jueves, 29 de noviembre de 2012

Estreno en la 48ª edición del Cross Canguro


¡Hoy paramos!


Hemos llegado a esa tan ansiada estación que es la primera crónica, la primera competición y apertura de la temporada… he aquí la 48ª edición del Cross del Canguro.


Después de los últimos entrenamientos, que como ya habréis podido leer, han empezado a ser más duros e intensos, llega una semana algo más “relajada”. Y lo pongo así porque es cierto que se baja intensidad en cuanto a los entrenamientos se refiere, pero desde luego, conocido el objetivo final de la semana, para mí ha sido de todo… menos relajada.

La semana del 19 al 25 de noviembre comenzaba tranquila, más o menos con lo habitual, descanso el lunes, 15 km el martes y lo siempre temido, unas series el miércoles que son las que me indicarían más o menos mi estado de forma puntual, que son precisamente las que te vienen a decir en cierta forma qué va a ocurrir el domingo… vamos, lo que vienen a ser un preludio de la competición. Así pues un 3.000 a 4:10, un 2.000 a 4:12 (evidentemente se me fueron) y un último 1.000 a 3:55, me vinieron a dejar “algo pensativa” y en cierta forma con un poco de bajón, sin saber muy bien por qué.  El jueves no pude entrenar por viaje de trabajo, fue un día complicado y cansado que no acabó muy allá. Así pues, los 10 km que me tocaban los tuve que posponer al viernes. 

Pero el viernes no fue mucho mejor, arrastraba nervios, tensión y una desmotivación importante por cosas varias, con lo que sólo fui capaz de rodar 30 minutos de mala manera, con frío y lentos. Fue todo lo que pude ofrecer en ese momento. Y llegamos al sábado, tan sólo tenía que rodar 25 minutos en plan calentamiento, así es que, a pesar de las pocas ganas que tenía y de todas mis dudas acerca de si competir o no, los hice. Eso sí, después de eso, la mañana terminó entre cervezas y tapas con familiares y amigos muy queridos. En fin, la semana estaba hecha de aquella manera, ya no había solución, lo hecho… hecho está y ahora tocaba tomar una decisión.

El sábado tampoco transcurrió muy bien, muchas dudas rondaban mi cabeza, sentimientos de debilidad, desagradables… una tristeza me invadía y entre todas las cosas que tenía frente a mí, una de ellas era precisamente si competir o no. Así es que, después de todo el día, me acosté sin saber si al final me pondría o no el dorsal del Canguro.

¡Qué contradicción! ¿verdad? Tanto tiempo anhelando mi primera competición, este cross que apuntaba muy bonito y en cierta forma especial… y yo tenía la moral por los suelos, motivación cero, nada de ganas, mogollón de dudas y una vez más, una lucha interna conmigo misma que no sabía dónde me iba a llevar. Pero bueno, preparé las zapas y el pulsómetro (nada más).

Y amanece el domingo. Me levanto tranquilamente con los niños, desayunamos juntos como si nada fuera conmigo y recibo un mensaje de mis compañeros de entreno, que se estrenaban ese día en su primer cross diciendo “bueno, ¿a qué hora quedamos?”. En cierta forma eso fue lo que me hizo reaccionar y me dije, “les has animado a que fueran contigo, hasta el míster les ha empujado también, has dado la brasa por todos los lados, has trabajado, te gusta, en el fondo es lo que quieres y te apetece… pues déjate de gilipolleces, vas y corres lo que puedas”. Así que, al final, me preparé, cogí el dorsal y el resto de cosas, los niños, mi tía, Mario y nos fuimos en dirección a la Casa de Campo.




