Buf, buf, buf… ¡¡¡desde mayo sin escribir!!! Al final, entre unas cosas y otras, trabajo, actividades varias, desmotivación, poca imaginación, etc. etc. etc., pues aquí estamos, ha terminado la pista, ha pasado el verano (ya estamos en otoño) y no he escrito nada de nada, lo cual he de decir, que tampoco importa mucho… no os habéis perdido nada.
En fin, aunque no me voy a extender en cada una de las crónicas de las diferentes competiciones (a estas alturas ya ni me acuerdo casi y ni merece la pena), aviso de que esta entrada es un poco larga porque resume todo el verano. Dicho esto… a mí me ha costado escribirla varias semanas (a ratitos), con lo que quizás… cueste leerla.
Al final me presenté en la pista, sí, a pesar de mi miedo atroz lo intenté y bueno, por un lado el resultado me sorprendió y por otro, fue justo lo esperado… no hay quién lo entienda, ¿verdad? Pues os lo cuento.
24 de mayo de 2014, Campeonato de Madrid de veteranos por Clubes. Inauguración de la pista, por decirlo de alguna forma, en donde me lo pasé muy bien. Lo cierto es que este campeonato es muy divertido, porque vas con tu equipo, cada miembro hace una prueba mientras el resto anima y finalmente la clasificación es por puntos según una tabla de baremos por la edad (algo que al final es un poco injusto, pero así se favorece la participación de todas las edades y sus posibilidades). Bueno, pues en este caso yo volví a repetir con la prueba del año pasado, el 200 ml y además también participé en el relevo de 4x100. En cuanto al 200 ml, poco que decir, pensé que habiendo trabajado mucho más que el año pasado, más fuerza, más entrenos, etc., esperaba mejorar mi marca al menos en un segundo, pero… ¡nada más lejos de la realidad! ¡imposible! ¡qué difícil es recortar décimas de segundo en estas distancias! Como pesan las piernas hasta el punto de ver que no puedes apretar más, que en milésimas puedes perder la posición, es una flipada esto de la velocidad… pero acabé contenta porque entré primera, ¡gané! aunque luego con el baremo puntué la cuarta, ¡cosas de la edad! El resto de mis compañeras lo hicieron también muy bien… Sonia quedó la primera en los 100 ml, Sofía primera en los 400 ml, Margot tercera en el 800 ml, Carmen primera en el 1.500 ml, Silvia tercera en el salto de altura, Mar sexta en salto de longitud e Inma primera en peso. Vamos… que prácticamente estuvimos arriba y ganamos casi todas las pruebas, es más… incluso en el 4x100 también ganamos. Qué divertido fue el relevo, a pesar de que hubo salida nula y Sofía lo hizo dos veces (porque no se enteró de lo concentrada que iba) y de que se metió una leche apoteósica en la entrega final… pero bueno, entre el caos y los nervios conseguimos entregarnos en tiempo, en zona y al final pues eso… otra prueba más para la saca.
En resumen, un día muy divertido, con muy buen rollo, muy buenas sensaciones y por supuesto con pódium. Aunque ganamos en casi todas las carreras (como ya he dicho), al final quedamos terceras a un punto de las primeras y empatadas con las segundas… cachissss y todo una vez más por “aquello de la edad”. En fin… felicidades a los otros dos equipos y atentas al año que viene, que pensamos ganarlo todo, ¡incluso el campeonato!.
29 de mayo de 2014, Trofeo de Atletismo de la Ciudad de Fuenlabrada: mi primer 800 de la temporada. Era la primera prueba seria, llegué con mucho tiempo porque había pruebas de niños en las que participaba Bruno y a pesar de los nervios que pasé porque no estaba claro si llegaba o no a tiempo (tuvo un examen que se retrasó más de la cuenta y finalmente no llegó a nada), estaba más o menos tranquila. Había estado pensando en ella todo el día y había una cosa que tenía muy clara, iba a mejorar mi marca personal, al fin y al cabo, bajar de 2:41 no debería serme muy difícil después de todo lo que había entrenado este año, frente al año pasado que básicamente no preparé nada de pista… fácil, ¿no? Pues ahí estaba la cuestión, sabía que mejoraría, yo esperaba bajar de 2:40 y ya está.
