jueves, 1 de noviembre de 2012

Próxima estación: noviembre rojo


Un día tal cómo hoy estaría escribiendo la crónica de mi última carrera y sin embargo, no es el caso, porque no hay ninguna competición de por medio.



El domingo 28 de octubre de 2012, se celebró la Media Maratón de Fuenlabrada, una carrera que ha tenido diferentes recorridos y que ha contado con distintas modalidades durante su existencia, como por ejemplo la carrera de la mujer de 6 km o actualmente, un diez mil… carreras anexas que por supuesto, tienen sus seguidores y sus detractores.



A esta carrera le tengo especial cariño, primero porque se celebra en mi pueblo y en fin, aunque no sea muy bonito, ni tampoco lo es el recorrido, “soy de Fuenla… ¡qué le vamos a hacer!“ Y en segundo lugar, porque desde que empecé a correr, ahí he estado cada año… el primero me estrené con la Carrera de la Mujer en la que quedé primera local (creo que fue la primera vez que subí a un pódium y esa sensación es única), el segundo año ya me atreví con la Media en su recorrido antiguo cuando era a una sola vuelta, quedando 5ª en la general y 1ª local… y el tercer año, en la pasada edición de 2011 con el circuito actual a dos vueltas, llegué 3ª de la general y 1ª local… quizás con todo ello me acostumbré a estar en el pódium, además de con mis familiares y amigos cerca, además con un post siempre muy agradable.

Pero este año ha tocado estar de espectadora, de animadora, tras la barrera aunque disfrutando tanto o más cómo cuando estás dentro. No voy a negar que cuando llegaba al polideportivo se me hizo un nudo en el estómago, se me erizaron los pelillos y me dije “¡qué envidia!” y es que no puedo evitar sentir el ambiente, la sensación de colgarme un dorsal y ponerme tras la línea de salida, escuchar los comentarios nerviosos de los últimos segundos, sentir la necesidad de poner mi corazón a mil por hora y correr, correr y correr, demostrándome una vez más “que puedo”, que soy capaz de cruzar el arco de meta.

No, esta vez no tocaba… era el turno de estar con mis pequeños, quizás unos futuros atletas, esa generación que nos recogerá el relevo. Me encanta ver cómo disfrutan al máximo, desde que suena “el disparo” de salida que ya van dándolo todo, van al 100%, con el corazón en un puño y se sienten seguros, satisfechos y felices por el simple hecho de estar ahí, sobre una pista de atletismo y corriendo hacia el arco de meta. ¡Son fantásticos! Es muy divertido verles disputar una carrera, cómo salen a mogollón, cómo se dejan la piel, cómo esprintan los últimos metros, la sonrisa de sus caras cuando cruzan el arco o incluso algunos llantos cuando no han conseguido lo que esperaban… y sinceramente, a veces deberíamos pararnos a pensar en ello porque estos pequeños nos enseñan más cosas de las que somos capaces de percibir.






En definitiva, una bonita mañana en familia disfrutando con los niños y con los amigos, pues al menos seguimos manteniendo esa tradición del post en Fuenla… una comida muy agradable, divertida y de las que quieres volver a repetir.

Ahora bien, con este post no quisiera transmitir ni pena, ni nostalgia porque no esté compitiendo, ahora estoy viviendo y disfrutando otra etapa. La verdad, me siento mucho más relajada, porque cómo ya he contado en alguna ocasión, las competiciones me ponen muy nerviosa, consiguen hacer que no duerma la noche anterior, me estresan aunque reconozca que esto también es un buen entrenamiento mental y por supuesto es un precio que me gusta pagar porque me gusta competir… pero hoy estoy disfrutando de otra forma, con los entrenos que estoy viviendo, estoy sintiendo cosas diferentes, me encuentro con otra energía, con otra fuerza, no sé… capaz de mucho más de lo que he hecho hasta ahora, capaz de llevarme a otros límites, es cómo un pálpito… pero “ssssssshhhhhhh, relax”.

Y hasta aquí he llegado, con otras dos semanas de entrenos en mis piernas, además de que me lo he pasado muy bien (bueno, también me ha costado lo mío), me he sentido renacer, empezando a recuperar forma, me empiezo a sentir fuerte y con confianza.

La semana del 15 al 21 de octubre incrementé tiempos, pasé a rodajes de 1 hora con fuerza y progresivos, metí más cuestas con progresión al final, un poquito más de potencia aeróbica y además… un golpe contra un bolardo de madera que casi me lesiona gravemente. Sí, lo que habéis oído, me di un golpe en el cuádriceps, saltando por encima del dichoso palo y cayendo al suelo… mis pobres compañeros de entreno se quedaron blancos pero yo había ido a entrenar y no lo iba a dejar, además ese día tenía dos miles en los que quería probarme un poco cómo andaba de estado de forma, eso sin contar el estrés de la noche anterior porque cuando tengo entrenos de calidad que sirven para testearme… uuuuuussssshhh. Hice prácticamente todo el entreno de ese día: 6 km de calentamiento, 10 minutos de PA y dos miles, pero bajando del ritmo planificado porque el dolor de la pierna no me dejó ir muy bien y al final, sólo pude hacer uno de los miles… quizás locura, quizás una imprudencia pero tenía que probarme y lo hice a 3:43 (¡uf! ¡qué subidón! ¡me sentí volar!), sin saber qué hubiera pasado en el segundo mil, aunque al final de todo, el resultado fue un sabor agridulce. Lógicamente, al día siguiente, no pude hacer el entreno planificado.



Y eso me lastró durante la semana siguiente del 22 al 28 de octubre, porque no pude hacer la semana de entrenos que tenía planificada, lo que me cabrea mucho, me desespera y al final, me entristece… pues justo cuando empezaba a notarme bien, ¡zas! Otro medio parón y sin poder exigir mucho al cuerpo. Así es que esa semana fue muy relajada, tres días de rodaje, algún progresivo y un poco de PA, todo suave y con miedo porque el dolor no me ha dejado exprimirme lo que yo hubiera querido, además del temor de que ese golpe se hubiera convertido en una auténtica lesión. Al menos me llevé un bonito vendaje...

Dos semanas más, un poco más de experiencia, un nuevo bache, algún que otro impedimento, algo más de tensión, trabajo mental y ¡a seguir! Porque este mes acaba ya… pero nosotros no, no estamos acabados, simplemente estamos empezando… próxima estación: noviembre rojo.




¡Nos vemos!


1 comentario:

*Pegasus* dijo...

Bueno, pues superado el susto del bolardo y el taping rosita, espero que los entrenos te ten confianza de cara a tu próxima prueba dentro de unos días.

Tú puedes, yo puedo, nosotras podemos.

Besos,