Una vez en el coche me pregunta Mario si sé llegar bien, a lo que le contesto “creo que sí, más o menos”, tengo visualizada la entrada pero como era de esperar, no era así del todo cierto… entramos a la Casa de Campo, la recorremos pero no encontramos la entrada al parking del Teleférico, nos volvemos a salir al Paseo de Extremadura, otra vuelta por Batán, nos dicen que hay que bajar más hasta Lago y hacer un cambio de sentido, pero justo en ese punto hay un accidente y no podemos pasar… nos salimos otra vez y finalmente decidimos entrar a la Casa de Campo e ir por dirección prohibida para alcanzar la carretera al parking. Vamos fatal de tiempo, los nervios empiezan a hacerse más presentes, nos pitan, todo es como un caos, prisas, bronca… en fin, ¡un desastre! Pero al final conseguimos llegar… y nuestros compañeros también.

Desde el parking tenemos casi 1 km para llegar a la zona donde se realiza el cross, El Bosque, un recorrido de 4 km perfectamente medido donde suele entrenar incluso la élite. El lugar no puede estar más bonito, está precioso con las hojas por el suelo, el olor a hierba y tierra mojada, entre uno de los pinares más bonitos de la Casa de Campo discurren esas subidas y bajadas llenas de raíces. Y por supuesto el ambiente no podría ser mejor, todo perfectamente organizado, allí se alzaban las carpas del Canguro, entrega de dorsales, avituallamiento, una correcta señalización del circuito, los bloques de paja, el arco de meta, el crono, el pódium, atletas calentando y llegando, compañeros del club por todas partes realizando todo tipo de tareas y actividades… ¡un ir y venir de gente sin parar! Gracias chic@s por hacerlo posible.






Y entonces, se prepara Bruno que estaba emocionadísimo por correr una carrera de 1 km, se coloca una de mis camisetas del club y sus zapas, pregunta cómo tiene que hacer con los obstáculos si "saltar o pasar por el lado", por dónde tiene que ir… “¿y si me pierdo mami?” y le digo que no se perderá, que tiene que seguir a los niños de delante y que yo le acompañaré. Pobrecillo, está tan nervioso como yo, pero es un valiente, hasta yo dudo de si 1 km no será demasiado para él porque es el más pequeño de la competición con dos años de diferencia. Pero ahí está, en la línea de salida, preparado y dispuesto a correr, me pongo detrás de él y esperamos al disparo de salida. Y salen todos los niños como alma que lleva el diablo, Bruno sale el último pero voy con él diciéndole “despacito Bruno, tranquilo, que falta mucho y 1 km es muy largo” y así hace… le voy regulando, él sigue corriendo, empieza a adelantar a otros niños y cuando le quedan algo más de 100 m me dice que no puede más, tiene los mofletes colorados por el esfuerzo, va muy cansado pero le digo que no pare, que vamos más despacito pero que no hay que parar, que ya no queda nada y hay que ir hasta la meta, “mira Bruno, salta el obstáculo y ahí ya tienes el arco, vamos… pasa por debajo” y Mario que en ese momento se pone a su lado le anima también… y así hace, no para, levanta más la cabeza, salta y echa el resto pasando por debajo del arco de meta. Su primer cross de 1 km, es un campeón, vaya pequeña lección me da en ese momento, su carita es de satisfacción total y eso me llena tanto que me da energías para afrontar mi propia carrera. 





Así que después de ese km de calentamiento, continúo unos 20 minutos más; pero todo es como un desastre, voy sin sentido pensando en que ahora me toca a mí, pero no pienso en la estrategia, no pienso en nada, simplemente que me toca correr y que “a ver qué sale”, saludo a compañer@s, a rivales, me despisto y prácticamente a 5 minutos de la salida, me pongo a prisa y corriendo las zapas y el dorsal. Con tanto acontecimiento me siento fuera de carrera, es como que estoy pero sin estar, en la misma salida hago un par de progresivos, sin mucho sentido, no he estirado, no he hecho movilidad… ¡vaya desastre de calentamiento! ¿qué puedo esperar después de eso?

