miércoles, 19 de octubre de 2011

2 semanas 2

Sólo dos semanas me quedan… y otras dos semanas más que cierro.


La verdad, cada día que pasa, los nervios me agarran más fuertemente, no me dejan ir libre y los entrenos se me van haciendo cada vez más duros, me son más difíciles de realizar, siento las piernas como losas y me encuentro cansada… será esto lo que toca? Es así como se siente una cuándo está a dos semanas del gran reto?

Los miedos empiezan a florecer, me visitan día sí, día no… si estoy tan cansada, ¿seré capaz de echar a correr? ¿cómo será la salida? ¿qué pasará en la primera subida? ¿cómo fijaré el ritmo? ¿cómo me voy a encontrar? ¿cómo pasaré cada km? ¿en qué condiciones llegaré a la media? ¿cuándo sentiré dolor? ¿responderán mis piernas hasta el final? Y más, más y más… es un sinfín de preguntas sin respuestas, es el miedo a lo desconocido, es la impaciencia porque al final, todas las respuestas estarán allí. Sólo una palabra: RESPETO.

Honor a quien honor merece.
Respetar es empezar a ganar la guerra.
Respetar es: dejar ser.

No olvidéis estas frases… volveré a hablar de ellas.

Semana del 03 al 09 de octubre
En esta semana me llevo en las piernitas 86.7 km, es la semana en la que más km he metido y como en las anteriores, han sido entrenos de ritmos tranquilos, en buena compañía, frescos, matutinos y como no… una mañana dura de 8x400 cuestas que acabaron con mis energías, definitivamente, tengo que trabajar más este tema con “la cabeza”.
De nuevo, en esta semana, el entreno más importante fue el del domingo. Ese día tocaban 28km a ritmo lento, por debajo de 5’10 de media y acabando en progresión a 4’50. Lo cierto es que la distancia no me daba miedo, ya he hecho tiradas de más o menos esos km, pero lo del ritmo… era otro cantar y sí me preguntaba cómo lo iba a gestionar, aparte de notarme ya bastante cansadilla. De nuevo, hicimos el entreno Mario y yo juntos, algo que viene siendo habitual los fines de semana y que si no fuera así, creo que ya no podría hacer este tipo de entreno El circuito fue el habitual, saliendo desde casa cruzando unos cuantos parques, caminos cercanos a las autovías y al menos, esta vez, no hacía excesivo calor porque fuimos a una hora razonable. No es un secreto que últimamente estoy pasando una racha emocional algo inestable, así es que, hubo algún que otro momento duro y de “crisis” durante el entreno que me hicieron dudar de si seguir o no adelante con todo esto. Los primeros km fueron tranquilos, hablando de nuestras cosas, cogiendo ritmo, controlando pulso… llegados como al km 7, compramos unas aguas y reponemos, seguimos, vamos aumentando ritmo, el pulso empieza a subir, alguna cuestecilla que otra (no es un circuito plano y fácil) y seguimos. Llegamos como al km 16 y las piernas ya empiezan a quejarse, sin embargo vamos a buen ritmo, un trocito llano, nos adelanta un ciclista que nos anima “¡muy buen ritmo chicos!”, el paisaje no es precisamente bonito (pero es el nuestro) y ahí vamos en torno a 4’30.
Seguimos rodando e intentando apurar algún que otro km más antes de tomarnos el gel, todavía quedan bastantes km, no hay que precipitarse, pero la cabeza ya empieza a jugarme malas pasadas. En el km 20 entramos por los caminos y decidimos tomar el gel; no estoy acostumbrada a digerir este tipo de cosas, me cuesta bastante mantenerlas en la boca, no me sientan muy bien cuando me caen en el estómago y al final, tardo en asimilarlas. Pero lo que es la “mente” y la forma de ver las cosas, unas palabras a tiempo, imaginación y el gel entra solo, sin problemas y sienta estupendamente, como si fuese un plato exquisito. Y con energías “renovadas” seguimos bajo el sol, ahora sí algo más abrasador y a un ritmo por debajo de 5’, intentamos ir bajando en cada km… ¿cuánto queda? Pero Mario no me quiere contestar, sin embargo su pulsómetro me lo chiva y me doy cuenta de que aún quedan 4 km, me vengo totalmente abajo, no puedo mover las piernas, me duelen los cuádriceps, los isquios, los gemelos… no puedo respirar, me falta el aire, empiezo a darle vueltas y a no verle sentido a todo aquello, pienso en mi estado de ánimo actual, respiro agitadamente, si esto me pasa en un entreno de 28 km, ¿qué me pasará el día de la carrera?, la ansiedad me invade y rompo a llorar, quiero parar, no puedo seguir, casi me paro, bajamos el ritmo (se nos va a 5’08), pero Mario está ahí, sigue ahí, me habla, me anima, me apoya, me ayuda y me hace seguir adelante… cojo aire, desecho mis pensamientos, me tranquilizo y me obligo a seguir, hay que terminar y ya sólo nos quedan 3 km. No sé cómo lo hago, no soy consciente de ello, sólo veo a Mario a mi lado, le oigo pero no le escucho, él me lleva, yo le sigo, los últimos km caen a 4'52, 4'46 y 4'39… escucho el pulsómetro, por fin 28 km, me paro, un abrazo… ¡gracias!.

