jueves, 23 de febrero de 2012

Vitamina C

Había pensado comenzar con la definición y las propiedades de la vitamina C, pero además de ser un poco tostón, es demasiado larga y supongo que sólo sería interesante para los puristas de la nutrición, algún químico interesado en su estructura molecular o algún médico estudioso de sus beneficios en salud… y la verdad, creo que no es el caso, así es que os voy a evitar este rollo.

¿Por qué esta vitamina?

De todos es conocido que esta vitamina se encuentra en gran medida en los cítricos, típicamente en las naranjas y este es precisamente el motivo principal, las naranjas y su lugar de procedencia, la zona del Levante. Y más concretamente en la provincia de Castellón, en Oropesa del Mar donde se construyó Marina D’Or ciudad de vacaciones, que este año se ha convertido en la ciudad de atletas, pues albergaba el Campeonato de España de clubes de campo a través. Pero no sólo por este motivo… ¿sabéis que existen varios tipos de vitamina C?

El lunes 13 de febrero me encontraba con el primer tipo de esta vitamina, comenzaba la Cuenta atrás, sabía que sería una semana difícil, tensión, nervios, dolores musculares… desde que supe que iría allí, las emociones me invadieron, la ansiedad me controlaba y mis pensamientos iban a mil por hora, aunque me encontraba con energía, con ganas y con fuerza, mis típicos dolores estaban ahí, los tibiales y el isquio me molestaban y además me levanté con el cuello algo rígido, pero el lunes tenía descanso y eso, me dio un poquito de tregua.

Hasta que por la noche me topo con el segundo tipo, “tienes las Catecolaminas por las nubes”, ¿qué tengo el qué? Directa a Wikipedia me dice que son neurotransmisores, un grupo de sustancias que incluyen la adrenalina, la noradrenalina y la dopamina, bla, bla, bla… sustancias relacionadas con el estrés, la ansiedad, con la frecuencia cardiaca que suele acelerarse (aaaahhhhh vale), en definitiva, que estaba cómo una moto por la Competición, he aquí otro tipo bastante importante, menudas amigas me eché para toda la semana.

El entreno del martes fue el único que hice en condiciones, 12 km a 4’45 de media, con algunos compañeros que salían, me dicen que “a rodar tranquilamente” (chicos recordadme que os explique la diferencia entre lento y rápido, porque ir a 4’20 no sé dónde encajarlo), pero a partir de ahí, la cosa empeoró y los entrenos no fueron precisamente satisfactorios, sino que más bien fueron un desastre. Además el martes no fue un día fácil, algunas pruebas médicas con las que lo pasé bastante mal me dejaron muy tocada, cerrándolo con una sesión de fisio a última hora que precisamente no fue lo que se dice “relajante”, sino de descarga y con mucho dolor. Cómo era de esperar, eso me afectó el resto de semana, empezando por el día siguiente donde me fue imposible hacer las series que tenía programadas y sólo conseguí rodar con mucho dolor, muy lenta, con muy malas sensaciones y acabando con pensamientos demasiados negativos que me llevaron a llorar de impotencia y preguntándome si tenía mucho sentido todo aquello, lo único bueno del miércoles es que entrené con mi hermana (siempre me gusta compartir ratitos con ella). Aunque sabía que después de una sesión de fisioterapia la musculatura se queda afectada, no conseguía pensar con claridad y tranquilizarme, afortunadamente las palabras de ánimo de Mario y de Joaquín (gracias chicos y disculpadme por la paliza que os doy) consiguieron dominar algo “mi espíritu” y volví a motivarme por lo que me esperaba, estaba dispuesta a disfrutarlo, era mi premio al esfuerzo, al trabajo, a la superación en el día a día… no dejaría que nada me arrebatase ese momento y me dije “¡voy a disfrutarlo al máximo, salga lo que salga, porque estaré allí!”.