¡Venga chicas!”, se oye la voz de Cris, me coloco en posición, respiro y acto seguido se produce el disparo de salida. Salgo sin pensar, demasiado rápido, como siempre, pegada casi a mis compañeras del club, primer giro a la izquierda y nos agrupamos todas al margen, casi chocándonos. Las primeras empiezan a irse, en los primeros 500 m empezamos a adelantarnos unas a otras, voy pendiente de las raíces y de no tropezarme, pero no soy del todo consciente de mi ritmo, aunque siento que algo no va. Al paso del primer km me adelanta y anima Carmen (excelente corredora del Fuenlabrada) y pienso “si me ha adelantado ahora, la he pifiado seguro, me he pasado así es que no intentes seguirla” y la veo irse, voy mal de cardio, paso el primer obstáculo, reconozco que también me había creado una pequeña ansiedad por no saber muy bien cómo llegar hasta él para franquearle. A 200 m veo a una de mis compañeras, la llevo todo el tiempo delante y me planteo intentar ir hasta ella, pero no me veo con fuerzas de cogerla y desisto; voy en un grupillo de tres chicas, nos vamos adelantando unas a otras, pero una de las chicas del Fuenlabrada se empieza a ir y cuando me dispongo a seguir su ritmo, de nuevo, mi cabeza puede más y me quedo. Llega la subida y me acuerdo de Maite, “regula”, pero me cuesta bastante, noto el exceso de la salida y bajo el ritmo, las piernas no me van.







Por el km 3, al poco de subir, nos coge una chica del Moratalaz que viene muy fuerte y me sorprende que a estas alturas aún haya corredoras que adelantan. Entonces me acuerdo del año pasado cuando iba con alguna de ellas y acababa siempre por delante, pienso “¿y por qué esta vez va a ser diferente? ¡vamos a por ella!”, pero va demasiado rápido, no estoy segura de seguirla, me cuesta respirar y me digo que sin perderla de vista, voy a intentar mantener mi ritmo y si puedo, en el último km ya intentaré algo. Así hago y paso otro obstáculo que en ese momento me están pareciendo hasta divertidos.

En ningún momento he mirado el pulsómetro, no sé el ritmo que llevo, ni a cuántas pulsaciones voy y los km están señalizados con lo que no necesito mirarlo para saber lo que queda. Veo el punto de giro de la carrera de Bruno y sé que sólo quedan 500 m, “es ahora o ya no lo intentes”, dicho lo cual saco todas mis fuerzas para acabar con todo lo que llevo dentro y tirar hasta la meta. Me despego de la chica que iba en el grupo, adelanto a la del Moratalaz (que creo que también se ha pasado) y acordándome de las palabras que hacía un rato le estaba diciendo a Bruno, intento mi último sprint dándolo todo, sin dejar nada.








Justo antes del obstáculo está Mario que me dice “acuérdate de lo que le decías a Bruno, ahora te toca a ti, así es que ¡venga ese último esfuerzo! Pisa el obstáculo si es necesario”, pero no, no es necesario… ya he hecho todo lo que podía, salí disparada y me equivoqué, he corrido asfixiada y me han adelantado, he subido y bajado cuestas, he notado el dolor en las piernas, he pasado obstáculos siendo consciente de la carrera, he adelantado y he echado el resto, lo que me queda ya hasta meta lo voy a hacer con dignidad. Así es que paso el obstáculo y aprieto los últimos metros hasta el arco donde están Cris gritando “otra cangura, ¡vamos Raquel, venga campeona!”, Patricia y Marine esperando como siempre para felicitarme y abrazarme justo al pasar (gracias chicas, vosotras sí que hicisteis una magnífica carrera) y César que también me da un cariñoso abrazo (que me viene estupendamente) y me felicita.

De camino al avituallamiento vienen mis pequeños a abrazarme (este es uno de los mejores momentos porque ellos te hacen sentir como esa superheroína), mi tía María, Mario, mis otros compañeros amigos Fran, Javi y Dani (al que también he empujado a hacer esta carrerita). Ahora ya puedo respirar.




