Aquí está, llega el frío, llega el barro, llegan los clavos… llega el cross. Bueno, más o menos porque en verdad, el frío tarda en llegar, hay pocas lluvias y poco barro, pero empezamos a calzarnos los clavos y a competir en esa modalidad que tanto nos gusta y en la que tanto se sufre (cada vez estoy más convencida de que soy masoca).
Así pues, después de la carrera de las empresas, la siguiente competición que enfrento es el campeonato de Madrid de clubes de veteranos, más conocido como el “cross de Parla”, el 21 de diciembre de 2014. Pues lo dicho, me levanto aquella mañana soleada en medio de las fiestas navideñas, después de las últimas carreras, entrenos, acontecimientos… ya sabéis, con una idea bombardeando mi cabeza: “ve y corre, total, no tienes nada qué perder, ni qué ganar… tu participación es simplemente de extra”, con lo cual, ya tenía perdida la batalla. Este año hemos ido con dos equipos para las dos categorías y bueno, en el equipo al que yo pertenecía estaba claro quiénes puntuarían, grandes compañeras con enormes cualidades y muy en forma, yo sólo tenía que ir por si acaso algo se torcía, pero vamos, era poco probable. El caso es que ya allí calentando tenía muy malas sensaciones, ansiedad, falta de aire, dolores musculares… según avanzaba en el calentamiento, menos ganas tenía de competir y sabía que mi posición dentro del equipo sería penosa, cuanto más en la carrera en general. En fin, lo dicho, ya había perdido la carrera antes de comenzarla (bueno a ver, entendedme, no es que la pretendiera ganar pero creo que tampoco luché por un puesto digno). Un último consejo de Pedro antes de la salida “juega y diviértete” que no me sirvió de mucho y ale, salimos a toda leche como es de costumbre. Intenté mantenerme atrás para no fundirme demasiado, pero lo cierto es que aunque escuchaba los ánimos de todas las personas que estaban allí viéndonos, las palabras de Pedro, en le primera vuelta ya quería dejarlo, no me veía allí sufriendo, me faltaba el aire y me notaba torpe y pesada. Mis compañeras estaban muy adelante, algunas que quedaron atrás empezaron a pasarme, una a una… más chicas me pasaban, yo seguía corriendo casi por inercia porque no iba bien, no podía con mis piernas, llevaba el pecho cerrado, escuchaba mi respiración y no iba disfrutando… me seguían pasando chicas y con el pensamiento de dejarlo, di la otra vuelta al circuito grande. Está claro que la cabeza lo es todo, eso lo sé, pero me es imposible aplicármelo, como estaba convencida de que no podía, como estaba convencida de que ese no era mi sitio, no luché, corría pero sin correr (no sé si me explico), sólo me dejaba llevar y ni los gritos, ni los ánimos de la gente podían sacarme de esa espiral en la que me encontraba… fue en el momento en el que me adelantó una amiga de otro equipo cuando supe que no era mi día, no era mi carrera y no sé ni siquiera, si era mi temporada. Llegué como pude, asfixiada, abatida, de mal humor y por supuesto, insatisfecha. En resumen, fue un mal estreno de temporada de cross en cuanto a sensaciones y disfrute, noté como un ahogo más fuerte de lo normal, fue uno de esos días que prefieres borrar… aunque claro, como equipo y gracias a mis compañeras quedamos las primeras en la categoría 35/45 y segundas en la de +50. ¡Aúpa el Fuenla!