Llegó el jueves, mi último entreno y con dolores aún, rodé unos 8 km a 5’15, sola y pensando que el trabajo estaba hecho, que tenía que seguir tomando la vitamina de la Confianza que hasta ahora no había fallado… ¿por qué iba a hacerlo ahora? El viernes fue de descanso y me pasé toda la tarde tirada en modo “ahorro de energía”, no tenía ganas de nada, estaba agotada y al día siguiente me iba de viaje. Durante toda la semana la Cabeza había estado trabajando a destajo intentando modular los pensamientos negativos y los positivos, unas veces con más éxito que otras, pero sin parar (hay que controlar la toma de esta vitamina).

Sábado 18 de febrero, a las 9:00 de la mañana, habíamos quedado para salir rumbo a Oropesa, salvando el incidente que tuve dando vueltas durante 20 minutos porque no encontraba el lugar, los nervios por llegar tarde y el estrés, me encontré por fin con mis compañeros del Canguro, recibiendo un buen chute de vitamina energética, llena de ganas y de entusiasmo, haciendo un viaje muy divertido en dos furgonetas, una con las chicas, 2 de los chicos y el Presi y en la otra, el resto de los chicos y Pepe. Cuatro horitas después, llegamos a Oropesa donde comimos un arrocito en el puerto marítimo con el resto de cangur@s que habían llegado por otro lado. Fue una comida agradable, amena y distendida, en la que empecé a conocer más a mis compañeros de equipo y en la que además, me lleve alguna sorpresita. Como he dicho soy una novata y aún no me conozco las reglas y normas de este tipo de eventos; en primer lugar, me entero de que tengo que correr 1,5 km más de lo que yo pensaba, “¡pero eso es una barbaridad!“ (y dando gracias porque tenían que haber sido 8 km pero por características del terreno no salieron y nos regalaron 500 m) y en segundo lugar, para añadir más emoción, tengo que entrar en meta en los 7,5 minutos siguientes desde que entra la ganadora… así es que ¡toma chute de vitamina de presión! que me puso los pelos como escarpias porque dado el nivel que habría, tenía mis dudas de que consiguiera cruzar la meta dentro del Control (o incluso que me doblasen y eliminasen), así es que rápidamente mensaje al míster para desahogarme… “¿y ahora qué?”. Ya por la tarde nos fuimos rumbo a los apartamentos, dejamos las cosas, nos cambiamos y fuimos a reconocer el circuito trotando un ratito por sus giros y su césped, este momento es muy chulo porque le saludas diciéndole “vamos a tratarnos bien, ¿vale?” y además decides si te pones o no los clavos, después de eso y algunas consultillas, decidimos que por sus características era lo que requería (la verdad es que me dan mucha seguridad en los giros).

La competición se respiraba por todas partes, miles de atletas entrenando de un lado para otro, tensión, nervios, motivación, el ambiente era insuperable y desde luego no dejaba indiferente a una novata como yo en un Campeonato de España, ¡estaba cómo en una nube! El viaje en sí era un sueño, el buen rollo con mis compañeros, estar entre grandes atletas españoles, poder competir entre ellos fuera cual fuera el resultado, en definitiva la experiencia global, el viaje y el objeto de ello, la gente, la organización… ¡todo!

Después de la cena que hicimos todos juntos con las últimas conversaciones, consejos, bromas y risas, nos fuimos a descansar. Yo, por mi parte, a dejar preparada la equipación con el dorsal colocado, las zapatillas con el chip y por supuesto, a intentar dormir porque la verdad es que me era bastante difícil, aunque al final, cómo es lógico, después de todo el día, el cansancio te vence y te dejas llevar hasta el día siguiente.



Y llegó el gran día: domingo 19 de febrero a las 8:30 h, me levantaba tranquilamente, habíamos quedado a las 9:15 h, la competición era tarde y teníamos tiempo de sobra para desayunar, preparar las cosas, ir al circuito, ver alguna carrera, a los compañeros, calentar y estirar, sentir la brisa del mar y el sol… emborracharme del atletismo en todas sus dimensiones. Así es que, de camino hacia la playa, donde estaba colocada nuestra carpa, vimos categorías inferiores compitiendo, algunos atletas que ya habían terminado que iban descalzos por la arena o metiendo los pies en el agua, algunos rostros alegres y otros no tanto, risas y llantos (es impresionante la pasión con la que lo viven y es que les entiendo), otros miles calentando y de nuevo ese ambientazo.