Me cambio y mientras los chicos calientan para su carrera, me voy a trotar con ellos por aquello de eliminar sobrecarga, luego mientras saludo a más compañeros del club, se produce la salida de la última carrera y nos vamos a verles por distintos puntos del circuito. Ahora me toca a mí animar, así es que eso hago (creo que esto se me da mejor que correr, je je je).

La mañana termina de forma muy agradable, una buena carrera de los chicos (creo que les gustó la experiencia como para repetirla), los niños que se lo han pasado en grande, correteando de un lado a otro y jugando sin parar, la compañía, las conversaciones, los atletas, las carreras… en definitiva ¡un 10 para este Cross Canguro y todo lo que le rodea!




Sin embargo, toda cara tiene su cruz y en cuanto a la carrera en sí se refiere digamos que mi sensación final, como resultado, como resumen podría dejarlo en “poco satisfecha”. Todavía me sigue costando regularme, no pienso adecuadamente y salgo siempre demasiado rápido, me he vuelto a equivocar tácticamente, parece que no termino de aprender y esto no ha hecho más que empezar. Está claro que si quiero hacer un papel digno este año en la temporada de cross, tendré que interiorizar más la competición, desde una semana antes, el día anterior y el mismo día por supuesto. Tendré que tener presente y claro lo que realmente quiero, sé que tengo que pensar de otra forma, por supuesto no se puede ir a una carrera de la forma en que yo fui a ésta, ni emocionalmente se refiere, ni con prisas, sin hacer las cosas bien, aunque hayas entrenado si la cabeza no va… lo sé, dadas todas las circunstancias que me rodearon esos días, ya sabía lo que iba a suceder, sabía que el resultado no me iba a satisfacer en absoluto, pero tal y como me dijeron “la carrera la perdiste una semana antes”.

Y ahora se oye… ¡viajeros al tren!



lunes, 19 de noviembre de 2012

El tren

El tren no ha parado aún, llegó a noviembre y sigue su camino, con su traqueteo y su ritmo continuo, va en busca de su próximo destino.

Sigue la marcha, no hay pasajeros que puedan bajar o subir, no hay tiempo de parar, quizás algún valiente intenta cogerlo en marcha, salta y se sube… ¿habrá hecho bien? No lo sabe, no se lo plantea, simplemente lo vio pasar y ¡ya está! Ahora está arriba, con el corazón a mil por hora, orgulloso, satisfecho y expectante.

Y ese pasajero que quiere bajar, ¿es miedo? ¿es prudencia o quizás paciencia? Simplemente está en el viaje esperando a que el tren pare y le lleve a algún lugar, va mirando por la ventana y aunque ve cosas que le llama la atención o que le gustaría vivir, no lo hace… sólo espera, se deja llevar… ya parará el tren.

Palabras, sentimientos, metáforas… han surgido de mi cabeza en estos momentos, pero no, no voy a intentar analizarlas, no voy a dar ninguna explicación, voy a dejarlas ahí para vosotros y que cada uno las interprete como quiera, que las coja, que las deje… quizás alguien se vea identificado en ellas, quizás alguien piense “vaya cantidad de chorradas, se le ha ido la pinza” o simplemente pasen desapercibidas y no se hagan ni caso. Yo por mi parte, ya las leeré en otro momento, quizás dentro de un mes, quizás dentro de dos, cuatro o diez. 

Mi tren sigue, sigo entrenando semana a semana, tranquilamente, sin prisas pero sin pausa, con entusiasmo y ganas… ¡me gusta entrenar!, me divierte, voy viendo cómo me voy superando día a día, notando la mejoría, sintiendo que cada vez soy capaz de más, me voy acercando al momento de la competición… ¿estoy preparada? Esa pregunta se resolverá sola el día que me ponga un dorsal, quizás no será en la primera competición, será en la siguiente, o en la otra o en cada una de ellas… ¡todos los días! Pero también sufro, las cuestas en las que tus piernas se ponen duras cómo piedras, las series dónde tu corazón parece que va a explotar, te falta el aire, quieres seguir pero no puedes porque las piernas te paralizan, los malos pensamientos intentan entrar en tu cabeza pero… ¡stop! ¡fuera! No les dejas y al final, terminas el entreno con un chute de adrenalina y de autoconfianza que te hace creer en los sueños y en la esperanza.




