sábado, 3 de mayo de 2014

Campeonato de España de Clubes Campo a través 2014

Bueno, por fin consigo encontrar las ganas y el tiempo para escribir esta última crónica de la temporada de invierno… por fin consigo encontrar el momento para cerrar con ella la temporada de cross. Lo cierto es que hace ya tanto tiempo que dudo que pueda recordar las sensaciones, los momentos, los pensamientos de ese día, no obstante… lo intentaré.


Tras algunas incertidumbres sobre quienes iríamos al Campeonato, finalmente nos dirigimos a Oropesa cinco corredoras Carmen, Inma, Silvia, Sofía y yo, dispuestas a disfrutar de lo que supone este evento para nosotras, un premio, una recompensa porque allí, no se puede esperar otra cosa, simplemente correr, dar lo que haya dentro, pero sobre todo, disfrutar del ambiente, de la competición, de estar entre los más grandes y entre las futuras promesas que algún día nos representarán a todos los españoles en grandes competiciones a nivel mundial.
Dicho esto, allá que vamos, salimos el sábado 01 de marzo de 2014 por la mañana, en varios coches… fue un viaje ameno y divertido, de conversaciones varias y en el que por algún motivo especial, te empiezas a acercar a personas de las que descubres son geniales. Así que entre unas cosas y otras, un paroncillo para desayunar, música y charlas… llegamos a Marina D’Or a la hora de comer. Con lo que nos fuimos directamente al hotel de los atletas a ponernos las pilas para lo que tendríamos que afrontar. Después de ahí, a los apartamentos a instalarnos, descansar un ratín y listas para ir a reconocer el circuito.


Pero bueno, aunque el finde se presentaba chulo, la compañía, la competición, todo lo que aquello representaba, pues era la segunda que vez que estaba allí inmersa, era la segunda vez que pisaba ese mismo circuito, era como revivir aquella experiencia tan chula… algo en mi interior me faltaba, algo no iba del todo (como era habitual por aquellas fechas), algo no me dejaba “ser”. Una parte de mí quería disfrutar a tope, aparentar que todo estaba genial, que todo era guay y demostrar que podía hacerlo. Pero otra parte de mí se sentía triste, vacía, sin confianza y necesitaba aquél empujón. No pudo ser.
Con todas y con esas, al final nos fuimos a reconocer el circuito, un circuito que como ya he dicho conocía, el terreno, la arena de la playa, los toboganes… sólo podría diferenciarlo alguna curva y que en esta ocasión serían sólo 4 km los que tendría que recorrer en lugar de los 7,5 km de la otra vez. Así es que estuvo bien, con las chicas y con el resto de gente que andábamos por allí, tanto de nuestro club como de otros clubes amigos, el tiempo corrió. Y tras eso, como no pudo ser de otra manera… nos fuimos al apartamento a ducharnos y apañarnos para la cena. De nuevo el mismo hotel, de nuevo casi el mismo tipo de comida, de nuevo casi parecía que no me había ido de aquella vez dos años antes (nada más lejos de aquello porque esta vez fue muy diferente).
Después de la cena fuimos a recoger nuestro dorsal y las últimas instrucciones… ¿podría haber alguna en especial salvo correr? Jaaaaaaaaaaaaaaaa; así es que estuvimos un rato en el apartamento charlando y preparando a las niñas que se disfrazasen, pues coincidió con Carnaval y el ambiente era muy divertido. Así pues, tras aquello, nos fuimos a la cama no sin antes preparar todo, equipación, dorsal en la camiseta, clavos listos, ropa de calentamiento, zapas, bla bla bla… ya sabéis.


¡Y llegó el día! Nos levantamos sin prisa, fuimos a desayunar con tranquilidad, quizás algo tarde… ya sabía yo que me iba a costar la digestión y me pasaría factura en la carrera, pero bueno, total, para lo que me iba a servir. Así pues, la mañana se me pasó en un abrir y cerrar de ojos, cuando me quise dar cuenta ya estábamos en el circuito dispuestas a calentar y a darlo todo… eso sí, desde el momento en que pones allí el pie, los nervios se instalan en el estómago y ya no se van hasta que no cruzas la línea de llegada. Con lo que no hace falta que os cuente esa sensación, ese cosquilleo, esa falta de aire.