Llegamos a la Carpa (más vitamina energética), dejamos nuestras mochilas, nos hicimos alguna foto, les deseamos suerte a los chicos del corto que competían antes y las chicas nos fuimos a calentar. Si mis catecolaminas estuvieron por las nubes durante toda la semana, desde luego en esos momentos debían estar ya a punto de romper los límites, estás ya tan cerca que intentas concentrarte, relajarte, pensar que puedes hacerlo pero lo único que sientes es una flojera de piernas y que te duele todo el cuerpo y sin embargo estás deseando estar en la línea de salida para afrontar el reto y que pase cuanto antes… ¿cómo será? ¿cómo me sentiré? ¿podré recorrer los 7,5 km? ¿entraré en control? ¿conseguiré puntuar? Miles de preguntas que se verían resueltas algo más de media hora después del disparo de salida.

Ahora que lo estoy escribiendo se me vuelve a disparar el Corazón, fantástica vitamina esencial para poder llevar a cabo cosas como ésta (y no me refiero por su función física y orgánica) y es que me estoy viendo allí, dentro de la carpa azul, la luz y el calor, preparándome para ir a cámara de llamadas, poniéndome la camiseta con mi dorsal, fuera mallas y dentro zapatillas de clavos… eran las 12:45 h. En la puerta del control se escucha “¡que pase el próximo equipo completo!” y allá que vamos las chicas del Canguro, dispuestas a correr la distancia larga en la categoría femenina y a darlo todo, disfrutar y sufrir. Ya dentro, rodeada de las grandes atletas con las que te cruzas en los últimos calentamientos o en las últimas progresiones, ves las caras de concentración de todas ellas y te sientes verdaderamente especial porque “da igual cómo acabes, estás compitiendo en un campeonato de España” y eso son palabras mayores (estás entre los mejores de tu país), unos estiramientos, suena el silbato y al cajón (el nuestro el 29), nos deseamos suerte y a esperar el disparo de salida.

Miro de nuevo a mi alrededor, prácticamente silencio, alguna risilla o comentario nervioso, todas preparadas y se oye el disparo. Desde este momento las sensaciones y los recuerdos no son tan claros, veo a todas las chicas salir cómo alma que lleva el diablo y yo me quedo por detrás pero me centro en correr lo mejor posible, voy pensando en que tengo que regularme, ir de menos a más, no vaciarme, llevar la respiración e intentar afrontar las tres vueltas que había que dar al circuito, con fuerza y con un único objetivo, pasar dentro de control. Alcanzo la parte de arena (no me gustó, es difícil, pesada y casi no puedes avanzar), de ahí a la primera rampa y pienso “tengo que entrenar más las cuestas”, voy oyendo ánimos (algunos de los chicos del equipo que están repartidos por el circuito, nuestra compañera que estaba por allí y alguna conocida más) pero no veo a nadie, voy centrada en la carrera, en los giros, en los pasos por las maderas, voy con Lourdes y voy escuchando los ánimos que le dirigen, hasta la siguiente rampa, más giros, subidita y pasamos por debajo del arco con el escalón que te enfila a la recta que lleva al paso de meta… primera vuelta.

Comienzo la segunda vuelta, no he ido tan mal, no sé a qué ritmo he ido porque no miro el reloj en ningún momento, me encuentro con fuerzas, se va repitiendo todo pero Lourdes se me escapa y escucho a Jose gritarme “¡vamos Raquel pégate a Lourdes, no te descuelgues!”, vuelvo a recuperarme, me pego a ella de nuevo y vamos adelantando a algunas corredoras, hasta coger a un par de chicas del Moratalaz y entonces me acuerdo del Escorial y de Joaquín cuando me dijo que fuera a por ellas (eran las mismas chicas y eso hice). A duras penas las aguanto, a duras penas voy pasando las rampas, a duras penas llego otra vez al paso de meta y escucho la Campana que avisa que es la última vuelta, un poquito de vitamina motivadora, pienso “sólo te queda una vuelta, ya que estás aquí y tienes que acabar” y me acuerdo de Mario que me dijo que me empujaría en los momentos difíciles.