Así es que, tres semanitas más de entrenos hasta hoy.

Semana del 29 de octubre al 04 de noviembre: no hay mucho que destacar, rodajes suaves, algunas cuestas y su progresivo, más rodajes en progresión y diferente una sesión de series que hicimos el último día bajo unas condiciones climatológicas lamentables… más o menos cómo el resultado del entreno. Noche de Halloween, mal habiendo dormido y el día se levanta que parecía el diluvio universal… pero hay que ir, hay que cumplir, la pereza no está permitida, así es que, vamos a por ese 2x(2000:1000). Allí fuimos el grupo de siempre ¡qué valientes! y dos “sorpresas” más que nos acompañaron en uno de los días más difíciles que he tenido hasta hoy. Después de un calentamiento pasado por agua y empapados hasta los huesos, iniciamos las series… el primer 2.000 se me hizo eterno, mientras veía cómo se iban mis compañeros pensaba si aquello tenía algún sentido, lo casi hice porque debí parar unos 200 m antes. Toca el 1.000, salgo acompañada y si no es por Julito que en ese momento va tirando de mí, no lo hubiera hecho, no siento las piernas, hace frío, me duelen, no doy más, me asfixio, me dice “¡venga campeona!”, pero no es cierto, me está siendo difícil, llego, estoy de los nervios y bajo la lluvia con las manos en las rodillas, grito con toda mi alma “¡no puedo!”… sé que no tengo que decirlo, sé que lo tengo prohibido pero me pudo la rabia, me pudo el sentimiento de impotencia, me pudo la mente… intento no hacerlo, intento desechar esas palabras pero esta vez no lo conseguí (lo siento chicos por ese momento). Cambiamos el orden e hicimos el otro mil, ¿pero cómo lo voy a hacer? no tengo fuerzas, mi mente no está, ¿dónde se ha ido? pero salgo, que sea lo que sea, mis compañeros se van, los veo de lejos, les sigo, no paro, pero me duelen las piernas, un poco más, 100 metros y ya está, llego… “¿cuánto?” Terminé el entreno con otros 2 km de PA porque me fue imposible hacer la última serie. Resultado: un entreno duro donde los haya, condiciones pésimas a nivel físico, emocional y climatológico, los miles en sub 4:00 pero con la mala sensación de haber petado, de no haber estado a la altura… y es que a veces, el cuerpo “no está”, ese día no sale y te sientes mal. Pero gracias a una charla de después, me hizo ver que el entreno ese día no había estado en el ritmo de las series o del mil, sino que había sido toda una lucha de superación, contra el clima, la pereza, la ropa mojada, la mente, contra mí misma, haber estado allí y haberlo hecho, ni lo intenté ni paré, simplemente lo hice. Esta clase de entrenamientos siempre me tensan, medirme a veces me asusta por el posible resultado, no se me da bien encajar “algunos fracasos” pero son necesarios, porque de todo se aprende… estoy esperando las próximas series… ¿ellas o yo?




En la semana del 05 al 11 de noviembre no hubo nada significativo: de nuevo más rodajes, progresivos, mis amigas las cuestas y otro entreno de cambios de ritmos (2:1) a 4:30 de media (gracias Fran por el entreno porque contigo se hace fácil).