Recuerdo que sólo mi compañera Sofía y yo competiríamos en el Trofeo, el resto de las compañeras no iban a hacer ninguna prueba y estaban allí animando. Así es que cuando llegó el momento nos pusimos a calentar tranquilamente (bueno, a pesar de los nervios que ya afloraban, claro), entre risas y ánimos de las compis… un poquito de TC, unas rectitas, algunos consejitos tales como “visualiza la carrera, regula, lo vas a hacer muy bien, tienes que verte en meta y hacer tu carrera” (gracias Ali), además por supuesto de haber hablado con Mario mi paso por el 400 (si no recuerdo mal creo que tenía que pasar en 1:16 o así) que me “cantaría” para controlar mi ritmo y en función de eso, pues darlo todo o no… llegó el momento y allí había mucha gente conocida, amigos, familiares y de nuevo grandes atletas como Khadija Rahmouni (campeona de España de 800 ml).
Ya en la salida, esta vez fue calle libre pude notar la adrenalina y mi ansiedad por enfrentarme de nuevo a las dos vueltas, pero estaba convencida de que podría hacerlo, así es que me concentré y esperé al disparo de salida. Se produjo y tranquilamente me situé en la cuerda, creo que salí bien, sin demasiado atropello, me posicioné donde creía que era mi sitio, al final del grupo y allí ya vería cómo hacer para seguir en lo que pudiera a las chicas. Y sin darme casi cuenta hice los primeros 400, pero “¿dónde está Mario? ¿en cuánto he pasado?”, no le vi, no me dijo nada y simplemente pensé… “pues espero no haberla cagado porque aún me queda una vuelta y tengo que terminar, espero que en mejor condiciones que el año pasado”. No vi retirarse a nadie, veía a lo lejos a Khadija, escucha algo por megafonía y por delante iba Sofía haciendo un carrerón… últimos 200 m, “venga Raquel que no es nada, son 30 segundos” pero ya iba notando las piernas como pesaban, a pesar de eso me resistía a parar, el pulso debía de estar por las nubes, casi no me entraba el aire… entonces, implacable, allí llega la última recta, esos 100 últimos metros infernales… y mis compañeras animando como locas, “vamos Raquel, lo estás haciendo muy bien, venga que puedes, ve a por ella” y a punto estuve de coger a la chica del año pasado, me faltó un tris, no pude, lo di todo en esos últimos metros, crucé la meta no sé ni cómo, pero al menos no acabé muerta, acabé bastante entera, lo que me hizo dudar… en ese momento pensé “¿qué habré hecho? ¿habré mejorado?”. Y en el mismo instante en que estas palabras se cruzaban por mi mente, se acercó Mario eufórico, felicitándome y con el reloj en la mano mostrando mi marca… ¡¡¡2:33!!! Ni me lo creía, no estaba segura de si había visto bien, pero de cualquier forma, era una flipada. Yo quería un 2:40, con eso me bastaba y claro, aquella marca no me la espera ni en sueños.
Así es que más feliz que un sanluis con aquél resultado, las sensaciones (a pesar de que era pleno mayo y la alergia me tenía bajo mínimos), mi actitud, el entorno, todo… aunque eso sí, como de costumbre, me había pasado en el 400 y a punto estuve de petar, “yo cuando he visto que pasabas en 1:13 ya ni te lo he dicho, total, ¿para qué? No ibas a poder hacer nada, así es que he pensado… ahora será según lo que pueda”, fueron las palabras de Mario que como siempre me sigue, aconseja y me regaña a veces. En fin… fue una buena carrera, acabé muy contenta y satisfecha, estuvo genial.
Y ese fue mi primer 800 de la temporada, a partir del cual yo esperaba mejorar aún más, pues si era el primero, todo apuntaba a que tendría que terminar mejor, ¿no? Al fin y al cabo estaba preparando la pista a conciencia, entrenamientos duros, con ganas, con un objetivo concreto en junio donde ya no tendría la “mochila de la alergia”… vamos, que todo pintaba bien. Pues ale, la primera en la cara, justo todo lo contrario. A partir de ahí me entró el pánico, como miedo escénico que se traducía en “no voy a conseguir mejorar la marca, es demasiado buena como para poder bajarla” y bla, bla, bla, eso fue lo que ocurrió. Una vez más mis pensamientos negativos pudieron conmigo, efectivamente me entró un miedo atroz a enfrentarme otra vez a la pista, intentar mejorar ese tiempo me parecía un imposible y prácticamente esa fue mi condena. Me enroqué en que no podría, no mejoraría y me desmotivé de tal forma, que ni me apetecía bajar, ni entrenar, ni nada de nada… pero esto lo dejo para más adelante.