Así afronto la tercera y última vuelta, como buenamente puedo porque ya prácticamente no siento las piernas, el pulso lo llevo súper disparado, no me entra el aire, el viento de cara ahora me molesta, pienso en dejarme llevar y Lourdes se me vuelve a ir, pero otra vez escucho a alguien que me dice “¡pégate a tu compañera!” (luego supe que era Pilar que estaba de delegada con su equipo, gracias guapa y felicidades por vuestros triunfos) y eso hago, última rampa, giros y cómo a falta de 1 km más o menos, hago un cambio de ritmo para intentar apurar las pocas fuerzas que me quedan (quería probarme), Lourdes me sigue y casi se va, pienso que ha hecho una buena carrera y me dejo ir, ya da igual, está todo hecho, entonces llegamos al arco con el escalón, quedan 200 m para meta más o menos y no sé lo que me pasa, de repente me acuerdo de Pegasus y su consejo “no te quedes con las ganas”, me acuerdo de Joaquín y su “tenemos algo pendiente”, me acuerdo de Mario con “para mí eres Wonder y ya está”, así es que arranco las últimas energías, aprieto los puños y esprinto, me dan ganas de vomitar pero “tengo que hacerlo”, adelanto a mi compañera, creo que ella acelera pero ya no veo nada, sólo el arco de meta con el reloj aún en marcha y la alfombra a la que intento llegar aunque el corazón se me salga por la boca… las piernas me duelen, el pulso está en 198 ppm, aprieto un poco más, lo saco de dentro y finalmente cruzo la meta en 32’33, cerrando equipo.

Justo en meta están el resto del equipo, Patricia, Piedad y Marine (que habían hecho una gran carrera), esperándonos y animándonos, me lanzo hacia ellas con un abrazo, intento respirar y cuando me siento capaz de incorporarme me doy la vuelta para ver el reloj que en ese momento me pareció que se ponía a cero, ¿había entrado dentro del control entonces?, ¿puntuaría el equipo? No pude contener más la tensión, la emoción me embargó y en ese momento rompí a llorar entre los brazos de mis compañeras (gracias chicas y especialmente a Lourdes, con la que fui durante los 7,5 km e hizo una magnífica carrera). Ha sido una experiencia enorme e inolvidable, de las mejores vividas hasta ahora en “mi mundo” del atletismo, mi primer Campeonato de España y os puedo asegurar que es una de las mejores vitaminas que he tomado nunca, porque el maratón de NY fue grandioso, pero tu país… ese sentimiento es incomparable, las raíces son lo que son y te atrapan desde muy adentro.


De los 32 equipos que compitieron en el campeonato, se clasificaron 18 y entre ellos el nuestro en la posición 17ª, pero más importante que el puesto, es el Compañerismo que se siente y como se vive en estas competiciones y sinceramente, es otra vitamina que nunca debería faltarnos. Y esto ha sido posible porque este club, lleno de grandes y magníficos cangur@s atletas, me ha dado la oportunidad de poder estar ahí y vivir todo esto.

Es cierto que el esfuerzo y el trabajo tienen su recompensa, pero no todo el mérito es mío porque cuando alguien que siente con pasión este deporte, te lo transmite y te anima, pero sobre todo Cree en ti y te hace tomar esta vitamina capaz de generarte la confianza que necesitas, estás dispuesta a afrontar cualquier cosa y yo le acepté el reto. Así es que, gracias Coach, la vitamina necesaria para construir el camino que llega hasta los pequeños objetivos de una corredora… lo viste cuando me dijiste “¿estás dispuesta a dar un salto Cualitativo y Cuantitativo?” (vaya par de vitaminas) y me trajiste hasta aquí y eso vale más que todas las naranjas del Levante.

Y cómo siempre en mis momentos más importantes, hay tres vitaminas que siempre tomo y nunca me faltan, me apoyan y me soportan, mis pequeños Children y mi Couple cuando me dijo “si no lo haces ahora, quizás no puedas hacerlo nunca” y fue el punto de partida.

Este es sólo el principio, porque pienso seguir tomando mucha vitamina C para correr más competiciones de la mano del coach, dentro de este gran club que es el Canguro para con la confianza que lo requiere, volver a llevar a mis C&C a otro Campeonato de España porque cuando se cree se puede (hasta que sea posible y el cuerpo aguante).

viernes, 3 de febrero de 2012

2 km son suficientes

¿Son 2 km más, suficientes para decidir que es largo?