Y en la última semana del 12 al 18 de noviembre he disfrutado mucho: rodajes por debajo de 5:00 y un día de series de 8 minutos de PA que me sorprendió tanto como la confianza en mí misma que me dio… y es que el JCI es capaz de esconder grandes sorpresas, con lo que terminé tres sesiones muy contenta. El fin de semana también ha sido algo excepcional, aunque sólo eran dos rodajes de 12 km suaves, el entorno fue totalmente distinto. Este fin de semana hemos viajado a Valencia, hemos compartido buenos ratos y buenas comidas con amigos varios, hemos visitado el Oceanográfico con los niños, he entrenado por la ribera del Turia bajo una llovizna suave y a solas, Mario ha hecho una gran carrera batiéndose en su primer 10K de la temporada y superando la barrera del sub 38 (¡enhorabuena campeón! ya tienes tu paso para la SSI, sin duda te lo has ganado y te lo has merecido), hemos animado en el maratón a amigos (felicidades chicos porque habéis conseguido batir vuestras marcas y por cruzar una vez más la meta) y de paso, he hecho mi sesión de entrenamiento en compañía de mi compañero durante unos cuantos km del recorrido del maratón (¡bien hecho Antonio! felicidades porque cruzaste y gracias por dejar que te acompañara).

Y hasta aquí ha seguido mi tren, ya veis que no ha parado, a veces tengo la sensación de que va demasiado rápido, a veces me produce vértigo, a veces tengo miedo, es cómo una sensación agridulce pero muy reconfortante, lo sé… soy un cúmulo de contradicciones, pero ¿qué sería la vida sin su sal? Me gusta, subí al tren y aunque hay veces en las que quiero bajar, al final vuelvo a mirar por la ventana esperando a que pare, esperando que me lleve a “alguna parte”.

Se acerca el final de noviembre, tan sólo queda un fin de semana, pero para mí es más bien el principio, es el comienzo de la temporada… subimos el telón.

Next stop: Cross del Canguro.






jueves, 1 de noviembre de 2012

Próxima estación: noviembre rojo


Un día tal cómo hoy estaría escribiendo la crónica de mi última carrera y sin embargo, no es el caso, porque no hay ninguna competición de por medio.



El domingo 28 de octubre de 2012, se celebró la Media Maratón de Fuenlabrada, una carrera que ha tenido diferentes recorridos y que ha contado con distintas modalidades durante su existencia, como por ejemplo la carrera de la mujer de 6 km o actualmente, un diez mil… carreras anexas que por supuesto, tienen sus seguidores y sus detractores.



A esta carrera le tengo especial cariño, primero porque se celebra en mi pueblo y en fin, aunque no sea muy bonito, ni tampoco lo es el recorrido, “soy de Fuenla… ¡qué le vamos a hacer!“ Y en segundo lugar, porque desde que empecé a correr, ahí he estado cada año… el primero me estrené con la Carrera de la Mujer en la que quedé primera local (creo que fue la primera vez que subí a un pódium y esa sensación es única), el segundo año ya me atreví con la Media en su recorrido antiguo cuando era a una sola vuelta, quedando 5ª en la general y 1ª local… y el tercer año, en la pasada edición de 2011 con el circuito actual a dos vueltas, llegué 3ª de la general y 1ª local… quizás con todo ello me acostumbré a estar en el pódium, además de con mis familiares y amigos cerca, además con un post siempre muy agradable.

Pero este año ha tocado estar de espectadora, de animadora, tras la barrera aunque disfrutando tanto o más cómo cuando estás dentro. No voy a negar que cuando llegaba al polideportivo se me hizo un nudo en el estómago, se me erizaron los pelillos y me dije “¡qué envidia!” y es que no puedo evitar sentir el ambiente, la sensación de colgarme un dorsal y ponerme tras la línea de salida, escuchar los comentarios nerviosos de los últimos segundos, sentir la necesidad de poner mi corazón a mil por hora y correr, correr y correr, demostrándome una vez más “que puedo”, que soy capaz de cruzar el arco de meta.

No, esta vez no tocaba… era el turno de estar con mis pequeños, quizás unos futuros atletas, esa generación que nos recogerá el relevo. Me encanta ver cómo disfrutan al máximo, desde que suena “el disparo” de salida que ya van dándolo todo, van al 100%, con el corazón en un puño y se sienten seguros, satisfechos y felices por el simple hecho de estar ahí, sobre una pista de atletismo y corriendo hacia el arco de meta. ¡Son fantásticos! Es muy divertido verles disputar una carrera, cómo salen a mogollón, cómo se dejan la piel, cómo esprintan los últimos metros, la sonrisa de sus caras cuando cruzan el arco o incluso algunos llantos cuando no han conseguido lo que esperaban… y sinceramente, a veces deberíamos pararnos a pensar en ello porque estos pequeños nos enseñan más cosas de las que somos capaces de percibir.






