Tengo que decir que a pesar de mi premio a mis estrenados 40 años, pronosticaba que la cosa no iría bien en las semanas siguientes.
La semana del 06 al 12 de enero fue algo especial, entre vacaciones y actividades complementarias. Nos fuimos a esquiar unos días, con lo que los entrenos no fueron precisamente los más apropiados para afrontar lo que vendría a partir de ahora. Así pues, un día de rodaje largo, cuatro días de fuerza y tan sólo un par de trotes de 30-40 minutos fueron todo el entrenamiento que pude hacer.
A esto le sumaba el cansancio del viaje, un poco de estrés y un malestar general que terminó siendo de nuevo sinusitis regada con antibiótico. Así llegué al domingo 12 de enero de 2014, prácticamente sin saber si correría o no esa mañana… no obstante, me levanté como pude, con el frío de ese día y con un dolor de cabeza impresionante que prácticamente me anulaba por completo las fuerzas, las ganas, la motivación y sólo me enrabietaba.
Llegamos a Villalba, era la primera vez que corría este cross (en estos últimos años por una cosa u otra, siempre se me ha escapado), la gente que lo había corrido decía que era muy bonito, un cross muy chulo y la verdad, estaban en lo cierto. Una gran dehesa perfectamente señalizada, con todo muy organizado y por supuesto, un gran ambiente deportivo. Corrían todas las categorías, pero además, este cross es campeonato de Madrid de veteranos, con lo que había gran afluencia de “esta edad”. Así es que, dicho y hecho… llegué, dejé las cosas, me preparé y me fui con mis compañeras a calentar a la par que recorríamos el circuito.
Hasta que llegó el momento. No las tenía todas conmigo, según estaba entrenando la cabeza me iba golpeando, apenas podía respirar y me faltaba el aire, con lo que me propuse “lo intento y si me veo muy mal, me retiro... creo que es razón más que suficiente para hacerlo llegado el caso”, es algo que me cuesta, no me gustaría tener que retirarme de una carrera porque sí, creo que el día que lo haces… entras en un círculo vicioso difícil de parar, por eso siempre intento llegar, acabar, sea como sea, pero terminar… hay que entrar en meta cueste lo que cueste. Pero el pensamiento, estaba ahí.
Últimos calentamientos, unos progresivos junto con algo de técnica de carrera, unas risas de última hora y a la línea de salida. Allí estábamos las 300 veteranas alineadas y dispuestas a correr a todo lo que daban nuestras piernas. Casi no me percaté del disparo de salida cuando ya estaba corriendo, en ligera pendiente, me posicioné bastante delante porque justo me pilló el primer giro a favor, con lo que me dije “¡noooooo! ¡alto ahí! no estás ni para excesos, ni para heroidicidades… así es que regula, mantente por detrás de tus compañeras y si al final te queda algo, pues ya veremos” y así hice. Empezamos a subir y de repente vi a Sofía que iba la primera junto con Recuerdo Arroyo (aquello me pareció una locura pero no lo pensé más), me pasaron de inmediato Silvia, Inma y Carmen… y al poquito pasó Margot, yo me mantuve a la cola simplemente intentando aguantar el ritmo. No sé ni el ritmo que llevaba, ni el tiempo, ni nada (se me había olvidado el reloj en casa), así es que fui por sensaciones… ¡y vaya sensaciones!. Tras la subida el terreno es más blando y peligroso, aunque algo más llano, giros y más giros, iba intentando respirar cuando oigo a Pedro “¡suelta esos puñitos!”, intenté relajarme pero iba demasiado ahogada. Sigo corriendo y llega el tobogán, baja, sube, aprieta y el puentecito por encima del río, otra vez bajada con terreno muy blando, sube de nuevo, me cuesta respirar, las piernas no van mal, giro y enfilo la recta hacia la segunda vuelta.
Llegados a este punto ya sé lo que me queda, dos kilómetros más aguantando como pueda, no veo a las chicas (deben ir muy delante), pero al menos no me adelanta nadie, intento aguantar mi posición. Subida de nuevo, giros, adelanto a un par de chicas y me tuerzo el tobillo “¡mierda! no puedo parar, tengo que llegar aunque me cueste”, duele pero intento no pensar en ello. Llevo a otras dos chicas delante y Pedro de nuevo que me dice “¡venga! no te conformes, poco a poco en progresión”, pero la verdad, no tengo fuerzas suficientes para eso aunque no me rindo. Llega el tobogán de nuevo, el puente sobre el río, la subida y veo cerca a Sofía y a Margot, me sorprende verlas pero yo voy francamente mal y mi única obsesión es coger a esas dos chicas que tengo delante… el giro y la última recta, venga el último esfuerzo, intento apretar, acelero un poco y al final adelanto a una de ellas… ¡cachisssss, la otra se me escapó! pero es que no pude hacer más. Al final entro en meta y al parar, siento como la cabeza me explota, con ganas de vomitar e intentando recuperar el aire, llego hasta mis compañeras.
Grandes atletas estas chicas del Fuenla, imparables tengo que felicitarlas una vez más por ese carrerón que hicieron todas ellas, subiendo al pódium en sus respectivas categorías y proclamándose así como las mejores veteranas de Madrid. Yo no puedo hacer otra cosa que conformarme con mi octavo puesto en mi categoría y la decimo octava en la general.
Quizás al año que viene haya más suerte… o simplemente el trabajo dé mejores frutos.