jueves, 25 de junio de 2015

Otro Nacional más... ¿¿??

Entiendo que el título puede no dejar mucho a la imaginación, ¿verdad? Se puede intuir algo, pero… queda saber cómo y quiénes llegamos hasta allí… ¿corto o largo? ¿cómo fue? ¿qué pasó?
Pasan los meses, ya hace tiempo. Prácticamente estamos en la mitad del año y lo que voy a relatar en esta entrada ocurrió a principios, enero, febrero y marzo… así es que, intentaré ser breve y no dispersarme con los detalles… de hecho, es posible que tampoco los recuerde mucho.
Pues sí, al final fui una de las seleccionadas para competir en el Campeonato de Madrid de Cross corto. El resultado en mi último cross de Villalba y la decisión del club de que al campeonato fuéramos las más posibles en busca de la clasificación, me permitió ser una de las 8 que podíamos competir por el equipo. Como era habitual últimamente, aún sabiendo que no estaba en mi mejor forma, medio lesionada (gracias a “mi fisio” que me vio in extremis y como un gran favor pude ponerme en línea de salida) y con mi asma… allá que fui a hacer lo que pude. Fue el 18 de enero de 2015, en el Parque Polvoranca de Leganés, como todos los años, se levantó un día frío, gélido, de hecho hasta nos cayó algo de nieve, pero desde luego, íbamos con las ganas de siempre, de correr esos duros 4 km por el barro y las cuestas, de intentar al menos estar entre las cuatro primeras, correríamos con la esperanza de clasificarnos.


Como de costumbre, un calentamiento por el recorrido del circuito, una charla amena para liberar tensión y risas antes de la competición, hasta que llegó el momento de salir y me dije, “voy a intentar guardar para no inmolarme, intentaré ir detrás de alguna de mis compañeras para no perder el ritmo y a ver qué sale”. Así hice, salí la última del equipo (al final éramos 7 porque Vanesa no pudo ir), la salida es amplia pero se estrecha a los pocos metros y lo cierto es que ahí hubo algún que otro traspié y algún que otro empujón, pero salí más o menos airosa y me coloqué donde creía que era mi lugar… juro que intenté darlo todo, pero según iban pasando los kilómetros veía como me adelantaban algunas chicas que otras veces habían estado por detrás, eso me derrumbó un poco, mis compañeras iban muy delante, tan sólo Nieves estaba algo cerca y a Luisa no la veía (no se encontraba muy bien ese día), no sabía por dónde estaba. Con los ánimos de amigos y compañeros, con los consejos de Pedro y con todo mi sufrimiento, finalmente superé los 4 km (con esas malditas “S” en cuesta que tan duras me parecen año tras año), entrando exhausta en la meta después de un pequeño esprín que tampoco me suponía mucho, pero por si acaso quitaba algún punto me llevé a dos chicas por delante. No puntué para mi equipo porque entré sexta, pero al menos esto me dio la posibilidad de estar en el Campeonato Nacional porque efectivamente, nos clasificamos para competirlo… y no sólo eso, sino que además, para nuestra sorpresa, quedamos segundas de Madrid. ¡Grandes! ¡campeonas! Compartiría equipo con un magnífico grupo formado por Inma, Carmen, Sofía, Silvia y Nieves. Quizás los astros se alinearon ese día y me permitieron estar ahí en ese momento… que una de mis compañeras no fuera y que otra no se encontrase bien entrando detrás de mí, aunque yo no me consideraba merecedora de ello, hicieron que pudiera cumplir un año más la posibilidad de vivir un Campeonato de España absoluto… ¡gracias equipo! Sin lugar a dudas para mí es un orgullo pertenecer a este equipo donde el esfuerzo, el ímpetu, las ganas, el compañerismo y la amistad, son grandes valores que lleva por bandera.