En definitiva, una bonita mañana en familia disfrutando con los niños y con los amigos, pues al menos seguimos manteniendo esa tradición del post en Fuenla… una comida muy agradable, divertida y de las que quieres volver a repetir.

Ahora bien, con este post no quisiera transmitir ni pena, ni nostalgia porque no esté compitiendo, ahora estoy viviendo y disfrutando otra etapa. La verdad, me siento mucho más relajada, porque cómo ya he contado en alguna ocasión, las competiciones me ponen muy nerviosa, consiguen hacer que no duerma la noche anterior, me estresan aunque reconozca que esto también es un buen entrenamiento mental y por supuesto es un precio que me gusta pagar porque me gusta competir… pero hoy estoy disfrutando de otra forma, con los entrenos que estoy viviendo, estoy sintiendo cosas diferentes, me encuentro con otra energía, con otra fuerza, no sé… capaz de mucho más de lo que he hecho hasta ahora, capaz de llevarme a otros límites, es cómo un pálpito… pero “ssssssshhhhhhh, relax”.

Y hasta aquí he llegado, con otras dos semanas de entrenos en mis piernas, además de que me lo he pasado muy bien (bueno, también me ha costado lo mío), me he sentido renacer, empezando a recuperar forma, me empiezo a sentir fuerte y con confianza.

La semana del 15 al 21 de octubre incrementé tiempos, pasé a rodajes de 1 hora con fuerza y progresivos, metí más cuestas con progresión al final, un poquito más de potencia aeróbica y además… un golpe contra un bolardo de madera que casi me lesiona gravemente. Sí, lo que habéis oído, me di un golpe en el cuádriceps, saltando por encima del dichoso palo y cayendo al suelo… mis pobres compañeros de entreno se quedaron blancos pero yo había ido a entrenar y no lo iba a dejar, además ese día tenía dos miles en los que quería probarme un poco cómo andaba de estado de forma, eso sin contar el estrés de la noche anterior porque cuando tengo entrenos de calidad que sirven para testearme… uuuuuussssshhh. Hice prácticamente todo el entreno de ese día: 6 km de calentamiento, 10 minutos de PA y dos miles, pero bajando del ritmo planificado porque el dolor de la pierna no me dejó ir muy bien y al final, sólo pude hacer uno de los miles… quizás locura, quizás una imprudencia pero tenía que probarme y lo hice a 3:43 (¡uf! ¡qué subidón! ¡me sentí volar!), sin saber qué hubiera pasado en el segundo mil, aunque al final de todo, el resultado fue un sabor agridulce. Lógicamente, al día siguiente, no pude hacer el entreno planificado.



Y eso me lastró durante la semana siguiente del 22 al 28 de octubre, porque no pude hacer la semana de entrenos que tenía planificada, lo que me cabrea mucho, me desespera y al final, me entristece… pues justo cuando empezaba a notarme bien, ¡zas! Otro medio parón y sin poder exigir mucho al cuerpo. Así es que esa semana fue muy relajada, tres días de rodaje, algún progresivo y un poco de PA, todo suave y con miedo porque el dolor no me ha dejado exprimirme lo que yo hubiera querido, además del temor de que ese golpe se hubiera convertido en una auténtica lesión. Al menos me llevé un bonito vendaje...

Dos semanas más, un poco más de experiencia, un nuevo bache, algún que otro impedimento, algo más de tensión, trabajo mental y ¡a seguir! Porque este mes acaba ya… pero nosotros no, no estamos acabados, simplemente estamos empezando… próxima estación: noviembre rojo.




¡Nos vemos!