Podréis recordad que así terminaba mi entrada anterior, en el aire quedaba la pregunta que cómo era de suponer, no tardaría en tener respuesta… tan sólo, una semana después. Si el 22 de enero competía en el cross corto, el 29 de enero lo hacía en el Campeonato de Madrid de Cross Largo absoluto que se celebraba en El Escorial.

Había pasado una semana rara, no sé, mis sensaciones eran diferentes a las que había tenido con respecto al cross corto; quizás la tensión que se me generó con respecto a éste, competir en equipo y por el equipo, primera vez en un absoluto, un entrenamiento y una preparación exigentes, con unos objetivos más o menos definidos, dolores y molestias “del después”… me dejó algo vacía, con una sensación de “¿esta carrera va conmigo?”.

El entrenamiento durante estos 7 días no fue excesivamente duro, fue una semana de rodajes bastante cómodos, excepto uno de los días que hice series con un amigo al que agradezco mogollón su apoyo y ayuda, pues en este tipo de entrenamiento que son tan duros y lo paso mal, siempre es bueno tener a alguien de referencia que te lleva cómo un reloj y casi sin pensar. Además, había prometido no quejarme de mis molestias (no veas lo que me tuve que morder la lengua), no pensar mucho en la carrera para no ponerme excesivamente nerviosa y tratar de tener control sobre mí misma en esos días pre-competición. Con lo que, no sé por qué, me sentía “algo fuera”, sin sensaciones para competir… no estoy segura de si fue una mezcla por intentar relajarme y desconectar de ello o porque cómo en esta ocasión competía de forma individual, la presión que siempre me genero a mí misma era menor, aunque por supuesto he de decir, que esos 2 km más no dejaban de martillearme la cabeza. De cualquier forma, lo único que tenía claro era que iba a estar en la línea de salida a las 12:30 h y que lo daría todo, fuera como fuera, en las condiciones que fuera y que acabaría como fuera.

Llegó el domingo y me levanté con los niños tranquilamente, desayunamos y nos preparamos todos para ir al Escorial. Una vez más llevaba la mejor compañía y apoyo que podía pedir, los niños y Mario, además sabía que también estarían mi tía Maria y mi tío Claudio haciendo fotos y animando (gracias de verdad por vuestro cariño). ¡Qué frío! el pronóstico eran unos 4 grados, pero no eres del todo consciente hasta que estás allí y además te ves envuelta por el viento. El ambiente aún con todo ello, era fantástico, todos los clubes preparados con sus atletas calentando y por supuesto, allí estaban las chicas y chicos del Canguro, cómo siempre con ganas, ilusión y una energía que desborda… dicho lo cual, salvando los nervios y la tensión por no saber si el equipo de chicas que tenía que competir estaría completo (al final fueron 5 en equipo y dos corrimos en individual), nos fuimos a rodar reconociendo el circuito y deliberando si correr o no con clavos. Al final por las características del circuito y por cómo estaba el terreno, decidimos que no eran necesarios… “¡cachiss y yo sin zapatillas voladoras!”, había llevado los clavos pero en esta ocasión, se me olvidaron las Aegis con las que suelo competir últimamente en asfalto, así pues… me apreté bien las que llevaba de entrenamiento y dije “que sea lo que tenga que ser” y hasta que llegó el momento de entrar en cámara de llamadas.


Entramos, cómo siempre mostrando dorsal, equipación y chip colocado, hacemos los últimos calentamientos y nos colocamos en el cajón de salida. Cómo en esta ocasión no competía en equipo, consideré que lo mejor era colocarme la última, pero un par de compañeras prefirieron dejarme delante porque ellas irían algo más lentas, así es que salí en 5ª posición. Casi no me di cuenta de la salida, estaba aún charlando cuando se produjo el disparo (¡ups, no volverá a ocurrir!) y salí casi sin pensar. En ese momento vi a mi familia y cómo sorpresa, a mi entrenador con la suya también (mil gracias por acompañarme y guiarme, para mí es muy importante, es todo un detalle que estés en esos momentitos), así es que por todos ellos y por mí misma, pensé que tenía que ir a por esos 2 km de más, que no se me podían resistir y que tenía que acabar dignamente, dando todo lo que tenía dentro hasta reventar.