Con esto, ya teníamos un equipo en el Campeonato de España… ahora nos quedaba intentarlo también con el cross largo, así es que el resto del equipo que no compitieron para el corto, correrían en el Parque de Las Cruces con la intención de clasificarse para ir también. Fue el 01 de febrero de 2015, junto con las “compañeras del largo”, estaríamos también las que fuimos al corto para correr como individuales y así, seguir en la dinámica de la competición. El día estaba bastante bien, soleado, sin excesivo frío, nada de barro y un circuito que a mí me pareció bastante asequible, muchos giros, pero pocas cuestas… eso sí, lo que se notaba bastante era el viento. Mis sensaciones en este caso eran diferentes, al fin y al cabo yo ya lo tenía “todo hecho” por así decirlo, simplemente tenía que disfrutar corriendo de otro campeonato de Madrid, por lo que intenté tomármelo con tranquilidad, pues parece mentira que sean tan sólo 2 km más y que se haga una distancia tan dura, más difícil y sobre todo, agotadora. Pues lo dicho, como es habitual, después de los saludos a otros atletas de los otros clubes y de ponernos en onda, nos pusimos a calentar para reconocer el circuito, que como ya he dicho era bastante favorable, aunque largo y con sus rachillas de viento. Tras esperar bastante la salida (casi quedándonos frías), se produjo el disparo y me dije “tranquila, son muchos km por delante, disfruta y no te pases… sólo hay que aguantar”. Allí que me lancé a recorrer esos 6.6 km, no puedo decir con exactitud lo que se me pasaba por la cabeza porque ya ni lo recuerdo, pero sé que al final me costó. Veía como me iban adelantando algunas de mis compañeras (lo cual era normal) y otras atletas que siempre habían estado por detrás, eso al final me desmoralizó un poquillo y pensé “qué más da, pues que se vayan… yo con llegar tengo bastante”. Recuerdo los ánimos de Mario que andaba por allí entre los giros, recuerdo los ánimos del resto de amigos y compañeros del club, recuerdo a Pedro corrigiéndome y dándome aliento, pero no… no me sirvió de mucho, no conseguí sacar más fuerzas de dentro, acabé subiendo las últimas cuestas con bastante sufrimiento y con un dolor importante en los tobillos de tanto giro (parecía una tontería de circuito pero al final… pesó). En fin, simplemente entré en meta y así quedó la cosa: la 50ª de Madrid con un tiempo de 28.16. Y tristemente nuestras compañeras que lucharon por un puesto en el campeonato de España de cross largo, tampoco lo consiguieron... aún así corrieron duro y con ánimos, son unas valientes.







Tras el Campeonato de Madrid de cross largo y un mes después, llegó la gran cita… el Campeonato de España por clubes el 01 de marzo de 2015 que se celebraría en Cáceres y ¡cómo no!, un fin de semana lleno de emociones.
Es emocionante vivir un campeonato de estas características, mi tercer nacional, allí con los grandes atletas, con los atletas del futuro, allí estaba “mi premio”, simplemente asistir, ir, vivirlo, disfrutarlo, contarlo… “yo estuve allí”.
Lo malo es que no siempre todo es tan bonito como una quisiera o quizás sea un problema mío por no saber gestionarlo, por no saber ver el lado positivo, por ser tan negativa… no lo sé. Después de la competición, al día siguiente y durante la semana siguiente, quizás más (ya no lo recuerdo), mis sentimientos y sensaciones eran deprimentes, dañinas, perjudiciales para la salud… hoy son distintas, hoy lo veo desde otro prisma, hoy han cambiado.
El viaje fue agradable, divertido, compartiendo impresiones y cosas personales, muy enriquecedor la verdad. Llegamos a Cáceres y como es habitual nos repartimos en las habitaciones, comimos, nos dimos una vuelta para hacer algunas compritas básicas y por la tarde, fuimos a reconocer el circuito.


