viernes, 27 de enero de 2012

Corto y cambio


Lo sé, lo sé… así no es, todos conocemos esa mítica expresión entre dos interlocutores que dice “cambio y corto”, se cierra la conversación y “a otra cosa, mariposa”.

Bueno, pues podríamos encontrar una similitud, aunque en este caso ese “corto” no se refiere a un verbo, sino al adjetivo. Una palabra que define, identifica, refleja la peculiaridad o característica de algo.


De entre las definiciones que podemos encontrar, yo me quedo con tres de ellas:


1. Dicho de una cosa que no tiene la extensión que le corresponde.
2. Dicho de una cosa que es pequeña en comparación con otras de su misma especie.
3. De poca duración, estimación o entidad.

Parecen afirmaciones claras y contundentes, ¿verdad? Sin embargo, cuando las analizas en profundidad, todo es relativo. “Algo que no tiene la extensión que debe”, pero, ¿quién decide cuál es esa extensión correcta? ¿por qué es corto? ¿corto en base a qué?, ¿corto para quién? He aquí la siguiente acepción “en comparación con otras de su misma especie”, cuando existe algo similar con qué comparar, es cuando se puede decidir si es corto o no. Y para remate final “de poca duración, estimación o entidad”, una vez más, ¿comparado con qué?

Y todo este juego de palabras o casi trabalenguas, para deciros que el domingo pasado 22 de enero, corrí el Campeonato de Madrid de Cross corto absoluto que a mí, me pareció eterno. Y es que de momento, 4 km de campo a través, con subidas y bajadas, giros por aquí y por allá, me siguen pareciendo más largos y más duros, que los 42 km del maratón de NY que hice en noviembre.

Toda la semana preparándome para enfrentar este reto, era muy consciente del nivel que allí habría. Un campeonato absoluto con todas las categorías, estaba claro que estaría lleno de jovencitas que corren cual gacelas, ligeras, rápidas y además, por equipos y clasificatorio para el Campeonato de España… uf! Me temblaban las piernas cada vez que pensaba en ello, porque además, había que hacer un buen papel dentro del equipo, con lo que la presión, era el doble… había que puntuar, entrar entre las 4 primeras del equipo e intentar hacer una buena posición en beneficio del equipo.


Entre los entrenos habituales (había que seguir trabajando), un entrenamiento mental (que fue divertido y motivador), todos los dolores habidos y por haber (que yo creo no eran imaginarios), mi cuerpo en modo ahorro de energía… transcurrió la semana y llegó el momento. Llegué a Polvoranca acompañada de los mejores animadores que se podría pedir, mis hijitos, mi mamá, mi hermana y mi sobri, mi tía y mi entrenador… ¡uf, qué emoción!, con un día espectacular que no podría haber salido mejor, soleado, cálido, buen ambiente… y dispuesta a darlo todo, hasta reventar.



Después del calentamiento con las compañeras, antes de entrar en la cámara de llamadas, los nervios ya empezaban a hacer estragos, así es que una última charlita con Joaquín que me orientó en cómo afrontar el circuito y la carrera, me tranquilizó (mira que eres zorro sabio) y allá que fui, con mis compañeras al cajón que nos correspondía. Decidimos que yo fuera la tercera, aunque hubiese preferido otra posición, puesto que aún no sé regularme y creo que deberían ir delante mis compañeras que son mucho más expertas y tienen más que ofrecer al equipo, pero bueno, así me tocó y salí disparada.