Así pues, después de la carrera de las empresas, la siguiente competición que enfrento es el campeonato de Madrid de clubes de veteranos, más conocido como el “cross de Parla”, el 21 de diciembre de 2014. Pues lo dicho, me levanto aquella mañana soleada en medio de las fiestas navideñas, después de las últimas carreras, entrenos, acontecimientos… ya sabéis, con una idea bombardeando mi cabeza: “ve y corre, total, no tienes nada qué perder, ni qué ganar… tu participación es simplemente de extra”, con lo cual, ya tenía perdida la batalla. Este año hemos ido con dos equipos para las dos categorías y bueno, en el equipo al que yo pertenecía estaba claro quiénes puntuarían, grandes compañeras con enormes cualidades y muy en forma, yo sólo tenía que ir por si acaso algo se torcía, pero vamos, era poco probable. El caso es que ya allí calentando tenía muy malas sensaciones, ansiedad, falta de aire, dolores musculares… según avanzaba en el calentamiento, menos ganas tenía de competir y sabía que mi posición dentro del equipo sería penosa, cuanto más en la carrera en general. En fin, lo dicho, ya había perdido la carrera antes de comenzarla (bueno a ver, entendedme, no es que la pretendiera ganar pero creo que tampoco luché por un puesto digno). Un último consejo de Pedro antes de la salida “juega y diviértete” que no me sirvió de mucho y ale, salimos a toda leche como es de costumbre. Intenté mantenerme atrás para no fundirme demasiado, pero lo cierto es que aunque escuchaba los ánimos de todas las personas que estaban allí viéndonos, las palabras de Pedro, en le primera vuelta ya quería dejarlo, no me veía allí sufriendo, me faltaba el aire y me notaba torpe y pesada. Mis compañeras estaban muy adelante, algunas que quedaron atrás empezaron a pasarme, una a una… más chicas me pasaban, yo seguía corriendo casi por inercia porque no iba bien, no podía con mis piernas, llevaba el pecho cerrado, escuchaba mi respiración y no iba disfrutando… me seguían pasando chicas y con el pensamiento de dejarlo, di la otra vuelta al circuito grande. Está claro que la cabeza lo es todo, eso lo sé, pero me es imposible aplicármelo, como estaba convencida de que no podía, como estaba convencida de que ese no era mi sitio, no luché, corría pero sin correr (no sé si me explico), sólo me dejaba llevar y ni los gritos, ni los ánimos de la gente podían sacarme de esa espiral en la que me encontraba… fue en el momento en el que me adelantó una amiga de otro equipo cuando supe que no era mi día, no era mi carrera y no sé ni siquiera, si era mi temporada. Llegué como pude, asfixiada, abatida, de mal humor y por supuesto, insatisfecha. En resumen, fue un mal estreno de temporada de cross en cuanto a sensaciones y disfrute, noté como un ahogo más fuerte de lo normal, fue uno de esos días que prefieres borrar… aunque claro, como equipo y gracias a mis compañeras quedamos las primeras en la categoría 35/45 y segundas en la de +50. ¡Aúpa el Fuenla!
Después de Parla, la siguiente carrera no fue mucho mejor, la mítica y ya institucionalizada en mi agenda navideña, la San Silvestre Vallecana. Este año, casualmente nos quedamos sin dorsal por “dormirnos en los laureles” y bueno, tras escribir un correo a la organización criticando el que hubieran abierto tanto la mano para que entrase gente que no tenía marca acreditada en 10K (que conste que no me molesta que haya más corredores, me molesta que cada vez sea más y más negocio, no importa el valor de la carrera, importa el dinero), me vinieron a decir “sí, sí… muchas gracias guapa por tus sugerencias pero lo más que te podemos decir es que optes a un sorteo de Ibercaja a ver si tienes suerte”, ¿qué? ¿cómo se te queda el cuerpo? Pues igual que a mí, me dije, “vamos que ni de coña, este año no corro la SSV por tonta”, pero en fin, opté al concurso por si acaso. Total, que ya me había convencido de que no la correría, que este año no iba a seguir la tradición, quizás era momento de dejar ese rito tan absurdo y sencillamente, relajarme porque la verdad, ya sabéis (por otros años) que esta carrera me estresa mucho, no sé por qué, es como si fuera la única carrera en la que estoy ahí, en el punto de mira, pero no por nadie en particular, sino simplemente por mí misma, porque es una distancia homologada que año tras año intento superar, que “mide mis fuerzas y posibilidades” porque siempre me pilla más o menos igual, con lo que más que disfrutarla, al final acabo odiándola, acabo enfadada y siempre insatisfecha con el resultado porque parece que nunca mejoro, da igual el entrenamiento que haga, siempre es lo mismo… cada año peor, lo que me lleva a pensar “¿será que ya he tocado techo? ¿no estaré perdiendo mi tiempo con estas cosas?”