No creo que sea necesario volver a repetir lo fabuloso del ambiente, los clubes organizándose, cientos de atletas calentando, charlando, intentando desprenderse de los nervios y las tensiones, mediante risas y bromas… un circuito algo durillo entre encinas y lo peor quizás, con un clima demasiado caluroso para la ocasión. Después de eso volvimos al hotel, ducha, paseo por Cáceres (que por cierto no lo conocía y su centro he de decir que me gustó mucho), a cenar y después a relajarnos en lo posible e ir pensando en la competición. En realidad, en mi caso, no es que haya mucho que pensar, pues simplemente se trata de correr y resistir, de no abandonar, de llegar al final y como siempre, al menos, entrar en tiempo dentro de control. Bueno pues nos levantamos y nos fuimos a desayunar, íbamos bajando poco a poco, los más jóvenes y nosotras, nuestro equipo de veteranas (ya es un mérito para competir allí en un campeonato nacional absoluto) y lo que parecía que sería un buen desayuno, relajado, tranquilo y de risas… se torció algo con alguna tensión. Finalmente recogimos todas nuestras cosas (a última hora decidimos que nos volveríamos justo después de la competición sin pasar por el hotel) y nos fuimos al circuito a “disfrutar” de la competición y la verdad, para mí… nada más lejos de lo deseado. Comenzamos a calentar, íbamos charlando, intentando liberar esos nervios que se acumulan justo antes de la competición, bromeando, soltando y bueno… aquella pequeña tensión encerrada durante el desayuno, estalló y se produjo un momento muy duro, con una fuerte discusión generando una situación muy violenta y desestabilizadora, que a mí personalmente, me dejó muy vacía, floja y desanimada. Así pues, con el disgusto en el cuerpo, las piernas temblándome e intentando “olvidar y pasar página”, pasé por cámara de llamadas, hice los últimos progresivos y me puse en meta esperando poder terminar la carrera y entrar en control.





Sólo dos vueltas había que dar, una cómoda recta antes de empezar con los giros y lo que parecía llano, se convirtió en la subida al Tourmalet. No era un circuito fácil, tenía bastantes cuestas que aunque no eran muy pronunciadas, te dejaban las piernas bastante tocadas, el terreno seco y duro invitaba a las torceduras y la última recta hasta meta (larga y en cuesta), te arrancaba todo lo que te quedase dentro. A eso le añadimos el calor que hacía y mi sensación de no poder y bueno… se me hizo tan eterno, que ni siquiera los ánimos de mis compañeros, padres y madres de los chiquillos, las instrucciones y consejos de Pedro, me sirvieron para mucho. Me faltaba el aire, las piernas me dolían, oía los gritos y ánimos de la gente, me oía a mí misma diciéndome “¿pero qué estás haciendo aquí? este no es tu sitio”, al mismo tiempo que me decía “tengo que aguantar, tengo que aguantar, tengo que llegar, no puedo abandonar”, así durante 4 km hasta entrar en meta, la última de entre mis compañeras y además, fuera de control. ¿Os imagináis mi sensación? ¿mis pensamientos? Saqué “el látigo” y me dije “¿lo ves? estás fuera de lugar, entre todas estas atletas, ¡mírate! has hecho un ridículo espantoso, no es tu sitio, no puedes competir aquí… ¡no vuelvas más!”. Con esas me volví a Madrid, con una sensación sumamente desagradable en lo personal, en lo deportivo y en lo demás, retroalimentando “mi desgracia” y sin disfrutar de “mi premio”, pensando que nada de aquél fin de semana había merecido la pena.



