Pues ahí voy… con mi tercera competición en pista de 800 ml. Ocurría justo el miércoles siguiente del Campeonato individual de veteranos, con lo cual aún estaba enchufada por la emoción y la adrenalina del 200 y el 400 que todavía no me habían dejado poner los pies en el suelo, sin embargo…
19 de junio de 2013: XV Reunión de Leganés.
No tengo muy claro qué me pasó en esta ocasión. Fui tranquila, iba motivada, consciente de que a pesar de los pocos entrenos, al menos había competido algo más y eso me daba un pelín más de seguridad, pero no sé, algo en mi interior… había un interrogante.
Llegué al polideportivo de Leganés, como es habitual me fui hacia los listados y confirmé mi asistencia, miré las inscritas y me dije que intentaría ir detrás del dorsal XX a ver si conseguía mejorar un poco mi ritmo, pero… al final, todo son elucubraciones. Fui a las gradas, me senté un rato a charlar con algunos nuevos amigos y finalmente, empecé a calentar.
Lo normal, un trote de 20 minutillos con Juanjo y Sergio, una charleta agradable y lo que viene siendo habitual en estas competiciones, movilidad, técnica de carrera, estiramientos y unos progresivos… y a esperar mi serie, saldría en la segunda.
“Bueno, pues ya sabes… intenta contenerte, tienes que pasar el 400 en 1:16 más o menos… podrás o tendré que atarte una losa a los pies?”, jaaaaaaaaaaaaaaaaaaa… y es que después de mi último suicidio, no me extraña que me tocara escuchar esto, así es que, intenté interiorizarlo para controlarme en la primera vuelta y no reventar al final.
Me toca, vamos a la línea de salida… la verdad es que en esos momentos todo mi cuerpo se tensa, mi mente está 20 m más allá y aguantando la respiración, sólo consigo oír el latido de mi corazón… “a sus puestos” y bang! Salgo y empiezo a correr, detrás del grupo, pero voy algo “rara”, no las tengo todas conmigo… no sé. Oigo algunos ánimos, “venga Raquel que vas muy bien” y paso el primer 400, creo que me he quedado corta, no sé en cuánto lo he pasado pero me noto “demasiado fresca”, con lo que algo he hecho mal.
Voy, sin ir, simplemente corro, hasta llegar al último 200, adelanto a una chica en la curva, lo que me hace pensar que me he reservado bastante y tengo como un bajoncillo, porque pienso que ya no voy a poder recuperar… pero llego al último 100, me animo y me digo que hay que dar todo lo que tenga, me marco un sprint y adelanto a otra chica… definitivamente si he podido hacer eso, he regulado bastante mal, demasiado corta y no he llegado, ya no me da tiempo a más, así es que… cruzo la meta sin más.
Tengo la sensación de no haberlo dado todo, de no haberme esforzado, no me encuentro mal, me noto bastante “entera”… está claro que no he mejorado mi marca y por otro lado, tengo la sensación de no haber corrido, es como… ¿un sin sabor?
Pues eso… al final 2:41.46, aunque recuperé un pelín en la segunda vuelta, ya no hubo tiempo y es que esto es muy difícil, saber regularte en sólo 400 m, donde un simple segundo es un mundo y que si te pasas, la pagas en los siguientes 400 m… ¡uf! Me parece toda una odisea casi imposible de controlar, pero supongo que al final, cuando haces muchos 800, llegas a conocerte en cada metro, en cada tramo de la pista, tus piernas te hablan y te van marcando, hasta que la cabeza aprenda. En fin… me fui a casa así como quien no quiere la cosa, un poco cabreada conmigo misma por no haberme esforzado y diciéndome “tengo que correr otro más y ya, necesito quitarme esta espinita”.
¿Habrá tiempo para otro?
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