. Pues eso, lo dicho… ya convencida de que por fin este año estaría tranquila y sin presión, me llaman de Ibercaja y me dicen que me ha tocado el sorteo de los dorsales para la SSV, ¡ni me lo podía creer! ¿por qué el destino quería que yo siguiera corriendo esta carrera? ¿me tendría alguna sorpresa preparada? En fin, ya que se me presentaba esta oportunidad estaba claro que no podía dejarla escapar, así es que me tuve que concienciar de nuevo para enfrentar un año más los 10 km que separan el Bernabéu del Estadio de Vallecas, bajo el frío de la noche más esperada de fin de año. No sé describir con exactitud mis sensaciones porque creo que siempre son las mismas: miedo, inseguridad, poca motivación, expectación, incertidumbre… quizás debería cambiar un poco mis pensamientos la próxima vez que la corra o por supuesto, el resultado seguirá siendo el mismo. Pues allí estábamos, a las 19:00 h del 31 de diciembre de 2014, Mario (al que también le tocó el dorsal en el mismo sorteo) y algunos amigos más, charlando y calentando, hasta que llego el momento del disparo de salida. Desde luego que es uno de los momentos más emocionantes, allí bajo el arco de salida, a los pies del Bernabéu y mientras enfocan a la élite que está en primera fila dispuesta a romper marcas. Salimos los 800 o 1000 corredores todo lo rápido que podemos, no hay agolpamiento, ni empujones (somos pocos), rápidamente cada cual va tomando su posición y cogiendo su ritmo de carrera, ya no veo ni a Mario ni a ninguno de mis amigos… en muy breve tiempo estoy ya con un grupeto de 8 o 10 corredores que iríamos casi todo el tiempo hasta el final, son generalmente chicas que van acompañadas por algún chico que les lleva la carrera, así es que… me acoplo a ellos. Más o menos hasta la Puerta de Alcalá creo que voy bien, voy escuchando a los chicos que entre ellos se van diciendo “vamos para 41:00, este es un buen ritmo, hay que mantenerlo”, con lo que me animo y les sigo, pero soy comedida, no quiero ir demasiado rápido porque el final de la carrera, los 2 últimos km son infernales y sé que pueden pasar factura, así es que me reservo bastante (luego me daría cuenta de que me equivocaría con esta decisión). Y llegamos a Atocha, aquí empieza la fiesta porque el espectáculo de Avda Ciudad de Barcelona es increíble, la gente animando aún con el frío, haciendo pasillo, sólo recordarlo se me ponen los pelos de punta (quizás sólo por esto merezca la pena correr esta carrera), cuesta abajo y me dejo ir. En el km 6 está Mario esperándome (había decidió hacer un 5K rápido y luego el resto ir conmigo), con lo que noto un cambio en mi cabeza, empiezo a darlo todo, ahora sí que tengo que echar el resto, todo lo que tengo en las piernas (que por cierto empiezan a dolerme) sale hacia fuera y voy siguiendo a Mario, pero desde luego que esto no es suficiente porque aunque va tirando de mí, animándome y gritándome, la subida por todo el Pueblo de Vallecas es horrible, giros y cuestas, cuestas y más cuestas hasta el final van haciéndome mella, me falta el aire, no me llega el oxígeno y noto las piernas muy pesadas, el “no puedo” empieza a bombardearme como de costumbre, pero lucho en mi interior y me digo “si puedes” e intento no bajar el ritmo. El grupo de chicas con las que iba se quedaron atrás y me anima el ir adelantando a alguna chica más, pero no miro el reloj, no sé qué tiempo voy a hacer, no quiero mirar… por fin, ahí está el Estadio, el último giro, recorrerlo por el exterior y después la entrada, la moqueta verde y los últimos metros hasta la meta. Es ahí cuando intento esprintar y vaciarme entera pero justo veo el reloj y la marca tan lamentable, me vengo abajo y cruzo la meta muy cabreada. Está claro que el haber reservado no me sirvió de nada porque al final en las cuestas perdí tiempo, perdí fuerza y perdí las ganas (tenía que haber aprovechado cuando podía). No merece la pena contar mis pensamientos, mis palabras, mis sensaciones porque como ya os he dicho, estaba muy enfadada y sólo salían cosas negativas de mi cabeza, entre ellas, dejar de correr definitivamente porque estaba claro que no veía mejoría, que los años me iban pisando los talones y que cada vez mi marca era peor, había tocado techo… es o no un signo evidente del “deterioro”? ¡mira tú por dónde, esa debía ser la sorpresa!