Como decía, aquello me duró bastante tiempo. Me costó volver a querer competir, me llevó a un mar de incertidumbre entre seguir o no, ¿otro cross más? ¡el último!, no tenía ganas y además, bueno, tampoco me apetecía entrenar y estar con la gente. Pero hoy, tres meses después, me doy cuenta de lo que supuso todo aquello… hay un dicho que deberíamos aplicarnos más a menudo “no hay errores, sólo lecciones”, porque así es, de aquél fin de semana aprendí, toda experiencia te deja una lección. Las relaciones con las personas son complejas pero hay que saber llevarlas, aprender y respetar, saber cuándo puedes o no debes, dejar que el río fluya. Y de las competiciones de ese nivel, saber que hay muchos condicionantes que marcan una carrera, si una atleta despunta en exceso y rompe la carrera, no es culpa de nadie, sólo hay que saber adaptarse y aceptarlo… hay que saber dónde está nuestro sitio y seguir intentándolo.
El dolor te hace más fuerte, la derrota más hábil y la experiencia más sabio”.
Dicho lo cual, entre un ir y venir, entre el sí y el no, parar o seguir… durante casi los siguientes quince días estuve debatiéndome entre volver o no a competir en el campeonato de España de cross de veteranos, el 15 de marzo de 2015, que era tanto individual como por clubes. Finalmente, fui… como siempre, al final siempre acabo yendo, con dudas, con un desgaste mental increíble, sin ganas casi, pero siempre voy y la verdad, estas no son formas. Debería ser más consecuente con mis decisiones, me gustaría ser más segura, tener más claro lo que quiero y/o lo que no me gusta… está claro que algo no funciona en mí, algo tengo que cambiar, lo intento o quizás no lo suficiente, no lo sé, pero así, no se puede vivir.


Este último cross fue en Alcobendas, en una mañana bastante fría y además, en un circuito bastante duro que yo desconocía y que por supuesto, no me gustó. Terreno muy duro, con mucha incertidumbre entre usar o no clavos, cuestas con gran pendiente y para colmo, tres vueltas para cubrir los 6 km del campeonato. Desde luego que dadas mis expectativas y mi estado de ánimo, no podía pedir peras al olmo y que al final “iba por ir”, correr por correr, sin ninguna motivación de nada, casi sin ningún compromiso. Aunque hacía equipo con mis compañeras, mi aportación sería mínima, por no decir, nada, ellas resolverían la competición y le darían la gloria al equipo… y a nivel individual, me daba bastante igual mi resultado pues ni mi cabeza, ni mi cuerpo me acompañaban en lo más mínimo. Así pues, allí estaba una vez más, con mis compañeras y sus parejas animando como siempre, con Mario (que también corría) y con atletas de otros equipos. Un calentamiento como de costumbre reconociendo el circuito para decidir que al final me pondría los clavos, por algunas pendientes con hierba que podían ser algo peligrosillas, aunque un 75% del circuito era tierra muy dura que no lo requería… pero así es el cross, ¿no? Y con mis medios nervios o más bien mi angustia del “no puedo”, me puse en salida detrás de mis compañeras, la última para aguantar allí sin vaciarme en los dos primeros km. Lo pasé mal, muy mal… no sólo por el terreno y el circuito en sí, sino también porque tenía bloqueados los pulmones (o eso pensé yo) y no dejaban que entrase el aire. Recuerdo sufrir mucho, los gemelos me dolían a rabiar, las cuestas se me hacían eternas y prácticamente no podía ni levantar las piernas, la falta de oxígeno no ayudaba y mi respiración era alta y angustiosa. Pero soy así, aunque por mi cabeza pasa muchas veces el abandonar y retirarme de una carrera, al final siempre termino, mejor o peor, pero siempre acabo… me da miedo retirarme en una carrera porque pienso que puede ser el principio de una “mala costumbre”, así es que al final, lo importante, es cruzar la meta.








Mis compañeras hicieron un carrerón como siempre, haciendo pódium a nivel individual en sus categorías, yo simplemente quedé la 30. Y por supuesto, quedando en primer lugar como equipos en las categorías de 40 (en la que poco pude aportar, pues como era lógico no puntué) y de 50. Pero en fin, me quedo con que estoy en un gran equipo, tengo unas grandes compañeras, competitivas, rápidas, fuertes y que siempre están arriba… y ni que decir tiene que al menos, pertenecer a él, me otorga el premio de estar entre las campeonas de España por equipos. ¡Aúpa Fuenla!


Y así acabó la temporada de cross… aquí terminó la temporada de invierno…
Colorín colorado, este cuento se ha acabado.

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