A los 100 m más o menos, cuando ya se enfrenta el circuito, oí los ánimos de mi familia y un “tranquila Raquel, tranquila, con calma”, así es que pensé que ya iba demasiado deprisa, que tenía que bajar un pelín el ritmo y que podía hacerlo. Pensando en que la primera vuelta tenía que ser de reconocimiento, que tenía que reservar un pelín para el final, encontrar un grupo, llegué al primer km y ¡zas! la sorpresita del circuito, una serie de zigzag en cuesta que me dejaría bastante tocada, subo asfixiada y cómo puedo, bajo alargando zancada y dejándome caer. Mientras tanto llegan mis compañeras (Alex y Lourdes) y se ponen a mi lado, si no recuerdo mal, ya completamos juntas la primera vuelta. Así es que en la siguiente vuelta no tenía que pensar mucho, sólo tenía que seguir corriendo, dándolo todo y sobre todo, intentar no despegarme mucho del grupo. Mientras tanto voy escuchando los ánimos de mi familia, “¡corre mami!”, “¡venga Raquel!”, del compi Cris que fue haciendo fotos y corriendo de un lado a otro “¡muy buen grupo chicas, seguid así!”, del resto de chicos y compañeros del equipo, los consejos de Joaquín para enfrentar el último tramo… hasta llegar de nuevo al zigzag, donde ya voy con ganas de vomitar y casi sin poder subir (tengo que trabajar más las cuestas).

Ahí Alex se lanza y se separa, Lourdes y yo las seguimos prácticamente juntas, pero al finalizarlas, ella también se va y yo ya no me veo con la capacidad de seguirla, ya voy casi vacía y no me queda mucho para afrontar los últimos metros… así es que, no sé si me abandono un poco o realmente, no tenía más… pero ni alcanzo a Lourdes, ni a otra chica de otro club que iba junto a nosotras.
Escucho los últimos ánimos y a mi hermana corriendo a mi lado, aunque casi no tengo noción de la gente que había, no veía caras, sólo oía los gritos y me dejo llevar hasta el arco de meta… donde nos esperaba Patricia que había llegado la primera tras una excelente carrera, dándonos ánimos y felicitándonos… “muy bien Raquel, ¡hemos cerrado equipo contigo!”.

¡Qué subidón! Lo he vuelto a hacer, he corrido y he terminado, he cumplido con otro objetivo, entré la cuarta de mi equipo y en un tiempo de 15’55’’… no está mal, ¿verdad?

En cuanto a la clasificación del equipo, creo que teniendo en cuenta el nivel y las edades de las corredoras, no está mal nuestra actuación, hemos quedado las cuartas con posibilidad de ir al Campeonato de España en la repesca, a ver si hay suerte y podemos estar allí.


Y volviendo al principio, ¿creéis realmente que el momento es de una intensidad corta? ¿que el estado de ánimo que se te queda es de corta duración? ¿son 4 km un recorrido corto? Pues es evidente que depende de para quién, depende con qué lo compares, porque siempre, siempre… depende.

Y ahora, después de todo esto… “corto y cambio” o ¿cambio y corto? ¿qué toca ahora? ¿a qué cambio? ¿cierro etapa? ¿descanso? Siguiente prueba: Campeonato de Madrid de Cross largo absoluto.

Cross largo, ¿cuánto de largo? ¿son 2 km más, suficientes para decidir que es largo?



 

domingo, 15 de enero de 2012

Adiós 2011, hola 2012

Medio mes de enero cumplido y yo todavía sin pasar por aquí y felicitar el año… ¡qué despiste! Lo dicho, espero que todo el mundo haya tenido unas bonitas fiestas navideñas y que el 2012 se presente lleno de ilusiones, retos, objetivos y ¡muchos km que recorrer!

¿Y cómo acabé yo el año? Pues cómo era de esperar, corriendo. Aunque no sea la mejor carrera para batir marca, aunque no sea la carrera más cómoda, que si la organización esto o lo otro, para mí es una tradición (desde que llevo corriendo), hacer la San Silvestre Vallecana y despedir así el año. Una carrera que tiene miles de seguidores y otros tantos detractores, pero en fin, es cuestión de gustos, todo es respetable y yo no voy a entrar en ello. A mí, simplemente me gusta correrla, ir por esas calles de Madrid el último día del año, con esa magnífica animación… es más que suficiente.