Ese fue mi final de año y como todo el mundo sabe… un año acaba y otro nuevo comienza. Con lo que para inaugurarlo, me fui a correr por segundo año la carrera de Reyes en Yuncler. El año pasado fue mi primera carrera con 40 años, la corría justo el 05 de enero (mi cumple) y fue como un regalo, este año sería la última carrera con 40 años porque al día siguiente volvería a ser mi cumpleaños (estas cosas que tenemos los mortales), ¡otra casualidad más! Esta carrera la hacemos porque es más una fiesta que otra cosa, son 8 km (dos vueltas a un circuito de 4 km) donde el pueblo se vuelca con los corredores, hay un ambiente espectacular, llena de amigos y conocidos que te animan, corren los niños, hay huevos fritos y cerveza para todo el mundo con lo que rematar la faena… en fin, una fiesta. Con esas, nos levantamos el 04 de enero de 2015 un buen grupo de familiares y amigos, ¡estábamos casi todos! Los amigos César, Joaquín y Javi con sus familias, mis familiares Alfredo con Jesús, Susana con Héctor y Jorge que también corrió, Ruth que también corrió con David y Erick, María y Luis… y por supuesto, nosotros (que corrimos todos). No hacía excesivo frío, así es que al menos la mañana se presentaba amena y divertida, aunque en la salida Ruth y yo hablábamos “¡uf! ¡qué pereza correr! Creo que me lo voy a tomar muy tranqui, en plan entrenamiento y ya está”, pero claro, lo que son las cosas, me es muy difícil controlarme y cuando me pongo un dorsal, lo doy todo hasta que no puedo más, sea cual sea el resultado… no sé hacerlo de otro modo. Se produce el disparo y empezamos a correr, mucha animación en la salida y todos empiezan a correr como si se acabase el mundo. Entonces veo a los chicos, que van casi todos por delante e intento regular y seguirles en la medida de lo posible… aunque es fácil porque enseguida llega una cuesta que te frena y no te deja “perder la cabeza”, pero en ese momento de mis pensamientos, al subir la cuesta, César que me ve, se queda conmigo y con él hago toda la carrera. Vamos poco a poco, va animándome y diciéndome dónde apretar, dónde regular, vigilando “la carrera”, va muy fresco y yo muy asfixiada, pero no por ello dejo de correr, aunque ganas no me faltarían (los primeros km siempre se me hacen muy duros y me ponen en la balanza), pero gracias a César no entran esos pensamientos y vamos comiendo metros, giros, cuestas y algún que otro corredor. El año pasado quedé la tercera en esta carrera… este año no tenía previsto competir e iba algo despistada con las chicas que iban delante, pero tenía la sensación de que eran bastantes, no sabía muy bien cómo hacer pero recuerdo pensar “¡qué más da! corre y ya está, disfruta del día, de tu familia y de los amigos”. En ese momento pasamos por la meta, primera vuelta y allí estaban todos animando, eso es un subidón impresionante, es una pasada que aunque no te llega el oxígeno al cerebro, oyes tu nombre y te da fuerzas para seguir corriendo. Y ahí vamos, segunda vuelta, otra vez la cuestecita del principio, giros, la plaza, la iglesia y el cuestón, cada vez me duelen más las piernas, cada vez me entra menos aire, César se esfuerza en darme ánimos y tirar de mí, yo noto que flojeo pero me digo “al menos que no me adelante ninguna chica”, delante van Joaquín y Pedro hablando tranquilamente y pienso “¡malditos!” (sólo por envidia) y me pongo el objetivo de no perderlos, pero es imposible… se van, al menos ahora llega la cuesta abajo, creo que detrás viene una chica, no quiero mirar, justo delante hay otra a la que adelantamos y al enfilar la cuesta, apretamos el ritmo, lo doy todo, todo, todo… me duelen muchísimo las piernas, no sé si podré pero César insiste, anima, tengo que corresponderle y ahí está la meta, cruzamos y oigo por megafonía “Raquel Honrado la ·brdbrdaida mujer”, vamos que no me he enterado, no sé cómo he entrado, mientras le doy las gracias y un abrazo enorme a César (le tengo mucho cariño), llega alguien y me dice… “¡felicidades Wonder, eres la segunda!”