Calentamos tranquilamente unos 30 minutos mientras íbamos sintiendo esa misma sensación de euforia y de nervios entre todas las participantes, algunas más profesionales que otras, pero al final en todas se reflejaba la misma incertidumbre. Y llega el momento, dejamos la ropa de calentamiento, cambio de zapas por los clavos y a cámara de llamadas. Allí la cosa cambia, se hace todavía más tensa si cabe, se respira la concentración, atletas en sus últimos momentos, unas que hablan, otras que miran al infinito, pero todas tiemblan… así es que yo allí como una más, intenté concentrarme y relajarme… por allí estaba Pedro dándonos unos últimos consejos para afrontar la carrera, con tranquilidad al principio, regulando y por supuesto, siempre de menos a más (¡ja! ¡cómo si fuera fácil!) y entonces le pregunté: “¿y qué tengo que hacer para respirar?”, a lo que simplemente me contestó “mira al mar”. Nos deseó suerte y nos fuimos a nuestro lugar.
Sin duda es el momento de mayor tensión, no sabes qué hacer, dónde mirar, si saltar o estar quieta, respiras hondo y sólo esperas el sonido del disparo… ¡pum! ¡Y a correr! Salí comedida, la última de mi equipo, intentando regular y no volverme loca en los ritmos para no reventar, pero me daba miedo quedarme la última, no me encontraba en mi mejor forma (este año estaba siendo duro y me sentía pesada, sin fuerzas), cuando de repente se cae una atleta y se produce un atropello de unas cuantas chicas, yo miro y lo esquivo, sigo a lo mío. Voy pasando por el primer trozo de arena, me acuerdo de la primera vez con mi compañera delante a la que fui siguiendo, de mis compañeros animando por el circuito, me acuerdo de Pili gritando y la echo de menos porque iba a haber ido, me acuerdo de aquella sensación de “a por todas” que me faltaba, me acuerdo de por qué estuve allí y pienso en cuán diferente es ahora, me preguntó por qué, me falta el aire y creo que casi he recorrido ya la primera vuelta. Ahí está Pedro animando, “venga Raquel, no te quedes, aprieta”, pero no puedo, me fallan las piernas, me falta la respiración, miro al mar pero no me sirve de nada… esta vez no hay ninguna motivación, no hay nada por lo que luchar, no importa mi puesto, no importa mi tiempo, no importa mi marca, no importa… sólo quiero que acabe, que pase ya, el único objetivo es entrar en tiempo, al menos no quedar fuera… y suena la campana que avisa de la última vuelta. De nuevo la recta, la arena, vamos hasta el fondo y llega el primer tobogán, casi no siento las piernas y aún me queda bastante, no tengo a nadie cerca, no quiero mirar para atrás, pienso “por favor, que no me pase nadie más” y sigo, intento mirar al mar de nuevo pero no sirve, “venga Raquel que tú puedes, ¿estás aquí no? pues disfrútalo y ya está, sólo tienes que llegar, no puedes abandonar, aquí no”. Y estoy casi llegando porque de nuevo veo a Pedro que me vuelve a animar, pero no recuerdo sus palabras, creo que ni le oigo, sólo sé que me quedan un par de giros, el escalón y a 100 m la meta. Así es que esta vez no hay nada que me haga apretar, no hay más esfuerzo que el de resistir, no hay sprint, con lo que sigo a mi ritmo deseando que termine y ya está, lo veo, por fín… el escalón, los últimos metros y allí al otro lado del arco, mis compañeras. Objetivo conseguido, cruzo en tiempo y al momento el reloj se pone a cero. Me abrazo a mis compañeras, las felicito y me giro de nuevo hacia al mar, allí a lo lejos no se ve nada, como lo que siento en ese momento, nada, vacío, me siento triste, no estoy orgullosa de mi carrera, no he disfrutado, me ha faltado ese empujón, me ha faltado ese apoyo, “me faltaste, no estabas y me sentí sola”, vuelvo a llorar en un campeonato de España pero esta vez, el motivo era bien diferente.






Se acabó, allí terminó mi competición, mi actuación en el cross corto del campeonato de España, ya está… vamos a soltar y mientras vamos viendo el cross largo, mientras vamos animando a las atletas, en cabeza Alessandra Aguilar a la que gritamos con todas nuestras fuerzas y con la que nos hicimos una foto después, qué maja y cercana es… ¡aúpa Aless, eres muy grande!


Después de todas esas sensaciones, sentimientos y pensamientos, aquello me hizo reflexionar, tengo que seguir adelante, es momento de volar sola y hay que intentarlo. Tengo que ser fuerte, tengo que demostrar que puedo, tengo que vencerme a mí misma.
Nos fuimos a duchar, recogimos, comimos allí mismo y de vuelta para Madrid… un fin de semana agradable en el que lo pasé muy bien con mis compañeras y compañeros, con más personas del club y de la escuela, pero en el que el sabor se resume en agridulce… esta vez aquella vitamina C provenía de unas naranjas algo ácidas que cerraban la temporada de cross con muchas cosas en la mochila para analizar y pensar.
Hasta el año que viene… si debe ser.

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