Después de haber pasado la mañana en la San Silvestre Vicalvareña, donde corrieron mis dos pequeñuelos y algunos amigos, nos dispusimos Mario y yo a participar en la que como digo, es nuestra última carrera del año. Prisas por llegar a casa, comer, organizar las bolsas, chequear todo y buf te das cuenta que falta la pulsera del ropero… ¡vaya por Dios! Más tiempo perdido para sacar los justificantes, corre que te corre en coche, “vamos tarde y encima se me ha olvidado el pulsómetro… ¡qué desastre!”, ir hasta el metro (que va lleno de gente) y por fin… llegamos al Santiago Bernabéu dónde habíamos quedado con un par de amigos que no sabríamos si al final veríamos. Llamadita a Charo que iba a animarnos y quién siempre está dispuesta a ayudar en caso de complicaciones (gracias guapa) y al final a la que no vimos (una pena). Dejamos la ropa y nos fuimos a los cajones, trotando, tranquilamente a calentar y donde coincidimos 5 minutos con Jesús y José Luis. Muchos nervios por llegar a tiempo, pero este año ha sido en el que mejor nos hemos organizado, entramos cómodamente y sin aglomeraciones, bien situados entre las primeras filas, habiendo calentado y además, dispuestos a ir “por sensaciones” porque justo en ese momento, el pulsómetro de Mario también se quedó sin batería… ¡ay, vaya par!

Sabía que no podía esperar mucho de esta carrera, no podía pretender mejorar mi marca, la semana había sido una semana más de entrenamiento, incluso el día anterior había corrido la San Silvestre de Humanes acompañando a mi hermana (muy divertida), pero aún así, iba con la esperanza de poder hacer algo digno, intentando darlo todo, aún a sabiendas de que mi cuerpo estaba a tope de carga y cansado. Emoción en la salida, disparo y ¡a correr! Siempre con Mario de referencia, sin reloj, fuimos cogiendo ese ritmo de competición que mis piernas y mi corazón me permitían, en el km 2 nos pasa mi compañera Patricia (menuda máquina) y la veo irse, pero yo a lo mío; fuimos bastante constantes, un motorista de la organización nos anima un rato, veo a Pedro y a Antonio que nos dan ánimos (siempre se agradece una cara amiga), en el km 7 nos pasa Lourdes otra compañera (muy buena carrera), vamos bajando y oigo gritos, pero nada claro… ni siquiera me voy dando cuenta de la gente, tengo la sensación de ir en un túnel y así llegué más o menos hasta el Puente Vallecas, donde toca enfrentar la subida más dura de la carrera. Respiro hondo, las cuestas siempre me penalizan, pero intento no bajar mucho el ritmo y apretando dientes tiro hacia arriba mientras oigo las palabras de ánimo de Mario y su “¡venga bracea!”. No sé cuánto tiempo tardo porque se me hace eterno, pero al final llegamos arriba, giro a la derecha y ahí está el km 9, aunque hay un poquito de bajada no da para recuperarse, queda poco pero ya voy agotada, sin fuerzas y quiero parar. ¡Qué largos los últimos 500 m! Aunque voy con los ánimos de Mario y de un grupo de chicos que empiezan a gritar mi nombre (me parecieron cientos), voy con la sensación de no tener más fuerzas para enfrentar la última cuesta. Último giro, ahí está, veo el crono, el corazón no me da para más, me falta la respiración, pero Mario me coge de la mano y tira de mí para pasar bajo el arco de meta juntos. Necesito coger aire, me apoyo sobre mis rodillas y me giro para ver el reloj, a duras penas veo un 43’45’’ y me digo… “¡pues vaya marca!”. Sabía que no podía exigir más a mi cuerpo, pero a pesar de ello y cómo de costumbre, no pude evitar pensar que lo había hecho fatal. Al final un 43’33’’ (a 20 segundos de mi mejor marca) cierra el año y mi semana de entrenamiento, pero con un sabor agridulce y una reflexión “Bekele no bate el record del mundo cada vez que corre”.