. ¡Ni me lo creo! Y yo que pensaba que no tenía nada que hacer, mira por dónde vuelvo a subir a un pódium para llevarme una copita y un lomito muy rico. El resto fue lo mejor, los huevos fritos para reponer fuerzas y luego una comida muy agradable en el mismo bar del pueblo del año pasado todos juntos. Un día genial, muy agradable, muy divertido, en una inmejorable compañía y en el que también tengo que felicitar a Ruth que siendo quinta de la general, también subió a pódium por categoría. Un buen inicio de año, ¿verdad? Estas cosas son las que te hacen de nuevo replantearte si seguir o no corriendo, te das cuenta que aunque no estás en la mejor forma, todavía puedes hacer cosas, pero claro… la cuestión está que depende de dónde te metes.
Y seguimos avanzando en enero, temporada de cross y de momento sólo he hecho uno, llega el momento de hacer el segundo. Toca volver a ponerse los clavos y ver en qué forma estoy, ver cuál es mi sitio dentro del equipo y si tengo opciones de correr por él. En estos días en los que se avecinan los campeonatos importantes, empiezan los nervios, surgen las dudas de cómo enfocar los dos campeonatos de Madrid por clubes, el cross corto y el cross largo que son clasificatorios para el campeonato de España. Entre nosotras se empieza a hablar de quiénes formarán el equipo, primero para el corto y en función del resultado, después para el largo… sólo puntúan las cuatro primeras, así es que es evidente que si queremos entrar habrá que poner a las mejores atletas en ellos o al menos, tener claro por qué cross apostar (no somos suficientes), entonces… ¿al corto? ¿al largo? ¿a los dos? Se decide ir a por el corto (es el primero) con lo que nuestras mejores “piezas” deberán competir los 4 km y el resto ya veremos si al largo o no, porque claro… si nos clasificamos en el corto, no habrá problema y el resto del equipo puede competir el largo (con más o menos posibilidades por supuesto), pero en caso contrario… entonces el mismo equipo iría a por el largo y el resto, pues nada, simplemente corren como individual y punto… Infinidad de dudas nos acechan, entonces ¿intentamos equilibrar los equipos y hacemos dos para competir en ambas distancias? ¿nos arriesgamos con las mejores al corto y ya veremos qué pasa para luego el largo? Difícil cuestión, situación complicada porque todas queremos lo mejor para el equipo, pero todas queremos participar, todas nos esforzamos al máximo todo lo que podemos, pero todas no podemos estar, así es que… surge algo de tensión entre el equipo y por la parte que a mí me toca, dadas mis últimas actuaciones, que mis compañeras están muy fuertes, asumo que no estaré dentro del equipo y por lo tanto, si no compito en los campeonatos de Madrid, tampoco iré al campeonato de España. En fin, es algo que me tocaba asumir y con lo que tendría que jugar, no andaba muy motivada por entonces, tampoco físicamente me encontraba bien, estaba teniendo crisis de asma y eso me impedía ir fluida y ágil, con lo que… “pues nada, otro año será, espero estar mejor para el próximo, de momento ahora sólo queda intentar disfrutar algo… relax, mejor así, menos presión”.