01 de junio de 2014, tres días después, Campeonato de Madrid de veteranos. He aquí que me enfrento a la decisión de “qué prueba correr”. Después del éxito del 800 y esas nuevas sensaciones que comentaba… no me veía con fuerza para repetir otra vez el 800, así es que tras consultarlo con Pedro y entre mis compañeras, decidí repetir la experiencia del año pasado: correr el 400 ml y el 200 ml, de nuevo abandonaba el medio fondo sin poder afrontar la prueba de 1.500 y me decidía por la velocidad, que yo veía más fácil o al menos, más a mi alcance… ¿cuestión de valentía? Pues no te digo yo que no… quizás sea eso, algo cobarde, pero lo que tenía claro es que no me apetecía sufrir innecesariamente. Y así fue al final, llegamos al polideportivo de Majadahonda (habitual para estos campeonatos) y entre el ambiente y buen rollo de los veteranos, las chicas del Fuenla, antiguos compis del Canguro, pues eso… se va pasando la mañana y esperando a que toquen las pruebas… hasta que empecé a calentar con Sofía, que también corría las mismas pruebas y de la que sabía me ganaría en todas, así es que me propuse al menos pegarme a ella para mejorar mi marca (buena liebre).
Efectivamente, llegó el 400 ml y ¡madre mía! ¡cuánto sufrimiento en tan poco tiempo! Sofía por la calle 1, yo en la calle 3 y pensé “venga Raquel que esto es sólo una vuelta a todo lo que puedas, intenta seguir a Sofi y a ver si bajas un segundillo la marca, tú puedes”. Pero nada más lejos de la realidad, salimos a una velocidad de espanto, no recordaba correr tan rápido, veía a Sofía como se iba en primer puesto, yo la seguía y tenía a la tercera chica muy cerca, quedan los últimos 200 m y ya casi no siento las piernas, “¿qué ha pasado? ¿cómo es posible que en tan sólo 200 m haya dejado ya todo?”, no es posible sentir esa pesadez, siento que no llego, Sofía se va y me aproximo a los últimos 100 m, no puedo más, creo que no voy a llegar, oigo las zancadas de la tercera chica y pienso “me va a coger, no puedo parar, tengo que seguir”, pero la meta se aleja más y más, últimos 50 m y de repente noto como si me parase, “alguien me ha puesto una mochila de 50 kg y voy andando”, no puedo controlar mis piernas, me duelen, oigo a la tercera chica más cerca y tengo miedo, me va a pillar, “venga Raquel, último esfuerzo, no mires para atrás, sigue corriendo o andando o lo que estés haciendo, ahí está la meta, cruza”, veo entrar a Sofía y con esos pensamientos al final llego, cruzo la meta en segundo puesto y en 1:08.98, increíble el dolor, increíble la sensación de parada, las piernas no me sostienen apenas y caigo al suelo, entra la tercera chica que al parecer debió sentir lo mismo y se frenó, si no… me hubiera pillado. Al final, no mejoré marca, es más, la empeoré en un segundo lo que hizo venirme abajo, no podía entender como estando mejor preparada había tenido peores sensaciones, había gestionado mal la carrera y encima había empeorado. Allí estaban Mario y Juanjo que vieron “como andaba” y me animaron, estaba Pedro que también me animó diciendo que era una sensación normal y habitual, que el 400 ml es difícil de correr… en fin, c’est la vie. Y quedaba el 200 ml.
Pero eso ya era harina de otro costal, después del 400 ml me sentía vacía y sin ganas de nada, me tumbé y estuve un buen rato con las piernas en alto intentado que se recuperasen, pero ya la sensación de competición ya no la tenía, ya no me apetecía. Así es que pasó una hora más o menos y otra vez al tajo, a por ese 200 ml. Un poquito de calentamiento, un poquito de técnica de carrera y a sus puestos. Esta vez corríamos Sofía, Sonia y yo, prácticamente nos lo tomamos como un “fin de fiesta” y entre algunos nervios y risillas, allí que nos pusimos. A sus puestos y ¡pam! Salimos escopetadas todo lo que nos daban las piernas y sin mucho más esfuerzo. La verdad es que en esos 200 m no puedo recordar muchas sensaciones, sólo la sensación de correr sin parar pero sin haberlo dado todo, de llegar algo más fresca que en el 400 ml, no sé, no puedo recordarlo. Llegué la tercera después de Sofía y de nuevo, sin mejorar marca… ¡qué difícil es bajar un segundo en un 200 ml! Así es que me quedé en 30.74.
Por último volvimos a repetir el relevo de 4x100, pero la verdad, esta vez fue algo más desastroso… y eso que estuvimos “ensayando” con Pedro como pasar el testigo, poniéndonos referencias de paso de nuestra compañera… pero no pudo ser. Sofía en la primera posta entregó a Sonia que salió un poco lenta, yo casi me salgo de la zona porque Sonia venía más despacio de lo previsto y me tuve que frenar en seco, en mi entrega casi Inma se sale también por salir antes de tiempo, en fin… que se disputó el primer puesto con el otro equipo y por milésimas de segundo, entramos las segundas. Eso sí, nos lo pasamos muy bien con la experiencia y al final, tres pódiums y un gran día en compañía de mis compañeras de equipo, Mario, amigos, etc.