La carrera era una vuelta al circuito de 900 m y dos vueltas al de 2.500 m, este último algo complicado, con muchos giros, cuestas, piedras… vamos, lo normal y típico de un cross, así es que tenía que pensar, regular y no quedarme sin fuerzas para correr los casi 6 km. Pensando en las palabras del míster, fui buscando grupo e intenté que otras chicas me llevaran en carrera, pero la verdad es que no conseguí ubicarme muy bien porque los grupos que iba cogiendo, se iban dispersando, así es que al final, acabé corriendo por mí misma, según mis sensaciones y cómo podía. Entre giros y subidas escuchaba a mis compañeros de equipo animarme, a Cris haciendo fotos, a mi tío y eso me dio mucha energía. Fui adelantando a algunas chicas, lo cual me dio bastante fuerza hasta completar la primera vuelta, más o menos entera y consciente, por el paso de inicio de circuito escuché a Joaquín que me decía que me agrupase a las chicas que llevaba justo delante y las dejase tirar, con lo que eso hice… apreté dientes y me fui hasta ellas, las seguí un tiempo hasta que empezaron a quedarse y yo seguí, no me podía creer que fuera tan bien, ¿quizás no me estaba esforzando lo suficiente? De ese grupo se quedó una chica con la que hice casi 2 km, hasta que se quedó atrás y me lancé del todo a por los últimos 500 m.




Llegué a la última cuesta y escuché a Mario decirme que tenía que darlo todo, que me cogían por detrás, que tenía que realizar un último esfuerzo… así es que, no sé cómo volví a sacar fuerzas de mis piernas y apreté para no dejarme coger. Pensé que quedaba poco, que ya estaba en meta, pero me equivoqué porque debían quedar aún unos 300 m (se pierde la noción de la distancia totalmente) y algún giro que otro más, me vine un pelín abajo porque pensé que me había pasado derrochando los últimos ápices de fuerza y creí que no llegaría, que al final me cogería la chica que venía detrás, pero vi a Joaquín que me volvió a animar y a decirme que no podía dejar que me cogieran, que el puesto era mío, que tenía que darlo todo, así es que deseché los pensamientos negativos y volví a arrancar lo que me quedaba en las piernas… y de nuevo vi a Mario diciéndome “¡venga, ahora tienes que hacer el cambio!” y no sé cómo pero así hice, los últimos metros arranqué con todas mis fuerzas y terminé esprintando… y pensé en las palabras que una amiga me había dicho por la mañana “no te quedes con las ganas”.

Verdaderamente, la sensación que te queda de haberlo dado todo, de haber terminado con cierto orgullo, de cruzar el arco de meta con el corazón todavía a 198 ppm… vale más que todo el esfuerzo que te supone ponerte en la línea de salida, los nervios y llegar hasta allí.

Al final, entré la cuarta entre las canguras, lo que me deja muy contenta porque lo cierto es que en este club hay mucho nivel y estos logros me dan mucha fuerza y confianza en mí misma, en un tiempo de 25’39’’ y en la posición 41 de la general, que no está nada mal para ser mi primer campeonato de Madrid absoluto.

Eso sí, para terminar, decir que efectivamente 2 km más se hacen muy largos, efectivamente son más que suficientes para determinar el nombre de la prueba, vamos… un adjetivo más que merecido, porque para mí esos 2.000 m se me hicieron eternos.



Y por supuesto, lo más importante, decir que tanto el equipo femenino que quedó en 5ª posición ¡sois las mejores! Y el equipo masculino que quedó en 4ª posición ¡qué grandes sois chicos!, se clasificaron para el Campeonato de España… ¡FELICIDADES a todos y ENHORABUENA!

Ahora… próxima parada: Campeonato de España de Cross Largo el 19 de febrero (gracias equipo, gracias chicas por confiar en mí y dejarme estar con vosotras en esta competición tan importante).