¡Nuevo año! El 02 de enero abre la siguiente semana de entrenos, se plantea chula y expectante por el habitual entrenamiento sorpresa, me digo… ¡a por ella! Pero a media semana, llegan propuestas y alternativas, “¿te apetece un cross este fin de semana?”, empiezo a preguntarme si estoy preparada, si puedo… “¿pero cuántos km?”, “¿y eso?”, “¿por qué?”, “¿seguro?” y al final, entre idas y venidas, debates, apuestas, bromas y retos… acabamos decidiendo que competiría en el Trofeo del Paris cómo entrenamiento de calidad. Así pues termino la semana con alguna modificación y me presento el domingo 08 en el Parque Lineal del Manzanares con mi amigo Carlos y Mario, que tendría que hacer un ritmo controlado a 4’15’’ y que yo debía aprovechar para seguirle, ayudándome como liebre.

El día es ideal, soleado, no hace frío… cogemos el dorsal, saludamos a varios amigos, llevamos las cosas al coche, un último té y empezamos a calentar. Había pasado la noche dando vueltas, “bajar de 45’, ¿ritmo 4’15’’?... ¡eso es un 42’30’’! ¡qué locura!”, estaba nerviosa, en la salida la última charla con Belén e Iván, pienso que tengo que bajar un minuto el resultado de la semana anterior y a seguir a Mario en lo que pudiese, no desfallecer, correr y correr, darlo todo… ¿sería capaz?

Salimos rápido, para mi sensación demasiado, recorremos el primer km con bastantes corredores alrededor y alguna chica delante (entre ellas Belén), giros, vueltas, íbamos por debajo de 4’00 seguro porque me faltaba el aire, por el km 3 veo a Joaquín animándonos (gracias por la sorpresa), voy algo pasada y en torno al km 4 o 5 que me adelanta una chica, empiezo a decaer, bajo el ritmo y Mario se empieza a ir… primera vuelta y empiezo de nuevo, pero ahora yo sola. En esta ocasión casi no recuerdo el paso por los km, los mismos giros, las mismas subidas, voy con un chico bastante rato, asfalto, arena… escucho a Joaquín “vamos Raquel que tienes a la 5ª ahí delante” y sigo corriendo mientras pienso si seré o no capaz de cogerla, lleva un buen ritmo y la veo correr muy bien, no me creo capaz pero sigo corriendo, otra vuelta y de nuevo “venga, venga, vamos Raquel que está ahí mismo, un último esfuerzo”, aún no sé cómo, tengo que hacerlo, así es que saco fuerzas y meto un cambio de ritmo, alcanzo a la chica en torno al km 8 y pienso “espero que no me pase factura este cambio y me alcance”.

El chico de antes ya no me acompaña, ahora es otro chico el que se pone a mi lado y empieza a animarme cuando me ve adelantar a la chica… “venga muy bien que sólo quedan dos km”. Casi no recuerdo esos dos km finales, sé que iba muy escasa de fuerzas, no sabía el ritmo que llevaba porque no quería mirar el reloj, el chico me iba animando todo el tiempo, “vamos te queda un km y vas muy bien”, yo sólo pensaba en llegar y no me atrevía a mirar para atrás por si me adelantaba la chica, pero de reojo iba al tanto de los corredores que me pasaban… por fin veo los últimos 500 m, respiro, más ánimos “ya lo tienes, un último esfuerzo con sprint, entra alegre” y enfilo los últimos 200 m por las tablas, pequeña subida, veo a Mario animándome, oigo a Joaquín felicitándome y cruzo el arco de meta casi sin respiración, con el pulso disparado y con el crono en 42’45’’. Muy contenta por mejor marca personal, cojo aire y respiro profundamente, mi compañero de los dos últimos km me da la enhorabuena (gracias por tu apoyo) y entra Carlos al momento con una muy buena carrera también. ¡Objetivo conseguido!

Casi no me puedo creer que tan sólo a una semana de haber competido, haya podido mejorar marca personal. Van llegando los resultados de mi trabajo, poco a poco, aunque parece que aún quedan más por venir… y yo empiezo a estar ansiosa por descubrirlos.


Finalmente, 5ª general femenina y cómo colofón final (debido a las normas de la carrera), subo al pódium en el segundo puesto de veteranas, compartiéndolo con mi amiga Belén Díez que sube al primer cajón (excelente carrera, enhorabuena) y con Paloma Ruiz en el tercer puesto.


Próxima parada 22 de enero: Campeonato de Madrid Cross Corto.