04 de junio de 2014, tres días después, otra vez… hice un 800 más en Aranjuez que fue un desastre, lo pasé casi por alto porque ni lo luché (otra vez la misma chica quedaba delante de mí y no fui capaz ni de seguirla), ni lo disfruté, ni lo sentí… fue como “sabía que no tenía que haber ido porque ir pa ná”, es casi peor que no ir, ir para volverte con tan malas sensaciones al final sólo sirve para ir a peor, desmotivarte más y eso no es bueno, fue la primera vez que me planteé dejar la temporada de pista, que aquello no era para mí, demasiado sufrimiento, demasiadas expectativas, en verdad lo que era es que estaba acojonada, tenía un miedo terrible a no poder mejorar, a no hacerlo bien y así fue. Tal y como lo piensas, tal y como te auto convences, así haces… un mal 800 ml aquel.
15 de junio de 2014, algo inusual y fuera de preparación totalmente, nada de pista, así sin más y por aquello de “me lo tomo como un entreno” me fui con mis amigos, César y Javi a correr el diez mil de Proniño. Me apunté un poco de rebote por aquello de ir a pasar un rato, puesto que hacía tiempo que ni entrenaba, ni corría una distancia tan larga, no sabía muy bien como me iba a sentir, no daba ni un duro por mí en aquél sentido y cuando me tuve que pegar el madrugón a las 7:00 de la mañana para ir, casi me arrepiento y no voy, pero en fin, ya me había comprometido. Así es que con las mismas y la coña, nos fuimos bien tempranito a la ciudad de Telefónica, nos dimos una vuelta a ver si veíamos a algún atleta de élite, fotito de rigor con Abel Antón, nos encontramos con Jorge (otro amigo), saludé a Pedro (otro amigo) y hasta que nos pusimos a calentar. Fue poco porque la verdad, como no iba a competir tampoco me lo tomé muy en serio y encima por lo que me habían contado, no era una carrera fácil, así es que dije “pues que sea lo que sea, me basta con acabar”. Y empieza la carrera, recuerdo que al principio iba muy bien, me sentía más o menos “ligera” y con fuerzas, pero la verdad, a medida que fueron pasando los kilómetros, me fui desmotivando y viendo vacía, sin ganas… y aunque llevaba a mis amigos conmigo animando, mientras ellos hablaban tranquilamente como si tal cosa, sin esfuerzo, no me sentía con ganas de terminar. Las cuestas empezaron a pesar, en el km 5 ya quería abandonar, no veía el final, la carrera se cruzaba y vi a los grandes volar, pero yo no quería seguir, me costó muchísimo, recuerdo que me faltaba el aire, me resultó muy dura, no me daban ni las piernas ni la cabeza… hubiera abandonado si no es por mis amigos que al final me “empujaron” hasta el final, pero en fin… crucé la meta en un tiempo lamentable, uno de los diez miles peores de mi vida, pero lo acabé. Al terminar, nos cambiamos y nos fuimos a la caza y captura de los autógrafos de los atletas… y ahí está, mi dorsal firmado por tres grandes Abel Antón, Chema Martínez y Martin Fiz, más una conversación con Abel Antón muy agradable en la que me preguntó por la carrera, le dije que me había costado bastante, que estaba preparando 800 ml y me dijo “pero mujer, con la carrera de 3 km te hubiese valido como entrenamiento”, vamos, que se debió de quedar flipado o diría algo así como… “estos populares, hacen auténticas salvajadas”, jaaaaaaaaaaa. Pero bueno, estuvo gracioso y al final, con unas historias y otras, con esa pequeña anécdota y un poco plof, nos fuimos a casa. Y no acaba ahí el asunto… nooooooo, ahora ya para rematar la faena y tirarme de los pelos, recibo un mensaje de Pedro que me dice “anda que ya te vale, te has ido y resulta que te han llamado a pódium, has quedado tercera veterana… deberías tener más confianza en ti”. ¡Qué me estás diciendo! ¡¿en serio?! No me lo podía creer, ¡qué rabia! Me perdí la foto en el pódium, mi trofeo y la entrega del premio de parte de Chema Martínez… en fin, para ponerse a llorar, pero… ¿quizás lo tenía merecido? ¡un desastre! Eso sí, en la página aparece mi nombre y al final, la entrega del trofeo la hizo mi buen amigo César, que se encargó de ir a por él y dármelo personalmente, tan bueno como el mismo Chema. Gracias César por las molestias y por esa entrega tan particular.