El entreno fue intenso, creo que sufrí un amago de lo que podría ser el maratón, he de decir que la mente es fundamental en todo esto, nunca lo he dudado, ahora estoy más que segura de que es una carrera de cabeza, hay un gran componente psicológico que hay que tener muy presente, controlarlo y dominarlo. Una vez en frío, casi sin poder andar, ¡subidón!.
Después del esfuerzo físico, el día continuó de una forma excepcional… dos horitas en un SPA relajándonos entre chorros de agua, saunas, baños fríos y duchas, con una comida espectacular que dio un cierre mágico a la velada… será difícil de olvidar.


Semana del 10 al 16 de octubre
En esta semana, no hay mucho que contar… 44.6 km, muy pocos debido a las circunstancias. Sólo han sido 3 días de entrenamiento porque el viernes caí enferma con amigdalitis y fiebre, con lo que no he podido realizar las tiradas más largas e importantes del fin de semana.
Tan sólo destacar el día de las cuestas, siempre tan duras, tan difíciles, tan exigentes, no tienen piedad, te machacan, te dejan sin fuerzas… uf! La sesión era dura, 4 km de calentamiento y después 10 cuestas de 400 m, más otros 4 km al final. Se hacen muy largas y muy duras este tipo de cuestas, no sé si por la pendiente, el calor, la distancia en sí… pero ese día no tenía yo muchos ánimos para ejecutarlas… hice las 3 primeras en 2’’ y me paré, estaba exhausta y no quería seguir, una vez más, estaban allí Mario y los niños animándome y empujándome a subir… volví a intentarlo, un poco más lenta hice otras 2, ya iba por la mitad, volví a sentarme, otra vez, no quiero más… “venga en dos bloques, baja más el ritmo, es mejor hacerlas lentas que no hacerlas” y me dije, “vale hago 8 y ya está” y así fue, llegué a la octava y cuando fui a parar, el último empujoncito, un último respiro y total, si sólo quedan 2, ¡ánimo y hasta la décima! La verdad es que aunque a veces se pasa mal, se sufre, cuando al final lo consigues y te das cuenta de la capacidad de superación que tenemos, la cantidad de energía que podemos sacar aunque creamos que se nos ha agotado, es cuando de verdad te sientes satisfecha contigo misma… y es lo mejor que hay.


Como digo, no mucho más, porque desde el viernes que me tocaba descansar y me puse enferma, no volví a entrenar. Sin embargo, el domingo un par de cositas a destacar. Nuestro chiquillo nos pidió que le lleváramos a una carrera en Villaviciosa de Odón, así es que, allí estuvimos durante la mañana. Es increíble las ganas con las que se toman estas carreras los niños, el esfuerzo que hacen, la ilusión que ponen, sus nervios, cómo chispean sus ojillos, cómo transmiten alegría, cómo se lo toman tan en serio… y qué felices les hace una bolsa de chuches o un simple trofeo familiar que dan a todo el mundo. Ellos se sienten importantes, completos y satisfechos, así pues, con eso me quedo. Después acompañé a Mario en bici, mientras hacía su tirada larga (buen trabajo el que estás haciendo) y fue todo lo que pude sacar de provecho deportivo… pero en esta ocasión, son otras cosas las que cuentan.



Y mientras tanto mi cabecita machacándome… aunque hoy soy consciente de que quizás me haya venido bien este parón de 3 días, porque me notaba algo cansada, durante el fin de semana no he podido evitar pensar que todo mi esfuerzo no ha valido para nada, que perdería todo el trabajo realizado, que al final no llegaría, que menudo momento para estar con antibióticos, etc… etc… pero es lo que hay, cuando el cuerpo toma las riendas y dice basta, no se puede luchar contra ello… “el cuerpo es muy sabio y ha decidido limpieza”.

Este fin de semana ha sido un punto de inflexión en muchos aspectos. Mis circunstancias me han llevado a tomar algunas decisiones importantes, cambios, cambios, algunos cambios… emocionales, de actitud, de confianza, con nuevos comienzos, otros replanteamientos, nuevo espíritu, nuevas canciones… así es que también para ti hay un buen trocito, porque en estos momentos tan complicados, a estas alturas de la película y en la recta final, has decidido ayudarme, reorientarme y motivarme… quizás ahora no lo sepas, pero para mí es muy importante esto que haces, ¡gracias mil!

Ahí queda eso... miraré bien y no me dejaré ganar.


Y la canción de la semana... dedicada al número 1 de mi vida.

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