Así pues con esa situación en el equipo de incertidumbre y con esa sensación de “estar fuera”, me presenté en el Cross de Villalba que se celebraba el 11 de enero de 2015, en plan entrenamiento. Fue una mañana muy agradable, no hizo excesivo frío y tampoco hubo muchos corredores porque este año al no ser campeonato de Madrid de veteranos, se notó bastante la poca asistencia. Como de costumbre, llegamos allí, cogimos los dorsales y después de dejar las cosas, nos pusimos a calentar recorriendo el circuito que aunque ya conocíamos, siempre es bueno pisarlo antes para valorar si llevar clavos o no, el tipo de clavos, ver los giros y las cuestecitas, esas cosas que supuestamente te ayudan a regular o a apretar más (no es mi caso que voy siempre de más a menos por no hacerlo bien). Es un circuito muy bonito, en un paraje muy chulo y lo cierto es que apetecía intentarlo, me hice el propósito de no inmolarme e ir detrás de Luisa para ver si de esta forma conseguía regularme un poquito. Tras el disparo de salida, así hice… vi a mis compañeras que ya iban flechadas muy por delante, algo más atrás iba Silvia y muy cerca de mí, Luisa a la que me pegué e intenté seguir en toda la carrera. Me sentía con ganas (a pesar del asma y los nervios de la competición), me gusta el circuito y pensé que no tenía nada que perder, con lo que fui aguantando atrás en el grupillo que habíamos hecho porque no quería pasarme. Hice la primera vuelta, que como siempre sufro bastante hasta que “entro en materia” de verdad, pero que afortunadamente se hace más llevadera por los ánimos que recibíamos en todo momento y como no por las indicaciones de Pedro que siempre está en la curva adecuada para decirte lo que necesitas. Al paso por el km 2 me empiezo a sentir fuerte y voy incrementando el ritmo, con lo que empiezo a separarme algo del grupo que se va quedando atrás, miro a Luisa para que me siga pero por algún motivo no puede (luego sabría que se sentía mal porque lo habitual es que ella quede delante) y el resto de chicas también se van quedando. Sigo subiendo el ritmo y pienso “venga, unos giritos más, cuidado con los tobillos, vamos a por la cuestecita y en un momento estás en meta”, lo cierto es que el terreno estaba un pelín peligroso en algunas zonas y me da un poco de miedo pisar mal, entonces llega la cuestecita, el puente y vuelvo a escuchar ánimos, me debe quedar poco, oigo a Pedro decirme “vigila tu pisada, ese pie, muy bien Raquel, venga que la tienes muy cerquita a por ella”, yo que sólo podía pensar en respirar me digo a mí misma “venga, último sprint y adelantamos como sea… a por ella”. Esos últimos metros siempre me digo a mí misma si podré sacar un poquito más de mí porque precisamente son los que te dicen si te has pasado de frenada o por el contrario, has reservado demasiado… no sé, yo siempre tengo la sensación de que no lo doy todo, aún así suelo acabar bastante fundida pero, en fin… esprinté vaciándome todo lo que pude en los últimos metros entrando delante de mi objetivo y muy pegada a mis compañeras que como siempre arrasaron en la prueba. Felicidades chicas, porque una vez más hicieron pódium, entrando Inma primera, Carmen segunda, Sofía quinta, Silvia sexta, yo la séptima y Luisa la décima. Quizás ese día fuera que la suerte estuvo de mi parte, poca gente, buen clima, la pobre Luisa que iba tocada… pero desde luego a mí me sirvió para que contasen conmigo para competir con el equipo en el Campeonato de Madrid de cross corto… ¡estaba dentro! En ese mismo momento se decidió que formaríamos equipo el máximo de corredoras que se podían presentar, seríamos 8 aunque sólo puntúan 4, pero al menos podía intentarlo, al menos tenía una remota posibilidad, al menos me hizo sentir bien porque aunque fuera de “extra” estaría allí una vez más, dándolo todo aunque muchos condicionantes eran los que existían para que no pudiera ir al Campeonato de España, la cosa estaba muy difícil… pero esto, mejor lo dejo para la siguiente crónica en la que describiré los dos Campeonatos de Madrid y nuestros resultados…
Entonces, ¿seremos capaces de clasificarnos en alguno de los crosses? ¿quiénes estarán en el cross corto? ¿y en el largo? ¿estará el CAF en el Nacional? Tic, tac… tic, tac…