Y llegó el momento.
Fin de semana del 20 al 22 de junio de 2014, campeonato de España de veteranos, en teoría mi objetivo. Vaya semanita que pasé justo antes, después de la carrera de Proniño y hasta que llegó el día de partir hacia Huelva. Esto sí que fue “el parto la burra”, ¿qué hago? ¿qué no hago? ¿voy o no voy? Tenía claro que había estado preparando la pista para hacer el mejor 800 de la temporada, este era mi objetivo, mejorar mi marca, pero claro… ¿podría mejorar la marca de Fuenla? Además quería afrontar mi primer 1.500 ml, cruzar la barrera de las dos vueltas a la pista, había entrenado para ello (o eso creía yo). Lo malo es que me había pasado prácticamente toda la primavera arrastras, debido a mi alergia entrenaba fatal, me asfixiaba, no rendía, tenía que parar, pero pensaba que en junio estaría bien, sin esa “mochila” y no fue así… encima había cogido peso, vamos, me sentía “de menos”, me sentía acobardada y sin motivación, además me daba muchísima pereza el viaje, ¡tan lejos!, todo lo que uno puede desear para esos momentos, todo lo malo, todo lo peor, toda la semana dándole vueltas y prácticamente un día antes, había decidido no ir, no enfrentarme a ello. Hasta tal punto fue mi ansiedad que “enfermé” con un resfriado algo extraño, congestión, estornudo, dolor de cuerpo… ¿quizás había psicomatizado mi miedo? No me sentía preparada, era pánico, lo pasé francamente mal. Tengo que aprender a relativizar estas cosas, a disfrutar más de ellas, a ver el lado bueno de todo esto… no es competir, no es ganar… ¿o sí? Quizás simplemente es pasar un fin de semana con amigas, disfrutar, divertirse, embeber el ambiente, vivir experiencias… ¡qué más da el resultado! Si no nos va la vida en ello, no es nuestra forma de vida, no lo necesitamos para seguir adelante, ni para comer, ni para que tus hijos crezcan… lo necesitamos para desconectar, relajarnos, compartir, conocer gente… para un montón de cosas que no tienen que suponer una presión y eso es precisamente, lo que yo no consigo ver. Tengo que cambiar.
Pues después de esta vomitona de pensamientos, después de decidir que no iba justo el jueves anterior, después de llorar y llorar de impotencia por sentirme así, por no poder controlar esa sensación y esos pensamientos, gracias a la insistencia de mis compañeras, sus ánimos, sus empujoncitos y al último aliento de Mario… casi en el mismo momento de partida el viernes, decidí apuntarme y salir hacia Huelva a pasar el fin de semana. El viaje fue tranquilo, como de costumbre en el coche de risas, historias, nervios y estornudos (ahí iba yo con mi fantástico resfriado), llegamos a Huelva por la tarde para visitar el estadio, confirmar las pruebas en las que participaríamos (finalmente me decidí por el 800 ml y por probar el 1.500 ml) y relajar un poco tensión. Después de eso nos fuimos a cenar y a la camita para afrontar el día siguiente.
Lo cierto es que es una experiencia ver y participar en un campeonato nacional de veteranos, el ambiente es distendido a la vez que competitivo, pero de otra forma, se van produciendo las pruebas una tras otra y puedes disfrutar del coraje, de la emoción, de la intensidad de todas esas personas que alguna vez fueron grandes atletas, otros aficionados, algunos mayores y otros muy mayores… impresionante ver a gente de más de 80 años disputando pruebas con la misma ilusión con la que lo haría un chiquillo de 10 años. Así pues, la primera prueba que vimos el sábado, fue el 5.000 ml en el que corría Carmen que por supuesto compitió con una gran cabeza como siempre y ganó sobradamente, declarándose campeona de España. Prueba tras prueba, la última de la mañana que pudimos ver fue el 400 ml de Sofía y Sonia, una carrera muy intensa dada la tensión que acumulaba Sofía y los nervios que la tenían dominada, pero por supuesto no defraudó, espectacular su carrera y finalmente subcampeona de España, mientras tanto Sonia quedaba en un merecido puesto quinta de España. Después de ahí, nos fuimos a comer, a descansar un ratito para afrontar la tarde lo mejor posible.
