da sentido a cuanto me rodea?
Sólo soy dueño de la evidencia de lo incierto.
Francisco Suárez Trenor

En mi mente cansada, bullen las ideas cual mar agitada.
En mi corazón dolorido se oye el palpitar lento y cansino,
y en mi alma roza el ala de un ángel suavemente y la acaricia,
para traerme al oído endurecido la noticia
de que me amas locamente, amor mío.
¿Estoy despierta? ¿Estoy dormida o desvarío?
¿Por qué tiembla mi cuerpo? ¿Es la emoción o tengo frio?
Caminaré contigo por la orilla del abismo,
sintiendo en mi corazón tu palpitar y el mío
y le daremos la vuelta a nuestro destino,
lo que es roca y abrojos, será un camino,
que nos llevará lejos, lejos de estos dominios.
¡¡Será la Gloria estar así contigo, amor mío!!

M.C.M.

RUTINA
Maldita costumbre
la que posee
nuestro temperamento:
facilitarnos prontamente
en los momentos más tensos,
de esas palabras
que más hieren,
de otorgarles a nuestros labios
un arsenal de frases
listo para ser usado
y así lastimarnos,
y distanciarnos,
cerrando con ello
todas las puertas,
cortando de esta manera
cada camino.
En cambio
cuando se intenta
reconstruir la armonía
tan lenta y cuidadosamente
como a una torre de naipes,
o cuando simplemente,
se intenta transmitir
la felicidad
que nace de la compañía,
de la unión,
del afecto,
la boca se vuelve
un inmenso desierto
y los silencios abundan
como la misma arena.
Ese absurdo orgullo
mientras más intenta aparentar
ser fuerte,
más nos sigue debilitando
ante esa inevitable
y ruin rutina,
que nos enceguece,
nos anula,
y nos impide apreciar
en todos sus detalles,
ese paraíso,
ese hermoso cielo,
oculto y deslumbrante,
en el que habitualmente
nos encontramos
tu y yo.
Gustavo Tisera


lunes, 5 de septiembre de 2011

A 8 semanas!!!

Otras dos semanitas más de entreno “pa la saca”.

Pues sí, ya he consumido dos semanas más de ese tiempo tan importante, previo y necesario que significan los entrenos para preparar este reto que tantas veces me pone los pelos de punta y la verdad, estoy disfrutando y pasándolo bien y por ahora… sufrimiento, lo justo.

No tengo mucho que relatar en estas dos semanas, salvo los entrenos que he hecho y cómo me han ido… eso sí, con alguna noticia en otros ámbitos más personales de esas que se recuerdan para toda la vida.


Semana del 22 al 28 de agosto: han caído 69.7 km… uf, casi 70 km!!! Creo que ha sido la primera vez en mi vida que he hecho tantos km en una semana… me sorprende a mí misma y la verdad, me hace sentir bien porque al menos pienso o quiero creer, que podré… no estoy cansada y veo que esto empieza a tomar forma. Esta semana los rodajes de diario han seguido siendo por el JCI a primera hora de la mañana, fresquitos, tranquilos, a solas… y con pocas variantes salvo alguna tirada más larga de 16 km y un poco de gimnasia. Sin embargo, las dos tiradas del fin de semana fueron algo más diferentes, recorriendo la Sierra de San Vicente (Toledo pegado a Ávila), respetando los ritmos, sintiendo de nuevo un poquito la montaña, el desnivel y la aventura, porque todo sea dicho de paso, fui sola y me perdí en la vuelta… si no llega a ser por un pastor que andaba por allí con sus cabras… aún estoy dando vueltas para encontrar el camino… ups! Con el fin de semana se me pasaron los dolores en gemelos y sóleos que venían siendo lo normal en mí , pero en cambio cargué los cuádriceps, aunque supongo que eso es síntoma de ir trabajando distintas partes de la musculatura.

Semana del 29 de agosto al 04 de septiembre: ahora sí son reales… 72 km!!! Una semana bastante satisfactoria en cuanto a km, por supuesto y además, con algún cambio en las rutinas diarias. Ha habido entrenos de 12 km con cambios de ritmo muy divertidos, en terreno quebrado, dando vidilla al cuerpo… y además, vuelta a los entrenos en compañía, con mis amigos y compañeros del GGM, que siguen incansables en los Faunias y llevándome al límite de mis posibilidades y algún que otro entreno con otros amigos. El entreno más representativo de esta semana, los 21 km que me hice el sábado, desde casa hasta Bosque Sur (Leganés), pasando por Polvoranca (Alcorcón) y vuelta, con la única compañía de ligeras gotas de lluvia que mojaban mis pensamientos y de los que acabé muy contenta, porque el ritmo fue tranquilo, no me dejó secuelas, ni cansancio y sí ganas de más.

Y para terminar, quería mencionar esos dos acontecimientos que han sido bastante importantes para mí. Quizá no he sabido transmitir como se merecía el entusiasmo, la sorpresa o la alegría que me han supuesto, pero a veces las noticias te pillan en un día “como aquél” y en fin, entiendo que la decepción se presente y nos clave sus garras como puñales.


Gracias amigos, por haberme elegido, por haber confiado en mí, por querer que de alguna forma sea un referente y “dejar en mis manos” lo más importante de vuestra vida. He de deciros que vuestra decisión me sorprendió enormemente, nunca me hubiera esperado un gesto de estas características. Para mí significa mucho lo que habéis hecho, es una gran muestra de cariño y confianza, ciertamente… me es muy difícil de explicar. Todo un honor!!!

Y a ti… qué puedo decir? Créeme, de corazón, me importa mucho… mucho más de lo que pudiera parecer. Te agradezco enormemente todo el esfuerzo que haces de continuo, el que siempre estés, que nunca desistas, tu apoyo incondicional en tantas y tantas cosas, tus palabras de aliento y de ánimo. Quizá a veces no sea suficiente, pero permíteme que esto sea un “lo siento” más, que espero me aceptes. No podría imaginarme ninguna otra persona mejor para vivir esta aventura y con la que compartir esta experiencia. Gracias por hacerlo posible!!!