Ni que decir tiene que mis sensaciones eran pésimas, toda la mañana dando vueltas, colgada del “respir” y ese extraño resfriado, nerviosa a ratos y en fin, después de la siesta tenía la sensación de ir “al matadero”, sin ganas de competir, sin ganas de esforzarme, pero pensaba “ya que estás aquí, hay que correr lo mejor posible, son dos vueltas, resiste como puedas y habrás acabado”. La verdad es que no mola nada ir a un campeonato de estas características con la derrota ya asumida. En fin… allá que fuimos, a mi prueba, en teoría a por ese objetivo tan ansiado, al 800 ml. Y no sólo eran mis malas sensaciones de “no competición”, me sentía fuera de lugar, pasada de peso, fuera de forma, “no soy una atleta” y además en esta prueba estábamos prácticamente todas las chicas del CAF, Sofía, Silvia, Margot y yo. Lo dicho, pasando de puntillas, no hay mucho más que decir. Calentamos todas juntas, un poquito de técnica de carrera, intenté concentrarme y visualizar la carrera como hice en Fuenlabrada, pero lo cierto es que no conseguí meterme en ella. Lo intenté pero no pudo ser. Así es que preparadas en la salida, calle libre, respiré profundamente y esperé al disparo. Son instantes, milésimas de segundo, pero te parece un mundo hasta que te colocas en el grupo, buscas tu ritmo e intentas seguir a las chicas. Fui bastante delante al principio, Sofía iba tirando de la carrera muy suelta, la seguían alguna chica más y Margot, creo que Silvia y yo íbamos más o menos juntas. Dimos la primera vuelta y pude oír los ánimos del resto en las gradas, toque de campana, vamos a por la última vuelta, voy resistiendo como puedo, me noto cargada y al paso de los últimos 300 m Silvia me pasó, no pude seguirla, me vine abajo y creo que me dejé llevar simplemente, no recuerdo grandes pensamientos, sólo quería llegar, me daba igual todo. Últimos 200 m, “venga que ya estás”, últimos 100 m y más ánimos de las chicas… entra Sofía (campeona de España), Margot la tercera, Silvia entra la cuarta y yo me quedo en un sexto lugar catastrófico y empeorando marca… lamentable. ¿Qué más puedo decir? Poco más, lo esperado, ya había firmado por mi derrota, no hubo opción, mi cabeza ganó en esta ocasión, no pude superarme, todas las predicciones se confirmaron, en fin… paso página.
La última prueba del día fueron los 100 ml de Sonia, luchó y lo disfrutó… ella fue a dar lo que tenía y lo que pudo, satisfecha con sus resultados porque sabía a lo que iba, ¡olé por esa actitud!. Después de eso y ya algo más relajadas todas, duchita y a cenar a una pizzería todos juntos, bastante buena por cierto, entre risas, celebraciones y conjeturas. Y a dormir hasta la mañana siguiente que vendrían el resto de pruebas. Pasó la noche, algo movidita por cierto y llegó el momento de levantarse, desayunar y al polideportivo otra vez. En esta ocasión no tenía tanta ansiedad, era mi primer 1.500 ml, iba sin presión porque hiciera lo que hiciera, sería marca personal, jaaaaaaa… pero sí me provocaba ansiedad la barrera de las dos vueltas, no podía concebir el dar casi cuatro vueltas a la pista al mismo ritmo que hacía el 800 ml, ¿cómo podía ser posible si en dos vueltas llego muerta? ¿cómo afrontar casi dos vueltas más si llega un momento que las piernas no te van? Quería hacerlo, necesitaba hacerlo, tenía que saber cuál era la diferencia y cómo poder sobrevivir a las 4 vueltas. Así pues, allí estaba de nuevo, calentando y preparada para intentarlo, me sentí un poco desubicada, casi no llego a tiempo de quitarme las mallas largas y atarme bien los clavos cuando casi todas las chicas estaban ya en la salida, dicho esto… apenas me dio tiempo a pensar o a ponerme nerviosa una vez en la línea de salida porque fue visto y no visto. Se produjo el disparo y pensé “venga, que sea lo que Dios quiera, veremos si resisto o reviento antes de tiempo” y me puse a correr, intentando seguir el ritmo del grupo y no descolgarme. Y de repente, tengo que decir que me sorprendió bastante, iba a un ritmo cómodo, no iba con la lengua fuera, no notaba un gran esfuerzo, podía seguir a las chicas y eso me desconcertó: “veremos a ver, esto no puede ser así todo el rato, seguro que meterán un cambio de ritmo y entonces será cuando ya no pueda terminar”, pero… no fue eso lo que ocurrió, prácticamente seguí al grupo todo el tiempo, mentiría si dijera que iba fresca como una rosa, pero sí es cierto que no notaba la misma sensación que en el 800 ml, no iba tan al límite, iba más o menos bien… de hecho, efectivamente cuando las chicas metieron ese cambio de ritmo, no me descolgué tantísimo como yo pensaba, conseguí hacer un pequeño cambio yo también y al menos, adelanté a una chica en la última recta y pude entrar detrás de Silvia aunque 17 segundos después y 30 segundos más tarde que la primera. Al final, puesto 11 y tiempo 5:38.91, por supuesto mejor marca personal, jaaaaaaaaaaaaaaaaaa, pero sobre todo, lo mejor es que me sentí bien, satisfecha por haber cruzado esa barrera y haberme enfrentado al 1.500 ml que tanto pánico me daba, al menos pude saber por experiencia propia que un 1.500 ml no tiene nada que ver con un 800 ml, para mí fue más cómodo (no sé si quizás porque no lo di todo, no lo sé), pero fue muy gratificante probar que son carreras totalmente diferentes, que no tienen nada que ver la una con la otra y que por supuesto ¡puedo! Quizás incluso pueda mejorarlo la próxima temporada…
Lógicamente, como era de esperar, después de la prueba ya todo cambió, mucho más relajada, sin tensión, sin nervios… ya sólo quedaba disfrutar del resto de pruebas, la última que vimos fue el 200 ml de Sonia que quedó cuarta de su categoría porque al 3.000 obstáculos de Chema no nos quedamos por ser muy tarde y tener todo el viaje por delante. Eso sí, un sabor agridulce el que tenía en esos momentos, por sentir que no había sabido aprovechar mi forma física y mental en el 800 ml (lo hice muy mal claramente) y por enfrentar el 1.500 ml a medio gas, independientemente de las medallas, mis puestos no habían sido muy buenos, pero creo que son merecidos. Aún así, la mañana aún nos deparaba una sorpresilla cuando alguien dijo “¿por qué no corréis el relevo 4x400? Ya que estáis aquí aprovechad”, así es que entre risas y dudas, al final decidimos hacerlo. Y la verdad, fue muy divertido, nunca había hecho un 4x400 (imaginad mi inexperiencia para la entrega de testigo, la colocación, la zona, etc.) y además ¡corriendo con los hombres! Al ser tan poquitos equipos, nos mezclaron con la categoría masculina de 50 para poder hacer carrera y fue curiosa la competición porque incluso ellos se pican con las mujeres aún sabiendo que vamos en competiciones diferentes y que en el fondo da igual. Así es que yo que iba a hacer mi 400 a tope de lo que pudiera, no quise dejar escapar la oportunidad y también me piqué con el relevista que me tocaba, que por supuesto me sirvió de liebre, le adelanté en el 200 y al final me hizo la catorce-quince para adelantarme en los últimos 50 m y entorpecer mi entrega (cuestión de experiencia), pero estuvo bien, hubo tensión, hubo emoción y al final… nos llevamos la medalla de consolación porque al menos hicimos el mínimo tiempo reglamentario para obtener el premio. Después de ahí ya todo fue más fácil, nos fuimos a relajarnos un ratito a la playa, comimos, tomamos el sol, nos echamos una mini siesta y de vuelta a Madrid.
Y así acabó mi primer campeonato de España de veteranos al aire libre, con todos esos sentimientos y esas sensaciones, con emociones y rabia, con ganas de acabar todo y con muchas incógnitas para el año que viene, pero sobre todo teniendo claro que era momento de colgar las zapas, dejar los entrenamientos exigentes, las competiciones y comenzar la búsqueda para volver a disfrutar corriendo, algo que últimamente me estaba faltando. Como siempre, después de todo, menos mal que fui, si no lo hubiera hecho seguro que aún estaría arrepintiéndome, ahora me doy cuenta de que todo suma, todo es una experiencia, no sólo competir, sino sentir el ambiente, ver el campeonato, la gente, pasar un gran fin de semana con tus amigas y compañeras y seguir demostrándome a mí misma las cosas que soy capaz de hacer y las que podría llegar a hacer si pensara de otra forma. Y hasta aquí llegó mi temporada 2013-14, con esto terminó mi primera temporada en serio de pista… ¿balance? Esto quizás lo deje para otra ocasión.
Para terminar, sólo mencionaré que después de “colgar las zapas”, me he pasado el verano casi en blanco; tras el campeonato paré dos semanas completas sin hacer nada y después, durante las vacaciones, apenas he salido a correr, algún que otro día en la semana he salido a trotar 30 minutos y poco más, intentando buscar sensaciones, escuchar a mi cuerpo pero lo cierto es que me pedía tregua, descanso, no hacer nada, no salir… y así hasta la vuelta al trabajo que en el afán de encontrar esas buenas sensaciones, esas ganas por correr de nuevo, empecé a salir a las 7:00 de la mañana por el parque Juan Carlos I y bueno, digamos que ese es “otro correr”. Efectivamente tu cuerpo está dormido (a pesar de llevar media hora físicamente despierta), le cuesta arrancar, empezar a moverte es un gran esfuerzo, pero sin prisa y poco, disfrutando del frescor matutino, del parque regado, de reencuentros con personas que hacía tiempo que no veía y con la que charlando descubres lo que significa esto, de la compañía de Ruth, de reencontrarme con mis abuelillos y sus historias, su experiencia… al final, consigues sacarle “el gustillo” y empiezas a correr de nuevo con otro espíritu. No obstante, cuesta… cuesta madrugar, cuesta arrancar, cuesta volver a coger un poco de forma, cuesta respirar, cuesta moverte, cuesta entrar en materia… cuesta. Pero al menos correr sin reloj, correr sin ningún objetivo, simplemente correr por correr, te permite sin lugar a dudas disfrutar del atletismo de otra forma, desde otra perspectiva, sin presión, sin plan, sin competición… a veces me he preguntado si quizás no será esto lo que necesito, sin más, nada de esfuerzos, nada de “recompensas”, ni marcas, ni experiencias… es complicado para mí poner en la balanza cada una de las alternativas porque en el fondo… me encanta correr, necesito correr, es parte de mi vida, amigos, familiares, mis peques, todo es un gran mundo, un bonito entorno con grandes valores… sólo tengo que aprender a gestionar mis emociones, la presión, la competición, tengo que aprender a relativizar más, no tomarme las cosas tan en serio, disfrutar de ello, de esas experiencias y por supuesto, seguir trabajando.
En fin, digamos que este es mi resumen del verano y la pista… para terminar el verano, sin ninguna pretensión como es lógico y dada mi forma física, hice un par de carrerillas en plan amigos por disfrutar más que de la competición, disfrutar de lo que había a su alrededor, el entorno donde discurren, fin de semana con familia y amigos, sorteos, fruta, carreras de niños, barbacoa, jamones y quesos, vino… en definitiva, que más por competir o hacer una buena marca, lo que pretendía era rodar en un entorno diferente y con mucha gente. El 26 de julio de 2014 corría la carrera de El Arenal con Mario, Alfredo y Luis, en plan muy tranqui (la verdad que la carrera son 8 km bastantes duros, con lo que hay que regular mucho al principio que es todo bajada, para poder terminar subiendo). Allí había amigos y mucha familia animando y apoyando, además de que el recorrido es muy bonito y la organización es fantástica, muy familiar, con muchos premios y sorteos para todo el mundo… así es que, estuvo bien, acabé contenta porque terminé la carrera en progresión, supe regular y al final tuve energía para entrar más o menos bien. Fue un bonito día que acabamos con un buen chuletón y un fin de semana relajante. No voy a entrar en más detalle de la carrera porque hacer una crónica me supondría más páginas.
Y por último, como broche final al verano, el 06 de septiembre de 2014 corría la carrera de El Espinar, similar en ambiente y organización a la carrera de Ávila, similar en entorno y recorrido aunque son 13 km, similar en objetivos y sensaciones… sólo era hacer un rodaje con buena gente y por supuesto con mis compañeras Inma y Mar que también se apuntaron, Mario, Luis, nuestra au-pair Lottie, Alex y Beto, disfrutando del ambiente de la carrera y también de los amigos después en una rica barbacoa. ¿La sorpresa? No había mucha gente en esta edición y eso quizás nos permitió ir en los primeros puestos, así es que esforzándome todo lo que pude, teniendo en cuenta mis posibilidades, fui con mis compañeras los 3 primeros km hasta que se fueron poco a poco, las seguí en la distancia y con los chicos que llevaba alrededor, fui comiendo cuestas, km, energía y al final… llegué la tercera mujer, después de Inma que ganó la carrera y Mar que quedó la segunda. Así es que tal y como dijo el speaker, el jamón, el lomo y el queso se vinieron para Fuenlabrada. En fin, una carrera dura como ella sola, pero con un gran ambientazo y con unos buenos premios… fue un divertido pódium, fue una bonita tarde, una gran noche (dar las gracias a Alex y su familia por acogernos después en su casa en una velada estupenda, con una suculenta barbacoa y mucho cariño) y lo que fue mejor aún, es la fiesta que nos dimos las chicas de oro (con parejas y niños) a costa de ese jamón, ese lomo y ese queso, rociados de vino, risas, charlas y con ello le dimos el pistoletazo a la apertura de temporada.
Me encanta este equipo, ¿lo he dicho ya? Pues allá vamos, a por más retos y experiencias… a ver si es cierto que he conseguido recuperar “ese tiempo perdido” que he sufrido con el atletismo, esas sensaciones, esas ganas…
¡Que empiece el show! ¡que empiece la nueva temporada 2014-15!